Paso a paso en Oriente Pr¨®ximo
A Israel le gustar¨ªa poder vivir donde est¨¢, en paz con sus vecinos y sin retirarse de los territorios que ha ido ocupando desde 1948; le gustar¨ªa que los palestinos de Gaza y Cisjordania se sometieran en silencio (o se marcharan) y que nadie disputara la ocupaci¨®n jud¨ªa de Jerusal¨¦n. A los ¨¢rabes les gustar¨ªa que Israel dejara de ser una amenaza permanente y los palestinos un engorro. A los palestinos les gustar¨ªa poder establecer un Estado independiente en la regi¨®n y, de paso, echar a los jud¨ªos al mar. Nada de esto es ya posible.Probablemente, un escenario mucho m¨¢s viable, aunque no mucho m¨¢s realizable por ahora, ser¨ªa el siguiente: Israel, con plenas garant¨ªas de paz y fronteras seguras, se retirar¨ªa de los territorios ocupados desde 1967, es decir, de Gaza, CisJordania y de las colinas sirias al noreste del lago Tiberiades, abandonando los asentamientos civiles que ha ido estableciendo. Sobre el sector este de Jerusal¨¦n, ahora ocupado por Israel (el oeste lo ten¨ªan desde el principio), se llegar¨ªa a un compromiso entre las exigencias cristianas de que vuelva a ser una ciudad internacional, las demandas ¨¢rabes de que se convierta en la capital de un Estado palestino y la negativa de los jud¨ªos a abandonar lo que dicen es su ciudad capital.
Finalmente, el derecho de autodeterminaci¨®n del pueblo palestino ser¨ªa ejercido de forma realista y desembocar¨ªa en la creaci¨®n de un Estado hachem¨ª confederado en Gaza, Cisjordania y parte de Jordania. La Organizaci¨®n de Liberaci¨®n Palestina (OLP), depuestas las armas, habr¨ªa consolidado su protagonismo como ¨²nico y leg¨ªtimo representante de su pueblo.
?D¨®nde hemos o¨ªdo esto antes? En medio del fragor de una guerra que dura ya 40 a?os lo han sugerido m¨¢s o menos matizadamente todos los sectores imaginables. Dependiendo de las fidelidades de cada cual, las soluciones que propugnaban exig¨ªan el sacrificio de la casi totalidad de los argumentos del contrario y, por consiguiente, eran irrealizables. Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, decisiones de las cumbres ¨¢rabes, el acuerdo de Camp David, el plan Fahd, la propuesta de Fez, la declaraci¨®n de Venecia, el plan Shultz, son propuestas para un rompecabezas que no puede ensamblarse si los actores no aceptan limar cada pieza: sacrificando alg¨²n trozo, encajar todos.
Conferencia internacional
Como dijo el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, la semana pasada, al t¨¦rmino de su cuarta y fracasada visita a Oriente Pr¨®ximo, "lo m¨¢s importante es que todos renuncien a sus ilusiones, que se den cuenta de que los aspectos m¨¢s extremos de sus sue?os no pueden convertirse en realidad".
Hace tiempo, a alguien se le ocurri¨® que lo mejor ser¨ªa que el problema fuera abordado por una conferencia internacional en la que participaran todos los protagonistas regionales del drama y, cuando menos, EE UU y la URSS, sin cuya bendici¨®n nada era posible. Unos y otros empezaron a proponer f¨®rmulas para la celebraci¨®n del magno acontecimiento: la conferencia tendr¨ªa capacidad para imponer sus decisiones a las partes o ser¨ªa un mero paraguas, un ¨®rgano-resumen de los acuerdos a que fueran llegando diferentes comisiones bilaterales (Israel-Siria, Israel-Jordania, etc¨¦tera). La OLP acudir¨ªa en solitario o, ante la negativa radical de EE UU e Israel a tratar con ella, integrada en la delegaci¨®n jordana o en otra, cosa a la que los palestinos se declararon dispuestos durante la pasada cumbre de Argel.
