'Perestroika' para todos
El autor reflexiona sobre la honradez pol¨ªtica de las expectativas que desde Occidente suscitan la perestroika sovi¨¦tica impulsada por Mijail Gorbachov y las reformas pol¨ªticas en marcha en los pa¨ªses socialistas.
Existe no poco inter¨¦s por lo que est¨¢ sucediendo en los pa¨ªses del Este, y muy especialmente en la URSS. Existe igualmente una no disimulada expectativa. Y no se oculta la incertidumbre acerca de las consecuencias de lo que all¨ª se ha puesto en marcha. Con excesiva frecuencia, sin embargo, el inter¨¦s no es otro que ver reforzada la confianza en un concepto de libertad que se quiere sin alternativas posibles. La expectativa tiene aires caritativos, puesto que se supone que tales pa¨ªses comienzan a salir de las tinieblas para acceder a la luz democr¨¢tica. Y la inc¨®gnita respecto a lo que suceder¨¢ no es sino un semihip¨®crita temor a que el avance en la democratizaci¨®n (que por definici¨®n habr¨ªa de ser semejante a la nuestra) se estanque en el camino o, peor a¨²n, sea el triunfo definitivo de los m¨¢s trogloditas.La imagen no es nada ingenua. Es, obviamente, interesada. Y posee la inconfesada perversi¨®n de ver en el cambio ajeno una mejora mec¨¢nica de lo propio. Y es que si los pa¨ªses comunistas rompieran con sus estructuras actuales para ser sin m¨¢s parte del occidente pol¨ªtico, la autoconfianza de los pa¨ªses capitalistas aumentar¨ªa. Que se necesita alguna medicina no es ning¨²n secreto. El fascismo avanza (l¨¦ase Francia y no s¨®lo Francia), el racismo est¨¢ bien servido en muchos de los Estados llamados democr¨¢ticos y los te¨®ricos o fil¨®sofos pol¨ªticos no hacen sino insistir en la crisis fatal de las democracias.
Es curioso, no obstante, que la imagen citada es muy distinta, y hasta contradictoria, con lo que se llevaba hasta hace muy poco tiempo. Por eso no es extra?o que muchos de los te¨®ricos de la confrontaci¨®n (aquellos que nos ped¨ªan que nos prepar¨¢ramos, en guerreros, contra los pa¨ªses del Este) callen o balbuceen. Porque su tesis central era que, dada la militarizaci¨®n creciente e imparable de la URSS, su pol¨ªtica exterior no podr¨ªa traducirse sino en agresividad incontenible. Bajar la guardia, en consecuencia, ante tal peligro ser¨ªa una idiotez o un suicidio. Los que rotundamente afirmaban lo anterior proven¨ªan, conviene recordarlo (y en una conversi¨®n casi paulatina) de la izquierda cl¨¢sica o de la ultraizquierda.
A modo de ejemplo se podr¨ªa citar el libro de un conocido pensador franc¨¦s cuyo t¨ªtulo (no hace mucho traducido al castellano) es harto significativo: Ante la guerra. Por si hubiera alguna duda, el mismo autor nos advierte nada m¨¢s comenzar el libro que dicho t¨ªtulo no significa algo as¨ª como "antes de la guerra", sino que, m¨¢s decisivamente, quiere decir que nuestra situaci¨®n s¨®lo es inteligible "desde la perspectiva de la confrontaci¨®n". Se pod¨ªa haber mordido la lengua, ya que en muy poco tiempo los hechos han ido en sentido contrario. Las propuestas de paz han procedido precisamente de aquellos que, seg¨²n el t¨®pico, s¨®lo podr¨ªan vivir de, por y para la guerra.
