Representar el futuro
A finales del siglo pasado, un tal Jean Marc Cot¨º, dibuja una serie de estampas sobre la vida en el a?o 2000. Ahora, Isaac Asimov las ha reunido en un volumen, Nostalgia del futuro, que acaba de aparecer en Italia, y comenta airosamente la diferencia entre la realidad y la imaginaci¨®n futurol¨®gica.Las estampas de Cot¨º tienen las caracter¨ªsticas de los dise?os de Robida o de las ilustracionies de Las maravillas de 12000, de Salgari, por no hablar naturalmente de la imaginer¨ªa verniaria. Y la impresi¨®n que siempre nos causa esta especie de premoniciones vistas con una mentalidad posterior es que hab¨ªa una idea (el aspirador, el submarino, el helic¨®ptero, el tanque y cosas por el estilo), pero la realizaci¨®n imaginada era antiecon¨®mica. S¨®lo por poner un ejemplo: Salgari imaginaba la ciudad del futuro recorrida por grandes elefantes mec¨¢nicos que aspiraban la basura con la trompa (prueba de ello es que actualmente Nueva York est¨¢ m¨¢s sucia que San Giminiano), mientras que los medios de que podemos disponer son mucho m¨¢s simples. El problema no previsto acaso sea d¨®nde verter los detritos una vez recogidos.
Lo que hace antiecon¨®mica la previsi¨®n futurol¨®gica es que, si ideamos una novedad, s¨®lo podemos imaginarla teniendo como referencia lo que ya conocemos (por eso todas las primeras utop¨ªas del vuelo humano part¨ªan del principio de que las alas deb¨ªan ser batientes, corno las de los p¨¢jaros), mientras que teniendo como referencia la idea de algo que no conocernos s¨®lo nace la idea de algo; sin embargo, su realizaci¨®n requiere algo que todav¨ªa no alcanzamos a imaginar. Y esto nos revela cosas sobre la din¨¢mica de la invenci¨®n, por un lado, y sobre el modo en que nuestro aparato cognoscitivo puede concebir las cosas que todav¨ªa no conoce, por otro.
Toda la historia de la filosof¨ªa est¨¢ atravesada por el problema de c¨®mo podemos hablar de Io inexistente o de lo imposible. De hecho, se supone que, si hablamos de ello, corresponde a la palabra (o a otro signo) un contenido mental de alg¨²n tipo y se piensa err¨®neamente que este contenido consiste en una imagen vivida y precisa. No es as¨ª: si retenemos de alg¨²n modo que la palabra manzana nos evoca una imagen, la expresi¨®n ra¨ªz cuadrada nos evoca en el mejor de los casos un procedimiento, o bien un signo gr¨¢fico, o la imagen de una p¨¢gina de manual. Imagino que al 99%, de la gente la expresi¨®n cuadratriz le evoca una m¨¢quina, una obrera especializada y, en el mejor de los casos, el correlativo verbal entidad matem¨¢tica. La expresi¨®n c¨ªrculo cuadrado provoca un juego de sobreimpresiones visivas, una visi¨®n casi on¨ªrica muy cercana a un dibujo animado donde un c¨ªrculo y un cuadrado se confunden sin decidirse nunca a ser uno u otro. Por eso siempre estamos ansiosos por concebir un c¨ªrculo cuadrado, sabiendo que para saber qu¨¦ es un c¨ªrculo cuadrado hay que conocer el modo de construirlo. Dado que no se puede construir con escuadra y comp¨¢s, sino s¨®lo a trav¨¦s de una curva que se llama cuadratriz de Ipia-Dinostrato, el c¨ªrculo cuadrado s¨®lo puede ser pensado plenamente por un matem¨¢tico que conozca la regla para construirlo. Y tambi¨¦n este mismo podr¨ªa representar diagram¨¢ticamente la regla de construcci¨®n, pero no el objeto en carne y hueso.
Pensar en el futuro significa pensar en algo vago sin que se conozca la regla para construirlo. Puedo pensar en el descubrimiento de un planeta cuyos habitantes tengan una pierna tambi¨¦n en la espalda, util¨ªsima para descansar tumbados al aire libre, y que respiren una atm¨®sfera compuesta s¨®lo de cloro. Pero podr¨ªa decir que verdaderamente s¨¦ algo de estos seres si llegara a dise?ar, a proyectar, un sistema circulatorio y respiratorio capaz de funcionar con cloro y un sistema de articulaciones que ensamblara la pierna posterior en una espina dorsal. Probablemente dicha pierna, en el caso de que existiera, tendr¨ªa que ser retr¨¢ctil; de otra manera, provocar¨ªa desequilibrios durante la locomoci¨®n vertical. Pero, si es retr¨¢ctil, no puede hacer que otros la vean: para conseguirlo debo mostrarla como no construible, torpe, inveros¨ªmil. Y por eso la representaci¨®n de lo ignoto es siempre fatalmente c¨®mica.
En el libro de Asimov, las im¨¢genes menos c¨®micas son aquellas que han dado en el blanco y han anticipado una construibilidad posible: el tanque, el bombardero a¨¦reo, la comida s¨®lo a base de p¨ªldoras, la cocina con aditivos qu¨ªmicos. No s¨¦ si es una casualidad, pero s¨®lo llegamos a prever las desgracias.
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