La feria de San Isidro consagro a Manili
Todo Cantillana recibi¨® el pasado martes a Manili, lo pase¨® a hombros, la banda municipal interpret¨® pasodobles, el alcalde dict¨® bando y pronunci¨® un discurso, el cura p¨¢rroco enalteci¨® la personalidad profesional y humana del torero, hijo del pueblo. Y todo, por dos salidas a hombros tras sendas tardes de valor y torer¨ªa. No era para menos: muchos toreros salen- a hombros en muchas plazas- pero triunfar en Las Ventas es distinto. Triunfar en Las Ventas, sobre todo si es en la feria de san Isidro, significa la consagraci¨®n.La feria de san Isidro fue para Manili y para el propio p¨²blico de Las Ventas. Ll0egaban figuritas envalentonadas por los aduladores, no para torear al estilo Manili; para encararse con el p¨²blico llegaban. Taurinos hac¨ªan correr la especie de que la afici¨®n madrile?a, la que est¨¢ alerta y no se calla, la que rechaza el mediotoro, la que denuncia corruptelas, es banda grosera enemiga de la fiesta. Y las figuritas hac¨ªan ostentaci¨®n de su desprecio, en manifestaciones p¨²blicas, en el mism¨ªsimo ruedo.
Pero los toreros aut¨¦nticos -el torero aut¨¦ntico siempre es respetuoso con el p¨²blico- saben que la afici¨®n de Madrid es tan exigente como apasionada en su entrega. Y aqu¨¦l que se midi¨® con el toro, aquel interpret¨® el toreo bueno, obtuvo cr¨¦ditos que le habr¨¢n de valer para toda la vida. Por eso Las Ventas "da y quita". Por eso mueve todo un pueblo quien gana, de verdad, una salida a hombros por la puerta de Madrid.
Ruiz Miguel le anduvo cerca a Manili, por su entrega y por su gesto de medirse con las corridas m¨¢s duras. D¨¢maso Gonz¨¢lez, uno de los diestros m¨¢s serios y maduros de la feria, s¨®lo necesita sujetarse la pa?oleta. A los dulces toritos de Aguirre les cortaron una oreja ya olvidada Ni?o de la Capea, Ojeda y Espartaco, y en sus otras comparecencias dijeron poco. Manzanares, que promovi¨® la suspensi¨®n de una corrida y en las otras, ni se atrevi¨® con toros, ni tore¨® bien, dice que le tienen man¨ªa.
Anto?ete apenas existi¨®, ni con el brav¨ªsmo Palomero, de Los Guateles. Espl¨¢ continu¨® en su l¨ªnea de torero lidiador e imaginativo. Ortega Cano le hizo toreo hondo a un sobrero de Ord¨®?ez y en los dem¨¢s no lleg¨® a ser quien era. A V¨ªctor Mendes se le agradecieron el pundonor y la ortodoxia en banderillas. Joselito interpret¨® toreo de alta escuela y sus antiguos condisc¨ªpulos, Fundi y Bote, a quienes confirm¨® la alternativa, demostraron que se debe contar con ellos.
Julio Robles no llegaba a entregarse. Roberto Dom¨ªnguez y Juan Mora compusieron mucho la figura. Los hermanos Campuzano, Pep¨ªn Jim¨¦nez, Nime?o, Carretero, Paco Machado, hubieron batallar con lo duro. Manolo Cort¨¦s, Morenito de Maracay, Emilio Oliva y Curro Dur¨¢n volvieron a desperdiciar buenos toros en Madrid. Sese?a y Juan Rivera, casi lo mismo, mientras Palomar triunf¨® con los nobles Murteira. Curro V¨¢zquez ratific¨® su torer¨ªa. Curro Romero se repiti¨® a s¨ª mismo y el p¨²blico lo despidi¨® a almohadillazos. Ni?o de la Taurina reivindic¨® el mando en el escalaf¨®n de novilleros y Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza fue digno aspirante. Vargas-Cartagena se revelaron collera fant¨¢stica.
La cornada mortal que sufri¨® El Campe?o puso de luto la feria. S¨®lo por este desgraciado suceso habr¨ªa de pasar a la historia la isidrada del 88.
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