Por eso los m¨¢s espabilados han comenzado a dar la vuelta al asunto. La URSS, dicen ¨¦stos, necesita un respiro para poner su casa en orden. Los objetivos seguir¨ªan siendo los mismos. La maldad del sistema, id¨¦ntica. S¨®lo los modos habr¨ªan cambiado. Pero vuelco tan radical en la argumentaci¨®n sugiere una dosis considerable de mala fe. M¨¢s que de argumentaci¨®n, se trata de adaptaci¨®n para no perder la cara. Es la actitud dogm¨¢tica que no tolera refutaci¨®n. Y hablando de dogmas, quiz¨¢ caiga tambi¨¦n uno de los m¨¢s arraigados a la hora de hablar de los pa¨ªses con socialismo llamado real: la imposibilidad de que en ellos se d¨¦ cualquier cambio sustancial desde dentro.
Si toda la cuesti¨®n se redujera a que tales pa¨ªses se est¨¢n deslizando, a mayor o menor velocidad, del modelo pol¨ªtico que hab¨ªan sostenido hasta el momento a un modelo liberal-capitalista, lo ¨²nico que cabr¨ªa observar es que el capitalista, de hecho, habr¨ªa ganado. Uno tiene la sospecha, sin embargo, de que las cosas no son tan simples. M¨¢s a¨²n, se podr¨ªa decir que incluso si ¨¦se fuera el final de los pa¨ªses socialistas, lo m¨¢s relevante se est¨¢ jugando actualmente y a otro nivel.
Contenido del socialismo
Continuemos con la sospecha. Lo que en buena medida se estar¨ªa planteando es una forma de mantener el contenido del socialismo sin caer en la dictadura real de un solo partido. Para algunos esto siempre ha sido la cuadratura del c¨ªrculo. Para otros, tal vez menos dogm¨¢ticos y m¨¢s ilusionados, las movilizaciones informales, culturales, antiestalinistas, revitalizadoras de los soviets, los rasgos frentepopulistas, etc¨¦tera, son justamente el cr¨ªterio de que la cuadratura del c¨ªrculo no s¨®lo puede desaparecer, sino que se pueden introducir formas nuevas de conducta pol¨ªtica que mejoren todas las actuales.
Importa, sin duda, que exista una cr¨ªtica real, lo cual supone a su vez libertad de expresi¨®n. Pero importa a¨²n m¨¢s que los cambios sean reales y los intereses ciudadanos realmente equilibrados. De ah¨ª que frente al peligro de ficci¨®n y superficialidad de la representatividad de las democracias habituales (que m¨¢s que representar dichos intereses los paralizan por medio de una cr¨ªtica meramente externa o, peor a¨²n, pronta a olvidar o a ejercer de simulacro de cambio) no deja de ser atractivo un procedimiento en el que la confrontaci¨®n social vaya por delante.
?Por delante de qu¨¦? Por delante de una interesant¨ªsima idea de libertad que se ofrece a los ciudadanos m¨¢s como imposibilidad de otra cosa que como desarrollo de sus virtudes. El tipo de democracia de esta manera reclamado ser¨ªa en verdad democracia popular.
Por otro lado, no estar¨¢ de m¨¢s recordar que el problema de las nacionalidades en la URSS es una buena piedra de toque en la evoluci¨®n del sistema sovi¨¦tico.
Es de suponer que a los armenios no les consuele mucho saber que los de Azerbay¨¢n tambi¨¦n son socialistas. Alguien podr¨ªa objetar que en un sistema aut¨¦nticamente socialista los problemas desaparecer¨ªan. Se le podr¨ªa dar la raz¨®n si lo que quiere decir es que un sistema socialista es aquel que entiende, entre otras cosas, que la represi¨®n no suele tener colores.
Lo que ocurre en la URSS y en algunos pa¨ªses del Este es de inter¨¦s. No s¨®lo para ellos. Lo es para una concepci¨®n de Europa menos provinciana y autosatisfecha. Y lo es para todo el mundo. La mejor manera de aprovechar lo que all¨ª ocurre es empezar a poner en duda lo que uno tiene.
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