Cart¨®n y hojalata
Exposici¨®n de 500 juguetes antiguos en M¨®stoles
Los cuatro centros culturales de M¨®stoles celebran la Segunda Semana de Juegos, Jugadores y Juguetes, una iniciativa que cuenta este a?o con una exposici¨®n ins¨®lita: m¨¢s de 500 juguetes antiguos de la colecci¨®n personal de Ismael Pe?a. La exposici¨®n, que concluye hoy, cuenta entre otras cosas con la reproducci¨®n de una escuela de hace unos lustros, con todos sus enseres, incluida la vara de golpear en los nudillos a los alumnos.
Los adultos que visitan la exposici¨®n que concluye hoy tienen ocasi¨®n de reencontrarse con los juguetes que una vez tuvieron o con los que nunca pudieron alcanzar, como los mu?ecos Katekrusse, de casi un metro de altura, o aquellas peponas de cart¨®n de los a?os cuarenta, o las mu?ecas de porcelana de los veinte, que todav¨ªa hacen suspirar a madres y abuelas de los ochenta.Los ni?os de hoy no se explican c¨®mo sus mayores pudieron jugar con inventos tan extra?os como el di¨¢bolo, el chito, el bonis -"juego de ni?as", advierten los padres a sus hijos- o la pelota de trapo. Los peque?os piden continuas explicaciones a sus padres sobre las reglas de estos "juegos de pobres", como los llama el propio Ismael. El objetivo es lograr la conexi¨®n entre padres e hijos.
Los viejos juguetes son tambi¨¦n objeto de inter¨¦s de pertinaces coleccionistas como Eustaquio Castellano, un valenciano de 50 a?os que ha reunido 3.500 piezas desde que hace nueve a?os decidiera empezar la colecci¨®n "para olvidar el trauma de una posguerra sin juguetes". Eustaquio, que dice con orgullo poseer uno de los juguetes m¨¢s antiguos -unjuego de tabas de 2.500 a?os de antig¨¹edad-, es tambi¨¦n juguetero de profesi¨®n, y piensa lanzar al mercado en breve una vieja novedad: el caballo de cart¨®n. Castellano ha aportado a la exposici¨®n parte de las piezas que tiene repartidas entre dos pisos y un museo en Teruel.
El fruto de la curiosidad
Ismael ha reunido, viajando por todos los rincones de Espa?a durante 18 a?os, 250.000 piezas entre instrumentos musicales, trajes regionales y juguetes. Su afici¨®n le ha obligado a comprarse tres casas en un pueblo de las afueras de Madrid que usa para guardarlas.
Ismael ha recogido las piezas suficientes como para reproducir una escuela de hace unos lustros, parte de la cual se encuentra en la exposici¨®n: pupitres, cartillas, tinteros, compases, microscopio, y para no perder detalle no falta ni la vara de golpear nudillos traviesos.
Los juguetes modernos tienen sus ventajas -"un ordenador ocupa poco espacio y atrapa al ni?o"-, seg¨²n una visitante madre de dos hijos, pero los viejos cacharros han conseguido espolear la imaginaci¨®n de alg¨²n chaval que ha dejado el teclado para fabricar tirachinas con pinzas de tender la ropa como los de la muestra. "Hasta el chito se pondr¨ªa de moda si no fuera porque a ninguna firma le interesa potenciar un juego para el que s¨®lo se necesita un trozo de madera", dice Ismael.
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