Bendito temor fiscal
La coincidencia de la campa?a del impuesto sobre la renta con la presunta realizaci¨®n de delitos fiscales por parte de algunos famosos ha contribuido al debate, como tambi¨¦n lo ha hecho la presentaci¨®n del estudio elaborado por un equipo de expertos, por encargo del Ministerio de Hacienda, sobre la importancia del fraude fiscal en nuestro pa¨ªs.Desde determinados medios de comunicaci¨®n y por parte de algunas personalidades de la derecha, se ha puesto el grito en el cielo por la supuesta dureza con que se act¨²a en materia fiscal por parte de la Administraci¨®n del PSOE.
En primer lugar, conviene aclarar que esta dureza, hasta el momento, ha brillado por su ausencia y que, salvo la muestra de folcl¨®ricos y deportistas, no existe ninguna correspondencia entre el fraude estimado y las actuaciones punitivas de las autoridades fiscales. M¨¢s bien al contrario, la campa?a del Ministerio de Hacienda ha pretendido demostrarnos, con su imagen de la caja de queso en porciones, una bondad del gasto m¨¢s que discutible, sin entrar en una campa?a seria contra un fraude fiscal que, seg¨²n las conclusiones de la comisi¨®n de expertos, adquiere vol¨²menes alarmantes y que se concentra en aquellos que, como empresarios, profesionales y artistas, no tienen las retenciones y los elementos de control directo que existen sobre los asalariados.
Resulta curioso ver c¨®mo sectores que se quejan de la inseguridad ciudadana y braman contra la delincuencia, pidiendo continuamente eficacia y dureza contra estos males, sean comprensivos, condescendientes y justificativos cuando se trata de delincuentes fiscales. ?Qu¨¦ es m¨¢s grave, robar una cartera en el metro o defraudar 50 millones al Estado?
No es, por tanto, justo rasgarse las vestiduras porque se investigue el cumplimiento de las obligaciones fiscales de personas, se llamen Lola Flores, Pedro Ruiz o Schuster. Pero tampoco lo ser¨ªa pensar que el problema m¨¢s serio se centra exclusivamente en estos casos.
Cuando la declaraci¨®n promedio de los asalariados duplica la de empresarios o profesionales liberales es que algo falla, y eso quiere decir que hay que actuar no s¨®lo con ejemplos espectaculares -del mundo del espect¨¢culo-, sino contra el conjunto del fraude fiscal.
Los aparatos del Estado no son s¨®lo entes de gesti¨®n, tambi¨¦n tienen un papel coercitivo, deben hacer cumplir las leyes. En realidad, los aparatos del Estado tienen una amplia capacidad de actuaci¨®n en los conflictos de intereses y de clase. El problema no es tanto si act¨²an o no con dureza, sino contra qui¨¦n emplean la dureza. Es evidente que, si se act¨²a con "suma energ¨ªa" contra los trabajadores que se movilizan por defender su puesto de trabajo y no se hace lo mismo con los que mayoritariamente defraudan el pago de impuestos, se est¨¢ inclinando la balanza contra los trabajadores.
Por eso cuando se habla de miedo al fisco se est¨¢ encubriendo una campa?a contra el pago de impuestos que va contra los asalariados, que s¨ª los pagan, y adem¨¢s se est¨¢ diciendo una falacia, porque las cifras de fraude demuestran lo contrario: cuando se evade masivamente el pago de impuestos es porque no se teme demasiado a las consecuencias.
El sistema fiscal espa?ol no se distingue por su progresividad, entendiendo por tal que paguen m¨¢s los que m¨¢s tienen y que pueda ejercer un papel redistribuidor. Los sucesivos mandatos del Gobierno del PSOE no se han distinguido por mejorar en este terreno. De hecho, los ¨²ltimos a?os han mostrado un mayor crecimiento de los impuestos indirectos, que todos pagamos por igual, que de los directos.
Baja presi¨®n fiscal
Pese a t¨ªmidos avances recaudatorios, la presi¨®n fiscal espa?ola sigue situ¨¢ndose en el ¨²ltimo lugar del ranking de la CE, por detr¨¢s de pa¨ªses con un menor nivel de desarrollo y a mucha distancia de la mayor¨ªa.La pr¨¢ctica en el pago de impuestos, la existencia de un fraude elevado, a?ade regresividad. Con una recaudaci¨®n de impuestos indirecta superior a la de directos, y con esta ¨²ltima cubierta de forma muy mayoritaria por los asalariados, no se puede hablar de fiscalidad progresiva. En estas condiciones, hablar del miedo al fisco parece una broma.
El futuro de una sociedad en la que el n¨²mero de pasivos crece, m¨¢s jubilados y una mayor extensi¨®n de la escolarizaci¨®n, en la que la calidad de vida debe necesariamente mejorar, en la que existen bolsas de miseria importantes, exige un fortalecimiento del sector p¨²blico y una mejora en el nivel de prestaciones, que s¨®lo es posible con una mejora de la presi¨®n fiscal.
Frente a estas necesidades, los trabajadores ven una pr¨¢ctica de Gobierno en la que existen demasiados gastos suntuarios, actitudes de nuevos ricos en no pocos casos, poca ejemplaridad en el ejercicio de la administraci¨®n, muchas obras espectaculares y poca planificaci¨®n sanitaria, escasas mejoras en la educaci¨®n, poca inversi¨®n productiva, servicios sociales insuficientes o pensiones compensadas a la baja.
Frente a la idea del miedo al fisco, lo que los trabajadores asalariados ven es que son ellos los que mayoritariamente pagan impuestos, como muestra una encuesta reciente en la que el 75% de los consultados as¨ª lo manifiesta, y que, por contra, no existe transparencia en el cobro, ni publicidad de las listas de contribuyentes, ni que las grandes fortunas paguen lo que deben. As¨ª se hace muy dif¨ªcil creer que el sistema fiscal ejerce un papel redistribuidor de los que m¨¢s a los que menos tienen.
Bendito temor fiscal si existiese y sirviese para que los que m¨¢s tienen pagasen m¨¢s. Si esto sucediese y los efectos se viesen en un gasto p¨²blico ejemplar y bien dirigido, estoy convencido de que a la mayor¨ªa no le importana que los grandes defraudadores fue sen tratados como delincuentes.
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