Memoria
Conozco a una mujer impresionante. Se llama Marta Francese y pertenece a la buen¨ªsima sociedad de Buenos Aires. Su origen y su educaci¨®n le auguraban un futuro de orden y una madurez elegantemente matriarcal. Pero sucedi¨® que en Argentina comenzaron los horrores. Una atrocidad permitida y fomentada por su clase, por sus amigos de club y fiesta fina. Un d¨ªa desapareci¨® su hijo de 20 a?os. El marido de Marta, un catedr¨¢tico respetad¨ªsimo, comenz¨® a buscar al chico. Y tambi¨¦n se lo trag¨® la pesadilla. Desaparecieron despu¨¦s el yerno, y la madre de Marta, e incluso el ch¨®fer. La Francese se las arregl¨® para escapar del pa¨ªs con sus hijos y nietos. Hab¨ªa estado llamando a innumerables puertas y pidiendo ayuda a todos sus amigos, a sus compadres de clase exquisita, a las jerarqu¨ªas eclesiales que durante tantos a?os hab¨ªan estado merendando picatostes en su casa. Nadie le ayud¨®. La oligarqu¨ªa argentina cerr¨® filas disciplinadamente para encubrir los cr¨ªmenes.Ahora Marta me ha telefoneado. Para hablarme de Su¨¢rez Mason, un ex general refugiado en Estados Unidos a quien acaban de conceder la extradici¨®n a Argentina. A Su¨¢rez Mason le acusan de 39 asesinatos, y entre ellos est¨¢ el de la madre de Marta. Cuando desapareci¨®, la anciana era casi octogenaria; ocho a?os m¨¢s tarde, el Gobierno de Alfons¨ªn identific¨® su cuerpo en una fosa com¨²n atestada con otros 200 cad¨¢veres sin nombre. Y ahora Marta Francese telefonea, exige, reclama. Ella es la memoria viva del espanto. La ley argentina de punto final ha puesto a los asesinos en la calle, pero ella prosigue su combate justiciero. El de su madre es el ¨²nico cuerpo familiar que han encontrado; los dem¨¢s contin¨²an ardiendo en el recuerdo, sin gozar del amargo alivio de una muerte concreta. En Argentina intentan implantar la desmemoria, pero Marta no puede olvidar. Sus manos, hechas para servir pastas de t¨¦ y lucir diamantes, recogen ahora firmas para denunciar la desaparici¨®n de 300 espa?oles en su tierra. Marta es la conciencia de una sociedad culpable y enferma.
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