Ni?o de la Capea liga
Ni?o de la Capea hizo ayer en Colmenar algo inusual en ¨¦l: ligar. Enti¨¦ndase bien, ligar los pases, sin enmendar terrenos. La otra acepci¨®n M t¨¦rmino se queda para Espartaco, cuyas gr¨¢ciles miradas, acompa?adas de sonrisaprofid¨¦n, a las so?adorasfans, son marca de la casa. Con los toros que saltaron a la arena no era dificil ejercer esta caracter¨ªstica fundamental del toreo. Su escasez de fuerzas, unida a su nobleza y docilidad, les llevaban a veces al borreguismo. Estas facilidades obligaban a las dos figuras del cartel a bordar el toreo.S¨®lo se acerc¨® a ello Ni?o de la Capea en el cuarto. Despu¨¦s de brindar al p¨²blico inici¨® una labor con elegancia y clase en la que destac¨® la ligaz¨®n. Hasta dos series de seis naturales dio en un palmo de arena, a las que siguieron las tandas de redondos de semejante factura. Se adorn¨® con deleitosos cambios de mano,y siempre domin¨® la situaci¨®n. En algunas ocasiones carg¨® la suerte, en otras tore¨® a comp¨¢s abierto, y en las m¨ªnimas, nadie es perfecto, con la suerte descargada. Mat¨® recibiendo y, ya desatado el triunfalismo, se dio la vuelta al ruedo a un toro que distaba mucho de ser bravo. La faena del salmantino al primero fue similar, ligada, pero falta de transmisi¨®n.
Romero / Ni?o de la Capea, Espartaco, Lozano
Cuatro toros de Ana Romero y 1? y 6? de Montalvo, bien presentados, flojos, c¨®modos de cabeza y nobles; 62, manso. Ni?o de la Capea: ovaci¨®n; dos orejas. Espartaco: aviso con petici¨®n; oreja. Fernando Lozano: ovaci¨®n en ambos. Plaza de Colmenar, 29 de agosto. Tercera corrida de feria
Espartaco no lo bord¨®, su toreo se qued¨® en remendones. No lig¨® los muletazos y actu¨® ventajista y despegado. Dio pases a mansalva, pero sus noblotes enemigos ped¨ªan m¨¢s calidad. No obstante, su entrega, evidente carisma y poder de conexi¨®n con el p¨²blico, salvaron su tarde.
Lozano, a su vez, salv¨® el pellejo por la nobleza del tercero, que le arroll¨® teni¨¦ndolo a su merced durante largu¨ªsimos segundos. El diestro sufri¨® una aut¨¦ntica paliza con m¨²ltiples contusiones que le llevaron a la enfermer¨ªa, de donde sali¨® para lidiar el ¨²ltimo. Lo hizo con el mismo defecto de falta de mando y marcar muy poco el viaje que le cost¨® los arreones en el anterior. Este sexto, manso y con mayor peligro, volvi¨® a ameIiazarle. Lozano lo pasaport¨® pronto para alivio de todos, pues para sustos cercanos al infarto bastaban los de su primer enemigo.
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