La capital cuesti¨®n de la oreja
Sorando / Ben¨ªtez, Palomar, Fundi
Toros de Rom¨¢n Sorando, terciados, flojos, de poco juego. Justo Ben¨ªtez: estocada corta ca¨ªda (silencio); dos pinchazos y bajonazo perpendicular que asoma (algunos pitos). Jos¨¦ Luis Palomar pinchazo y bajonazo (palmas y tambi¨¦n pitos cuando saluda); pinchazo hondo (escasa petici¨®n y vuelta). El Fundi: media ladeada (oreja muy protestada); media estocada tendida perdiendo la muleta (aplausos).Plaza de Las Ventas, 17 de julio.
La afici¨®n divid¨ªa sus opiniones respecte, al funcionario del Cuerpo Superior de Polic¨ªa Luis Espada, que presidi¨® la corrida de ayer en Las Ventas unos le llamaban ignorante otros inepto. Fuertes palabras que conviene suavizar, pues no fue para tanto: hac¨ªa calor en Madrid, redoblado por el que irradia el p¨¦treo grader¨ªo, el turismo sudoroso, el paisanaje que no se ducha, y las altas temperaturas ocasionan cataclismos en el ser humano. Luis Espada, aunque funcionario ser humano como todos, si err¨® mucho y continuo, sobre todo en cuesti¨®n tan capital como es una oreja, pudo deberse a la inclemencia t¨¦rmica.
La cuesti¨®n orejil suscit¨® viva pol¨¦mica entre la afici¨®n, que discut¨ªa en presencia del turismo atento y, cuanto m¨¢s atento, m¨¢s at¨®nito. Ocurri¨® que el funcionario Espada determin¨® obsequiar una oreja apenas solicitada a El Fundi, y con igual petici¨®n, deneg¨¢rsela a Jos¨¦ Luis Palomar. El funcionario Espada practicaba la elegancia social del regalo con uno, mientras a otro le aplicaba estrictamente la norma. La afici¨®n no pod¨ªa aceptar tales veleidades en un palco que ha de ser escrupulosamente imparcial y cumplidor de las prescripciones reglamentarias sin excepci¨®n, y protestaba por eso. Pero si el funcionario Espada presid¨ªa seg¨²n su personal criterio taurino, seg¨²n se sospechaba a¨²n sent¨® peor a la afici¨®n, que llegar¨ªa a disculpar cualquier yerro, pero no perdonar¨¢ jam¨¢s que un presidente tenga tan mal gusto.
Porque, s¨ª, el orejeado Fundi estuvo animoso, valiente, ¨¢gil variado en pases de adorno, con aquel tercer toro top¨®n que se quedaba corto, y hasta logr¨® estirarle la embestida en par de redondos de impecable factura; faena meritoria, merecedora de aplauso, aunque no de oreja, que ese trofeo, en Madrid, tiene muy altas equivalencias y amplias proyecciones. Mientras que Jos¨¦ Luis Palomar, adem¨¢s de todo lo dicho, en el quinto toro prob¨®n, de media arrancada y pelma, expuso el f¨ªsico, porfi¨® relajado, mand¨® en redondos y naturales, abroch¨® las tandas con pases de pecho extraodinarios, y a la de cuadrar, se tom¨® el tiempo necesario mudando terrenos y encelando lo debido al toro distra¨ªdo, para ejecutar el volapi¨¦ derecho, seg¨²n dictan los c¨¢nones.
Tampoco la faena fue de oreja, aunque puestos a comparar, ten¨ªa el valor a?adido de la torer¨ªa que en todos sus pasajes imprimi¨® Jos¨¦ Luis Palomar. Se preguntaba la afici¨®n por qu¨¦ a este no y al otro s¨ª, y para restablecer el justo orden arbitrariamente alterado, al otro le dec¨ªa no, con gritos, y a este s¨ª, con ovaciones.
Toros protestados por su invalidez, no los devolv¨ªa al corral el funcionario Luis Espada que, en cambio, cerraba incompletos los primeros tercios, para evitar que un castigo administrado en regla acabara liquidando a los flojuchos animales. El calor hac¨ªa estragos en el funcionario Luis Espada. Qu¨¦ tarde dio a la afici¨®n.
La invalidez de uno de esos toros imposibilit¨® el toreo que pretend¨ªa Jos¨¦ Luis Palomar. Otro fue el que abri¨® plaza y Justo Ben¨ªtez no consigui¨® cogerle el temple. Justo Ben¨ªtez ten¨ªa el d¨ªa destemplado y el cuarto le estuvo achuchando y arrebatando la muleta continuamente, pese a que embest¨ªa boyante. El sexto, por el contrario, lo hac¨ªa incierto, venci¨¦ndose peligrosamente por el pit¨®n derecho, y El Fundi dio la medida de su valor intentando reiteradamente el toreo en redondo y al natural.
Los tres diestros banderillearon todos los toros, en solitario o cedi¨¦ndose los trastos, con tan poco arte, que el p¨²blico les ped¨ªa dejaran la tarea a los peones, por caridad. Pero ni por caridad se privaron de banderillear, al aire del cuarteo, a toro pasado, Ben¨ªtez y Palomar prendiendo los palos donde cayeran, y eso si los prend¨ªan.
El p¨²blico soportaba estas trazas con resignaci¨®n. Qu¨¦ iba a hacer. Lo que no soportaba era la incoherencia del presidente Luis Espada, y se puso de mal talante. La afici¨®n abandon¨® el coso seriamente traumatizada; don Mariano agitaba enfurecido un ejemplar del reglamento; la Tumbacristos, aficionada a?eja, se iba a rasgar las vestiduras; los turistas preguntaban a qu¨¦ ven¨ªa tanto alboroto, y cuando les dijeron que era por una oreja, se quedaron estupefactos.
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