La presi¨®n econ¨®mica sobre los l¨ªderes mundiales
En Wall Street y en la City de Londres, inversores y especuladores temen que las buenas noticias sean ciertas. "?Debemos malvender nuestros bonos antes que la Reserva Federal y otros bancos emisores pisen con fuerza el freno de la pol¨ªtica monetaria?".El candidato republicano a la presidencia, George Bush, busca desesperadamente noticias alentadoras para compensar el pesimista sondeo sobre sus votos, que a¨²n le sit¨²a detr¨¢s de Michael Dukakis. Es preciso que el panorama econ¨®mico le ofrezca alg¨²n alivio a Bush.
Lo que Bush rechaz¨® en 1980, cuando eran rivales a la nominaci¨®n republicana, como la voodoo economics (econom¨ªa de magia negra) de Reagan, parece para los no economistas estar funcionando. ?Si las fuerzas astrol¨®gicas hechizaran a la oposici¨®n dem¨®cratal
?Qu¨¦ se preguntan los dirigentes europeos, los de la cuenca del Pac¨ªfico y los de las naciones en desarrollo?: "?Cu¨¢nto tiempo durar¨¢n las buenas noticias con el crecimiento de la producci¨®n y una inflaci¨®n controlada? ?Puede seguir manteni¨¦ndose la recuperaci¨®n del d¨®lar con respecto al marco y al yen? ?Pagar¨¢ el mundo por el pr¨®spero 1988 con un a?o de recesi¨®n en 1989? ?Ser¨¢n corregidos por el nuevo presidente electo en noviembre los espectros gemelos del enorme d¨¦ficitfiscal y de la balanza de pagos? Si as¨ª fuera, ?ser¨¢, para una prosperidad mundial, peor la cura que la propia enfermedad?".
No tengo respuestas precisas para estas dificiles preguntas. Tampoco s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ el candidato triunfante a la presidencia.
Sin embargo, afortunadamente, no resulta importante cu¨¢l de los dos partidos sea el vencedor. El gobernador Dukakis no est¨¢ arraigado en el pueblo como Jessie Jackson ni el vicepresidente Bush es un Herbert Hoover. Como analista, puedo predecir que ambos ser¨¢n cautos hasta el grado de la timidez en lo que respecta a dr¨¢sticos cortes en los futuros d¨¦ficit presupuestarios.
El mundo m¨¢s all¨¢ de EE UU ha vivido y prosperado con la juerga econ¨®mica de las reaganomics (econom¨ªa realizada por Reagan). Se las arreglar¨¢ para coexistir con la nueva legislaci¨®n que inventar¨¢n la nueva Casa Blanca y el pr¨®ximo Congreso.
No hay que ilusionarse esperando que se produzca un equilibrio en el comercio exterior norteamericano ni deben esperarse milagros en lo que concierne a la aciaga herencia del d¨¦ficit estructural de Reagan.
Lo que s¨ª puede considerarse como una esperanza realista, ya que se trata de un reconocimiento tard¨ªo, es que nuestra sociedad, que ahorra muypoco, se ha convertido en una sociedad que est¨¢ sujeta a una baja presi¨®n fiscal.
La receta del diablo
?sta ha sido la receta del diablo para una sociedad que invierte y ahorra poco y que, adem¨¢s, depende excesivamente para la creaci¨®n de su capital interno de los fondos y propiedades de ahorristas extranjeros. Esperemos que finalmente el electorado termine con este callej¨®n sin salida y concluya la d¨¦cada de los ochenta con una correcci¨®n del sistema fiscal.
El gobernador de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ha demostrado hasta ahora ser un digno sucesor de Paul Volcker. El d¨ªa del crash de octubre, la Reserva Federal anunci¨® que facilitar¨ªa el cr¨¦dito suficiente para que no cundiera el p¨¢nico si se, produc¨ªa una recesi¨®n. Cumpli¨® su promesa.
A pesar de la pol¨ªtica en un a?o de elecciones, la Reserva Federal ha estado apretando los tornillos del cr¨¦dito como una medicina preventiva contra la acelerada inflaci¨®n. Esto no significa que se haya logrado afinar todo de una manera perfecta, pero demuestra el buen sentido de inclinarse a favor del viento.
Los altos tipos de inter¨¦s de Estados Unidos, debidos a nuestra recuperaci¨®n en las exportaciones y en las inversiones a plazo fijo, han fortalecido temporalmente el d¨®lar en los mercados de cambio extranjeros. Ser¨ªa ingenuo extrapolar este alza. Mi presentimiento es que los tipos de inter¨¦s subir¨¢n en otras partes compitiendo con los nuestros. Me parece que el a?o siguiente al d¨ªa de las elecciones ser¨¢ presumiblemente testigo de un retorno a la debilidad del d¨®lar y no del mantenimiento de su solidez.
Una de las virtudes insuficientemente apreciadas del actual tipo de inter¨¦s variable es que no tenemos que decidir cu¨¢l ser¨¢ la tendencia de los futuros tipos de cambio. Estad¨ªsticas del Fondo Monetario Internacional indican que siete de las econom¨ªas domi nantes del mundo han consegui do desde hace un a?o un 4,5% de crecimiento.
La continuidad de tales tipos de inter¨¦s durante un par de a?os o m¨¢s podr¨ªa ser posible para Europa. Sin embargo, Jap¨®n, Canad¨¢ y Estados Unidos arriesgan definitivamente su ¨ªndice de inflaci¨®n si tratan de mantener el ritmo actual.
Tanto el Banco de Jap¨®n como el Banco de Inglaterra deben estar enfrent¨¢ndose ahora con los mismos dilemas de la Reserva Federal: c¨®mo prolongar la recuperaci¨®n sin crear una tendencia infiacionaria, pero sin perder tampoco su impulso.
La historia de la econom¨ªa est¨¢ llena de casos donde los crashes de bolsa y las grandes recesiones concluyeron con per¨ªodos de expansi¨®n mundial. Aunque parece prematuro para decir que el ciclo comercial se ha extinguido, creo que las econom¨ªas mixtas en la era posterior a Keynes pueden continuar para atenuar las fluctuaciones innecesarias de la vida econ¨®mica.
Resulta aparentemente her¨¦tico para cualquier candidato hablar de econom¨ªa durante la campa?a. Eso no obliga al pr¨®ximo presidente americano a repetir el actual modelo de negligencia nociva.
Traducci¨®n:
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