La diosa del ritmo
Como sugiere el t¨ªtulo de una de sus canciones, Feliz encuentro, resulta siempre una aut¨¦ntica delicia toparse con estas dos leyendas vivas de la historia de la m¨²sica afrocubana, Celia Cruz y la Sonora Matancera. La Sonora y Celia. Dos nombres unidos para siempre en la memoria de todos aquellos que reconocen en la expresi¨®n sonora de la isla grande del Caribe uno de los momentos cumbres de la m¨²sica de este siglo.La Sonora Matancera, con m¨¢s de 60 a?os de existencia, se encarg¨® de hacer subir la temperatura ambiente en una noche de verano un tanto desapacible. Tras los saludos de rigor a cargo del director de la orquesta, sus nueve componentes, impecablemente trajeados, dieron cumplida muestra del porqu¨¦ de la bien ganada fama de esta formaci¨®n. Y es que la Sonora de Matanzas sigue sonando como en sus mejores tiempos. Con la poderosa garganta de Yayo el Indio, los implacables timbales de Papa¨ªto y trompetas que rasgan el aire, estos jovencitos interpretaron cuatro temas de ritmo trepidante, sin olvidar un arrebatador bolero de esos que sirven para acercar corazones.
Celia Cruz y la Sonora Matancera
Celia Cruz, voz; Rogelio Mart¨ªnez, direcci¨®n y guitarra; Gabriel E. Peguero, Yayo el Indio, voz; Alberto Javier V¨¢zquez, piano; Raimundo E. V¨¢zquez, bajo; Carlos M. D¨ªaz, Ca¨ªto, maracas y coros; Mario Mufloz, Papa¨ªto, timbales; Calixto Leicea, F¨¦lix Vega y Kenneth D. Fradley, trompetas. Madrid, Muralla ?rabe, 30 de junio.
La aparici¨®n de Celia Cruz fue acogida con enorme j¨²bilo. Vestida con un traje largo de color negro con ribetes dorados en la chaqueta y un clavel blanco en la mano, do?a Celia estaba m¨¢s elegante que nunca. Empez¨® con Burundanga para ir abriendo boca; al grito de '?Az¨²car!", todo su cuerpo se contonea, al igual que sucede en las posesiones de los cultos afroamericanos.
Hay artistas que, pese a su innegable talento, no consiguen traspasar la dificil, barrera de la comunicaci¨®n. Carecen de eso que se ha dado en llamar carisma. A Celia, en cambio, le sobra. Suele preguntar a los asistentes qu¨¦ es lo que quieren escuchar y termina cantando, con la mayor naturalidad y simpat¨ªa, eso s¨ª, lo que a ella le viene en gana. Alguien escribi¨® que Celia Cruz es una bestia de escenario. No le faltaba raz¨®n.
Posee Celia una voz que incita al baile desenfrenado, al suprerno goce de los sentidos. Adem¨¢s, la reina de la rumba, como tambi¨¦n se la ha bautizado, irradia en todo instante una contaliosa alegr¨ªa de vivir. Cuenta a menudo que "la gente no paga para estar triste".
Celia Cruz interpreta canciones de otras ¨¦pocas (Yedero modemo, Quimbara, Canto a La Habaila), incluido un popurr¨ª de Guajira guantanamera y El manisero, junto a piezas m¨¢s recientes, como el Son Matamoros de su ¨²ltima grabaci¨®n en compa?¨ªa de William Col¨®n.
Invocaci¨®n a san Isidro
El ritmo se desborda con su imparable versi¨®n del tema brasile?o Usted abus¨®, cantado a d¨²o con su marido y mentor musical, Pedro Knight. El cl¨ªmax de sus conciertos, la inevitable y deseada Bemba color¨¢, coincide con la irrupci¨®n de la lluvia. Pero nadie se arredra. Celia, por otra parte, tiene respuesta para todo. La meteorolog¨ªa adversa le permite improvisar una invocaci¨®n a san Isidro Labrador ("P¨¢ que quite el agua y ponga el sol") y el conjuro die una las hijas predilectas de Yemay¨¢ surte un efecto casi instant¨¢neo. Todo un detalle del santo patr¨®n con esta mujer que, para desespero de muchos curiosos, no desvela el a?o de su nacimiento, ni falta que hace. Cuando se asiste a su arrollador despliegue de energ¨ªa queda claro que Celia Cruz conoce el secreto de la eterna juventud.Al final, el p¨²blico, entregado, pidi¨® m¨¢s. Celia cant¨® aquello de No olvides mi nombre. ?C¨®mo ¨ªbamos a hacerlo?
Babelia
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