'Convicci¨®n y reverencia'
Como usted dice, no cabe duda de que el sentido de la palabra pr¨®jimo, se?or Escohotado (Convicci¨®n y reverencia, EL PA?S, 25 del actual), var¨ªa seg¨²n lo use Jes¨²s o Mois¨¦s. En el caso de los jud¨ªos, su vigencia se inicia efectivamente en la comunidad, o en cualquier otro marco inmediato para proyectarse luego hacia afuera. Es que el significado de la palabra -todo significado es necesariamente contextual para no ser meramente nominal o declarativo- expresa una experiencia compartida, un pacto t¨¢cito de participaci¨®n en un sentido pr¨¢ctico de la realidad que ni desprecia a otros ni requiere convertirlos por las buenas o las malas. El hecho de restringir una responsabilidad ¨¦tica a aquellos para los cuales es relevante, significativa y soberanamente decidida no muestra m¨¢s que respeto a las diferentes exigencias ¨¦ticas planteadas por otras comunidades y una buena interpretaci¨®n del no juzgu¨¦is de Jes¨²s. La historia de la colonizaci¨®n civilizatoria est¨¢ llena de ejemplos desastrosos al amar los europeos a sus colonizados como se amaban a s¨ª mismos.Es m¨¢s, el imperativo que la conversi¨®n de los dem¨¢s supuso para el cristianismo constituye, seg¨²n vuestra propia definici¨®n, la expresi¨®n extrema de la reverencia como opuesta a la convicci¨®n.
Por otra parte, los hechos del pasado nos han mostrado lo que sucede cuando se ama al g¨¦nero humano en su totalidad. Baste recordar que tard¨® mucho hasta que ¨¦ste incluyera a indios y negros, cosa comprensible si se considera que el concepto g¨¦nero humano no trae consigo su propio significado. El amor, aun con aquellos que se diferencian de nosotros en sus preceptos, se origina de lo concretamente compartido, de lo negociado m¨¢s bien que de la postulaci¨®n de un principio universal de gran reverencia y de poco concepto.
Me sorprendi¨® tambi¨¦n que alguien tan ostentosamente bien informado sobre el juda¨ªsmo considere que los preceptos talm¨²dicos expresan un "seco rigor" y requieren una "obediencia meticulosa". Los talmudistas, conscientes de que las reglas no significan nada sin su interpretaci¨®n, iniciaron una tradici¨®n en la cual los preceptos son permanentemente investigados, as¨ª como las condiciones que permiten o no su aplicaci¨®n y su traducci¨®n a las siempre variables situaciones actuales. El cuerpo del Talmud no es m¨¢s que la historia continua de la interminable construcci¨®n pr¨¢ctica de la ley. Es as¨ª como debe entenderse el ejercicio de la libertad, que s¨®lo existe dentro del marco de una voluntad legisladora que delimita un espacio social y una memoria compartidos.
Para finalizar, la espontaneidad ¨¦tica de Jes¨²s le es exclusiva. Desde entonces rige para los cristianos la autoridad interpretativa de la Iglesia con el rigor agregado de que no se trata de una autoridad espont¨¢neamente surgida de la comunidad, sino de una instituci¨®n que la concibe como "pueblo adquirido" (Pedro, 1, 2-9) por ella.-
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