Subvenciones al cine
Leo en EL PA?S del jueves 19 de mayo, bajo el t¨ªtulo de Las razones de los directores, el resumen de la conversaci¨®n que mantuve d¨ªas pasados con su redactora sobre los motivos por los que la Asamblea de Directores Realizadores Cinematogr¨¢ficos Espa?oles (Adirce) no se ha sumado al movimiento, promovido por unos pocos profesionales, para presionar a la Administraci¨®n en el sentido de que cambie el actual sistema de ayudas a la industria cinematogr¨¢fica espa?ola. Para evitar malos entendidos y posibles suspicacias, me gustar¨ªa, m¨¢s que matizar lo ya publicado, insistir en una de nuestras fundamentales razones, que seguramente por motivos de espacio qued¨® fuera del reportaje.Los directores, mayoritariamente, seguimos considerando positivo, v¨¢lido y ¨²til el actual sistema de ayudas a la industria cinematogr¨¢fica, dise?ado por un decreto-ley de 1983, y no ley, como err¨®neamente se pone en mi boca. Discrepamos, pues, de muchos aspectos de sus concretas aplicaciones, pero no de su filosof¨ªa general. Y consideramos que la raz¨®n ¨²ltima de tantas injusticias o agravios comparativos a la hora de decidir los anticipos sobre los rendimientos de taquilla -preferimos hablar de anticipos y no de subvenciones-, no es otra que la rid¨ªcula cantidad de dinero que la Administraci¨®n dedica al cine, sobre todo si la comparamos con la que dedica a otras actividades culturales o industriales como la moda, la m¨²sica, la Prensa, etc¨¦tera. Como cada a?o, afortunadamente, se presentan m¨¢s proyectos cinematogr¨¢ficos de inter¨¦s y el dinero que repartir es el mismo o muy parecido, l¨®gicamente cada a?o se hacen menos pel¨ªculas. Pero las pocas que se hacen no son por culpa del decreto-ley, sino que, si todav¨ªa se hace alguna, es gracias a ¨¦l.
En consecuencia, los directores no queremos acabar con el sistema, que no nos gusta porque no es bueno -pero mientras no se demuestre lo contrario es el menos malo que conocemos-, sino que luchamos por mejorar su aplicaci¨®n, primero mediante un sensible aumento de las cantidades p¨²blicas presupuestarias de ayuda al cine y, sobre todo, incentivando, como es pr¨¢ctica habitual en otros pa¨ªses competitivos con la todopoderosa cinematograf¨ªa norteamericana, al capital privado para que invierta en cine, por medio de desgravaciones fiscales, con lo que sin duda se reducir¨ªa a la m¨ªnima expresi¨®n la necesidad de anticipos de dinero p¨²blico.- Presidente de Adirce.
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