Casta mala

El ganado de mala casta que dispone la empresa para los festejos veraniegos, donde parece que toreros, p¨²blico, plaza, fiesta, le traen sin cuidado: eso sali¨® ayer en Las Ventas, una vez m¨¢s. Como si hubiera comprado de saldo los novillotes, ning¨²n juego dieron: del orden de los amoruchados, se paraban en los enga?os. S¨®lo ten¨ªan fachada, suficiente en esas corridas que dan por ah¨ª. H¨¢bil empresa, para su peculio, mientras fiesta, plaza, p¨²blico, toreros, se los pone por montera. Porque puede, tambi¨¦n es cierto, pues la Comunidad -propietaria del coso-, en lugar de tomar cartas en el asunto y exigir una gesti¨®n seria, le prorroga la contrata, sirvi¨¦ndole en bandeja los adecuados instrumentos para que ejerza un dominio desp¨®tico sobre la fiesta.Afici¨®n fiel, coso de m¨¢xima categor¨ªa, espect¨¢culo en alza, toreros con valor e ilusiones, sucumb¨ªan ayer, de nuevo, a la mezquindad de quien mangonea el cotarro, y as¨ª result¨® la novillada: desesperante y s¨®rdida. Manolo y Fern¨¢ndez Meca en sus dos novillos, V¨ªctor Manuel Bl¨¢zquez en el ¨²ltimo, porfiaron unas embestidas imposibles. El primer novillo, jabonero careto, hasta parec¨ªa toreado. Manolo se enfrent¨® al g¨¦nero con valor, serenidad y buen oficio. Fern¨¢ndez Meca estuvo pundonoroso y no pudo evitar que le desarmaran los hachazos del quinto. El sexto acudi¨® a los primeros cites de largo que le hac¨ªa Bl¨¢zquez, pero enseguida se puso a regatear, igual que todos.

El tercero volvi¨® al corral, por cojo, y el sobrero, aunque manso, ya parec¨ªa toro de lidia; por lo menos embest¨ªa. Bl¨¢zquez le corri¨® la mano en redondos, encel¨® al natural su escasa fijeza, cuaj¨® una faena animosa y torera. Compactos grupos de partidarios exteriorizaban ruidosamente su blazquismo, y le aclamaron, le arrojaron flores, le pidieron la oreja. Demasiado, la oreja, con lo mal que mat¨®, en la modalidad del bajonazo. El titular de la causa estuvo bien en conjunto, inspirado en quites por chicuelinas, desigual en banderillas, que unas veces prend¨ªa reuniendo, otras sin reunir, y otras, sencillamente, sin prender. En realidad, los tres espadas estuvieron bien. Demasiado, para la mala casta del saldo que les echaron.