La fiesta
ENVIADO ESPECIALBobby McFerrin fue el primero en aparecer, en solitario, y en su caso se puede afirmar que toda una banda llegaba al escenario. En su voz y en todo su cuerpo se pueden contar una docena de instrumentos y un n¨²mero ilimitado de posibilidades. Hace tres a?os dio su primer concierto en Espa?a, en este mismo festival, y el p¨²blico de Vitoria esperaba una gran noche con la certeza de que una sesi¨®n con McFerrin es tambi¨¦n un gran acto de amor. As¨ª fue. M¨¢s de un escritor ha confesado que escribe para que le quieran m¨¢s; con Bobby McFerrin es l¨ªcito pensar que canta para querernos.
McFerrin se desenvuelve constantemente en la zona del prodigio. Podr¨ªa caer en el amaneramiento, el exhibicionismo o las variedades. Pero es que, adem¨¢s de ser alguien que ha abierto un nuevo e inmenso camino en la utilizaci¨®n de la voz, es un m¨²sico muy serio, alguien verdaderamente empe?ado en hacer m¨²sica. Su trabajo, en solitario, sobre temas como Walkin' o My Javorite things, dispara la pregunta de siempre cuando se escucha a McFerrin: ?Cu¨¢ntos son? No es una audacia reconocer en ¨¦l a uno de los m¨²sicos verdaderamente importantes de los ¨²ltimos a?os, y cantante parece un t¨¦rmino estrecho para su pr¨¢ctica musical.
Herbie Hancock Quartet
Artista invitado: Bobby McFerrin. Herbie Hancock (piano), Michael Brecker (saxo tenor), Buster Williams (contrabajo), Al Foster (bater¨ªa), Bobby McFerrin (vocal).
Tras el generoso saludo de McFerrin y un primer di¨¢logo con Michael Brecker, entr¨® la banda que encabezaba el cartel, el cuarteto de Herbie Hancock. Hancock es alguien que consigue compatibilizar las incursiones en zonas que son m¨¢s del comercio que del gusto, con su enorme capacidad como pianista de jazz. A lo largo de la noche, el cuarteto se movi¨® hacia dos grandes polos de atracci¨®n: la escuela hard-bop, de los cincuenta, en la l¨ªnea Horace Silver -fue entonces cuando apareci¨® por primera vez la etiqueta funky-, y el quinteto de Miles Davis de los sesenta, en el que Hancock militaba junto a Shorter, Carter y Williams. Hancock sigue siendo un mago del tiempo, que gusta en detener al principio de sus solos. Luego s¨®lo le falta un contrabajista como Buster Williams y un bater¨ªa como Al Foster para alargar, doblar, suspender el tiempo.
Michael Brecker es un m¨²sico que ha construido muy s¨®lidamente su carrera y est¨¢n en su leyenda los 400 discos grabados antes de su primer trabajo como l¨ªder. Hace a?os que est¨¢ en todas y por ello pudo sorprender el que no pareciera sentirse igual de c¨®modo en todos los temas. Al principio tocaba como si tuviera problemas con la ca?a de su tenor, pero se fue afianzando a lo largo del concierto. No ocup¨® todo el espacio que se hubiera podido esperar de ¨¦l.
McFerrin volvi¨® al escenario y, como en las fiestas en condiciones, tode sigui¨® hacia arriba. Williams y Foster son tambi¨¦n dos inmensos m¨²sicos y el entendimiento de McFerrin con la secci¨®n r¨ªtmica fue ejemplar.
Lo ¨²nico malo es que aquello se tuviera que acabar y McFerrin ten¨ªa guardada Round midnight para el bis y 10 minutos de un p¨²blico en pie volv¨ªan a decir que un gran concierto tambi¨¦n es una gran fiesta.
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