El ¨²ltimo cubista
Ha muerto Francis Ponge. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez nos ense?¨® que en literatura debemos ser tolerantes con los j¨®venes, exigentes con los maduros y comprensivos con los viejos. Pero no dijo nada de los muertos.Para muchos, Ponge estaba muerto hac¨ªa ya algunos a?os. Era un poeta que no escrib¨ªa en verso o que prefer¨ªa no hacerlo. Lo hac¨ªa en prosa y de una manera fragmentaria. En general, proced¨ªa en su escritura con la t¨¦cnica del collage. Eso, durante a?os, se tom¨® por un signo inequ¨ªvoco de inteligencia.
La obra de Ponge, como a ¨¦l mismo le hubiera gustado describirla, se parece morfol¨®gicamente a un gran, muro. Cada una de sus prosas tiene el aspecto de un peque?o bloque de granito, cortado a escuadra. Ponge dispuso estos cubos en hilera, como el que tiende una muralla. ?Para defender qu¨¦? ?sas son las contradicciones de los vanguardistas: terminan defendi¨¦ndose siempre.
Escribi¨® sobre casi todo lo que le rodeaba de una manera curiosa. Quiz¨¢ escribi¨® as¨ª porque era un materialista convencido y de buena fe.
Cre¨ªa demasiado en la naturaleza y las cosas como para dejar que el yo rom¨¢ntico del poeta viniera a echar m¨¢s le?a al fuego. Ponge parec¨ªa pensar que las emociones y el pescado se conservan mejor entre hielo.
La redacci¨®n de su prosa recuerda m¨¢s las actas de un notario que el arrobamiento de un poeta. Supongo que en esto hay que ver una iron¨ªa pongiana.
Durante muchos a?os tom¨® el partido de las cosas. La palabra del d¨ªa era compromiso. Al tiempo que se sal¨ªa del partido comunista, en 1947, se compromet¨ªa con la realidad. Se conoce que no era posible la doble militancia. En esa ¨¦poca se aficion¨® al ingenio, el vicio franc¨¦s, como dijo Stendhal. V¨¦ase La rage de l'expression, 1952. Es un libro que est¨¢ lleno de lo que ¨¦l llama trouvailles, es decir, pasatiempos y juegos de palabras, eso que gusta tanto en los cuarteles. Sin embargo, estas tracas se tomaron como verdadero fuego graneado, aunque algunos las disculpaban por creerlas una broma del autor. Nada m¨¢s falso. Desde Moli¨¦re y Proust, los escritores franceses tienen muy poco sentido del humor.
Ponge era culto, muy culto incluso. Proced¨ªa para sus collages como los surrealistas, con los que milit¨® por cierto en 1930 Acarreaba, material de las obras de los cl¨¢sicos franceses (esos escritores que s¨®lo leen los franceses en los liceos), viejos diccionarios y dem¨¢s escombreras.
La frialdad del acero
Supongo que Ponge ten¨ªa una s¨®lida teor¨ªa po¨¦tica. Es imposible no tenerla escribiendo como ¨¦l lo hace. No la conozco. Me he limitado a leer seis u ocho libros suyos, no siempre completos, traducir alg¨²n poema y admirarme de cuando en cuando por ese destello de alguna de sus frases. Brillan en el aire con la frialdad del acero antes de clavarse en la v¨ªctima. Tambi¨¦n recuerdo una larga entrevista que le hizo Philipe Sollers en aquellos a?os en los que el joven Sollers no sospechaba que terminar¨ªa pareci¨¦ndose a un escritor del siglo XIX.
Ponge podr¨ªa ser un poeta cubista, pero no renunci¨® a ciertaliturgia rom¨¢ntica. Quiz¨¢ la heredera del Valery de los Cahiers. Para empezar, Ponge hablaba de escritura y no de poes¨ªa. Todo un s¨ªntoma. Tambi¨¦n le gustaba hacer constar ciertas objetivaciones del poema: el lugar en que fue escrito, circunstancias, d¨ªa, hora, a?o, compa?¨ªa. Lo hace como si llevara un cuaderno de bit¨¢cora. Sus libros tienen todos un aire provisional de cuadernos escolares. En general, cada uno de sus poemas empieza como una redacci¨®n escolar: "La antracita o el carb¨®n por excelencia" (Pi¨¦ces, 1961). El m¨¦todo tiene resonancias entre nosotros: Neruda. Tal vez la militancia pol¨ªtica, como el gris¨², les hermanaba a todos en esa galer¨ªa letal.
Hoy nos comunican que Ponge ha muerto. Crey¨® en las palabras m¨¢s que en las cosas. Pero crey¨® en algo. Eso le salvar¨¢. Ponge hab¨ªa sido protestante. Entre sus libros prefiero uno, se titula El Sena. No s¨¦ que se haya traducido nunca al castellano. Termina as¨ª. El Sena desemboca y Ponge a?ade: "Comme en la mer... Mais l¨¢ commence un autre livre, o¨² se perde le sens et la pr¨¦tention de celui-ci..."
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