"Intrahistoria" educativa
Perm¨ªtame una modesta aportaci¨®n al debate educativo, en t¨¦rminos de lo que, unamunianamente podr¨ªamos llamar "intrahistoria", y que, descontando su inevitable subjetividad, tiene el aliciente de una vivencia direct¨ªsima. Hace unos d¨ªas, fui convocado por el inspector de zona del barrio de San Blas para informar sobre el recurso de un alumno m¨ªo de COU, al que suspend¨ª en la ¨²ltima convocatoria. La discusi¨®n sobre la calificaci¨®n concedida deriv¨® en seguida a planteamientos de pedagog¨ªa, en los que pugnaban una visi¨®n exquisitamente escandinava y otra r¨²sticamente manchega: excuso recalcarles el exacto reparto de papeles. La valoraci¨®n del alumno deb¨ªa ser t¨¦cnica, la evaluaci¨®n de todo el curso deber¨ªa estar objetivamente documentada, tendr¨ªa que haber constancia -por supuesto, objetiva, t¨¦cnica y documentada- de cada una de las intervenciones del alumno en clase, su actitud y aptitud, etc¨¦tera. Pero mi sugerencia de instalar una c¨¢mara de v¨ªdeo en cada clase que recogiese y documentase todas las actuaciones fue gentilmente deso¨ªda.Cuando la evidencia de un acuerdo intelectual sobre tan altas materias remia a met¨¢foras tan poco alentadoras como la del agua y el aceite, surgi¨® la guinda de la reuni¨®n. El se?or inspector me acusaba de haber pretendido utilizar -¨¦ste fue el vocablo que emple¨®- a los alumnos, porque me hab¨ªa servido -?para un an¨¢-
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lisis sint¨¢ctico!- de un panfleto difundido en los centros por el Sindicato de Estudiantes. Como hasta aquel momento desconoc¨ªa mis habilidades para la propaganda subliminal, protest¨¦ con mesurada indignaci¨®n, aunque creo que sin fortuna. Mi propuesta de contrapesar la insidia ideol¨®gica proponiendo en la siguiente convocatoria el an¨¢lisis -sint¨¢ctico, por supuesto- de p¨¢rrafos seleccionados de Mein Kampf, fue tambi¨¦n gentilmente deso¨ªda- Pedro Jim¨¦nez.
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