Garbanzo negro
Me resulta extra?o que, ante las declaraciones que se han realizado ¨²ltimamente relacionando a algunos funcionarios de prisiones con la presencia de droga en las c¨¢rceles, no se hubiera producido ninguna reacci¨®n por parte de un colectivo con "gran honradez profesional, muchas veces ignorado en sus derechos, olvidado en sus necesidades y con una tarea social delicada, ingente y poco gratificante en muchos casos"; lo entrecomillado corresponde a la carta de don Jos¨¦ A. G¨¢lvez Serrano, EL PA?S, 17 de agosto de 1988.Yo no pongo en duda la veracidad de la descripci¨®n que el se?or G¨¢lvez hace del colectivo al que pertenece, pero empezaba mi carta mostrando mi extra?eza porque no se produjera esta reacci¨®n, ya que ser¨ªa la primera vez que se censura la conducta de alg¨²n miembro de un colectivo sin que ¨¦ste salga en defensa de los grandes m¨¦ritos que tienen sus componentes.
Fue vergonzoso o¨ªr por radio, hace unos d¨ªas, las declaraciones de un miembro de la Administraci¨®n (no recuerdo qui¨¦n) en las que, pretendiendo indicar los distintos caminos que puede seguir la droga para entrar en las c¨¢rceles, se perdi¨® en una y mil divagaciones al llegar al ¨²ltimo de ellos, para al final, y muy t¨ªmidamente, citar a alg¨²n funcionario.
?Por qu¨¦ hay siempre tanto miedo en exponer a la luz p¨²blica el garbanzo negro del cocido?
Y es que por un corporativismo muy mal entendido, en vez de intentar ser ellos mismos quienes arrojen luz, y al individuo (o individuos) de su seno, cierran el c¨ªrculo y se ponen todos a la defensiva, provocando que las pruebas y el descr¨¦dito, cuando en muchos casos son evidentes, recaigan sobre el grupo, en lugar de hacerlo sobre el responsable.-
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