Interpelaci¨®n sobre un secuestro
LA CARTA con la que Margarita Revilla acaba de dirigirse a la opini¨®n p¨²blica, cuando pronto van a cumplirse los seis meses del secuestro de su padre por ETA, no s¨®lo es un documento que pone ante la mirada de todos la situaci¨®n de angustia y de zozobra en que est¨¢ sumergida su familia; es tambi¨¦n una denuncia sin contemplaciones del innoble proceder de los raptores de su padre, incapaces de cumplir sus propias reglas -"Hemos hecho todo cuanto se nos ha exigido", dice la hija de Revilla-, y una seria interpelaci¨®n al Gobierno respecto de su actuaci¨®n a lo largo del secuestro.El calvario que viven desde hace ya casi seis meses los familiares de Emiliano Revilla no es un hecho menor en toda esta historia, por m¨¢s que pueda parecerlo en relaci¨®n con la indudable gravedad de una acci¨®n terrorista que desaf¨ªa al propio Estado y pone en peligro la seguridad y la convivencia de los ciudadanos. Aunque pueda parecer una obviedad, no est¨¢ de m¨¢s recordar algo que desde la omnipotencia del Estado se puede olvidar con facilidad: el ciudadano de carne y hueso tiene derecho a toda la protecci¨®n de la ley y a no ser sacrificado en aras de supuestos o reales intereses superiores. En todo caso, no debe extra?arse nadie de que quien es as¨ª tratado se levante y proteste e interpele a los que se arrogan un poder tan discutible sobre la suerte de los dem¨¢s. Todas las cuestiones que en este sentido plantea p¨²blicamente Margarita Revilla no s¨®lo son humanamente comprensibles; tambi¨¦n tienen tina fuerte base l¨®gica y pol¨ªtica, y no deber¨ªan ser desechadas sin m¨¢s. Por el contrario, deber¨ªan servir al menos para la reflexi¨®n.
As¨ª, las referencias que la hija de Revilla hace en su carta sobre determinadas actuaciones oficiales en relaci¨®n con su familia o con los polic¨ªas franceses que interceptaron el rescate pagado a ETA por la libertad de su padre podr¨¢n ser tachadas de subjetivas. Pero ser¨ªan necesarios argumentos de peso para rebatir la cuesti¨®n que arroja sobre el tapete: que nadie pretenda que las responsabilidades del Gobierno se agotan con perseguir a los Revilla cada vez que intentan pagar por la libertad de su padre. Sin duda, ¨¦ste es el nudo del problema, y no hay por qu¨¦ dudar de que el Gobierno est¨¢ haciendo lo que est¨¢ en su mano para desenredarlo, aunque hasta ahora ha dado muestras de destreza y perspicacia para interceptar los rescates y de ineficacia en la liberaci¨®n del secuestrado. Sin embargo, en una escala de prioridades en un caso de secuestro la principal obligaci¨®n de los gobernantes de un Estado asentado en la raz¨®n y el derecho es la liberaci¨®n con vida de la persona secuestrada y, si es posible, la detenci¨®n de sus captores y su puesta a disposici¨®n de la justicia; tambi¨¦n, desde luego, impedir que se produzca el pago exigido y evitar que con el dinero as¨ª obtenido se pueda seguir matando y organizar otros secuestros. Pero tras los casi seis meses de secuestro de Emiliano Revilla no es nada extra?o que sus familiares tengan la sensaci¨®n de que se pone m¨¢s empe?o en dificultar sus intentos de pagar el rescate que en buscar el lugar donde haya sido encerrado su padre y liberarlo. El Gobierno debe hacer todo lo posible para impedir que esa sensaci¨®n comience a traspasar los muros de la casa de los Revilla.
Por lo dem¨¢s, los interrogantes que Margarita Revilla plantea a los secuestradores de su padre, por m¨¢s cargados de raz¨®n que est¨¦n, es dudoso que sean escuchados y comprendidos por una organizaci¨®n terrorista cuya l¨®gica interna no es otra que la de utilizar en sus acciones m¨¦todos tan criminales como son sus fines. Ello no obsta para que ponga en evidencia el poco respeto que ETA tiene, cuando le conviene, por sus propias reglas: los secuestradores prolongan el cautiverio del industrial y en su inhumanidad no se dignan siquiera transmitir alguna noticia esperanzadora sobre su estado de salud. Porque del mensaje lanzado por Margarita Revilla sobre el secuestro de su padre queda claro que sus familiares han cumplido todas las exigencias de los terroristas. Ahora - s¨®lo queda que ¨¦stos devuelvan la libertad a, quien se la arrebataron a la fuerza y no a?adan m¨¢s horror a su inhumana actuaci¨®n.
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