Michels se desquit¨® 14 a?os despu¨¦s
J. M. SIRVENT ENVIADO ESPECIAL La inteligencia, por fin, le pudo a la fuerza bruta. Holanda, la selecci¨®n que practica el f¨²tbol m¨¢s vistoso y generoso de esta Eurocopa, se clasific¨® para la final tras vencer a la RFA, la gran favorita. La victoria holandesa, conseguida en los ¨²ltimos minutos, fue el premio a un juego que a¨²n dista mucho del realizado por aquella naranja mec¨¢nica que asombr¨® en los a?os setenta, pero que re¨²ne las virtudes esenciales de un deporte en el que cada d¨ªa imperan m¨¢s la agresividad y la destrucci¨®n.
Como se esperaba, el encuentro fue duro y ¨¢spero. Beckenbauer, el t¨¦cnico de la RFA, intent¨® sorprender a Michels, su colega de Holanda, en el ¨²ltimo instante al decidir el cambio de Littbarski por Mill con el fin de lograr mayor capacidad ofensiva. Pero la exclusi¨®n de Littbarski por unas supuestas molestias estomacales -hab¨ªa realizado el calentamiento sin problemas y acab¨® jugandono le sirvi¨® de nada.
Holanda control¨® el partido durante el primer tiempo con un f¨²tbol f¨¢cil, alegre y vistoso que entusiasm¨® a sus seguidores y cerr¨® la boca a los alemanes. Ronald Koeman, con sus largos desplazamientos del bal¨®n, fue el que catapult¨® a sus compa?eros hacia Immel. En las inmediaciones del guardameta se encontraban Van Basten, marcado por Kohler, y Gull¨ªt, perseguido por uno de los futuribles del Barcelona, Borowka. Pero los dos jugadores del Mil¨¢n fueron incapaces de marcar porque no se apoyaron mutuamente. Van Basten ten¨ªa que luchar en solitario, pues Gullit se perdi¨® por zonas intransitables.
Esa falta de coordinaci¨®n en las acciones ofensivas de Holanda salv¨® a la RFA, que s¨®lo inquiet¨® a Van Breukelen en acciones espor¨¢dicas de contraataque o en errores defensivos del rival, endeble en esa zona. ?sa era la gran preocupaci¨®n. de Michels. De ah¨ª, su t¨¢ctica conservadora al utilizar s¨®lo un delantero nato.
A pesar de la falta de valent¨ªa de Michels, criticada incluso por algunos de sus jugadores, la RFA se fue al vestuario con el sabor amargo de saberse inferior y la p¨¦rdida de su defensa libre, Herget, circunstancia que oblig¨® a Beekenbauer a situar a situar en esa posici¨®n.
La RFA regres¨® al terreno s¨®lo con la fuerza mental de sentirse capacitada para vencer. Una cualidad apreciable pero insuficiente. Enfrente ten¨ªa a un equipo en formaci¨®n, que jugaba a su aire y no se sent¨ªa impresionado por los golpes que recib¨ªa ante la pasividad arbitral.
Despu¨¦s de los penaltis, el segundo muy bien provocado por Van Basten, la RFA busc¨® deliberadamente la pr¨®rroga, consciente de su superioridad flisica. Se encerr¨® en su ¨¢rea y esper¨® a que transcurrieran los minutos, pero la inteligencia de Van Basten le cerr¨® las puertas. Fue la venganza de Michels, que ha tenido que esperar 14 a?os para pasar factura por la final perdida en el Mundial 74.
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