Se tratar¨ªa de la autodeterminaci¨®n palestina o simplemente de su autonom¨ªa, de la creaci¨®n de un Estado confederal o federal, de la retirada de los israel¨ªes de los territorios ocupados o de su administraci¨®n temporal por uno o m¨¢s de los actores, con tropas de pacificaci¨®n o sin ellas. ?Ser¨¢ posible la paz? Depende de los participantes, de su homogeneidad, de la convicci¨®n con que formulen sus exigencias, de las presiones que quieran ejercer los grandes.
En la reciente cumbre de Mosc¨², Gorbachov ha manifestado cierta comprensi¨®n por los esfuerzos estadounidenses de pacificaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo. Adem¨¢s, la URSS presiona a los ¨¢rabes para que se decidan a presentar un frente com¨²n, de tal modo que EE UU tome realmente en cuenta su postura y la traslade a Israel con la fuerza que merece. Por otra parte, Shevardnadze y Shamir se entrevistaron la semana pasada en Nueva York, lo que sugiere que los sovi¨¦ticos, pese a tener sus relaciones con Israel rotas desde 1967, estar¨ªan dispuestos a garantizar la existencia del Estado jud¨ªo.
La 'cumbre' de Argel
Al mismo tiempo ten¨ªa lugar en Argel una gran cumbre ¨¢rabe de apoyo a la tr¨¢gica revuelta civil de los palestinos en Gaza y Cisjordania. Los resultados respecto de Oriente Pr¨®ximo fueron, no obstante su modestia, un paso en la direcci¨®n correcta: la de ir configurando la delegaci¨®n ¨¢rabe que se sentar¨¢ a la mesa de la conferencia. Los ¨¢rabes han reiterado adem¨¢s que tienen una posici¨®n negociadora ya establecida en la cumbre de Fez en 1982.
El plan, por su radicalismo, es inaceptable para Israel, pero, al menos, por primera vez, incluye el reconocimiento impl¨ªcito del Estado jud¨ªo. Es poco, pero lo suficiente para negociar. Lo mismo sucede con Arafat, que se niega a decir p¨²blicamente que reconoce a Israel y que dejar¨¢ de hacerle la guerra, pero que manifiesta aceptar la resoluci¨®n 242 del Consejo de Seguridad, lo que viene a ser lo mismo.
La cumbre de Argel ha hecho otra cosa m¨¢s: no ha rechazado el plan Shultz de cambiar paz por territorios. Acaso prefiere mantenerlo vivo porque le parece una excelente forma de que EE UU aprenda lo que es la testarudez israel¨ª.
En toda esta confusi¨®n, la CE ha empezado a jugar un papel ¨²til e inteligente. Ha comprendido que el nudo gordiano de la cuesti¨®n est¨¢ en que, para acudir a la conferencia, Israel exige que los palestinos reconozcan su existencia y renuncien a la guerra, advirtiendo que los territorios ocupados y los asentamientos no son negociables y que, adem¨¢s, no se aceptar¨¢ la estatalidad palestina. La CE se concentra ahora en hacer comprender a EE UU y a Israel que la conferencia no puede celebrarse con tales precondiciones y que tienen que ser m¨¢s realistas.
Es probable que, a partir del mes que viene, las presidencias comunitarias de Grecia, Espa?a, Francia e Italia, pa¨ªses que comprenden bien a los ¨¢rabes, favorezcan esta evoluci¨®n.
Mientras tanto se libra en Israel una formidable batalla entre el ministro de Exteriores, Sim¨®n Peres, que en principio es favorable a la conferencia, y el primer ministro, Isaac Shamir, mucho m¨¢s intolerante. En noviembre se celebrar¨¢n elecciones generales en Israel. Algunos sondeos auguran que Shamir las ganar¨¢. Su victoria ser¨ªa una mala noticia para una paz.
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