Orejas a precio de saldo
El presidente de Las Ventas puso ayer las orejas a precio de saldo. Las daba casi sin petici¨®n, por las buenas. Aparec¨ªan alborotones entre el p¨²blico unos cuantos pa?uelos y ya estaba sacando el suyo, izas!, orejazo, como si en lugar de Las Ventas aquello fuera el patio de su casa. Con este precedente, cuando se produjo verdadera petici¨®n mayoritaria de oreja hubo de dar dos y, claro, la segunda de regalo.Es cierto que con principiantes, cual era el caso, no es propio ponerse a exigir ni extremar el rigor, pero eso ya lo hac¨ªa el p¨²blico, que celebraba de coraz¨®n los momentos felices de los toreros, y en los infelices, miraba para otro lado, silbando El sitio de Zaragoza. El presidente, en cambio, no puede permitirse ese lujo, ni con figuras de campanillas ni con principiantes modestos. Su catecismo es el reglamento, que no contempla para nada la demagogia.
Cifuentes / Neila, Perea, Pirri
Erales de Mariano Cifuentes, blandos y c¨®modos. Carlos Neila: pinchazo, otro hondo baj¨ªsimo y otro hondo tendido (aplausos y saludos); media (dos orejas). Pedro Jos¨¦Perea: estocada (oreja con escasa petici¨®n); pinchazo y estocada corta ladeada (oreja). Pirri: estocada trasera tendida (oreja con escasa petici¨®n); nueve pinchazos y estocada -rebas¨® en dos minutos el tiempo reglamentario (vuelta por su cuenta). Los tres y el mayoral salieron a hombros. Plaza de Las Ventas, 24 de septiembre. Final de las novilladas de promoci¨®n.
Diligente al conceder orejas, en cambio no daba avisos, e incurr¨ªa en agravio comparativo: otros toreros, participantes en las mismas novilladas de promoci¨®n cuya final se celebraba ayer, protestar¨¢n con raz¨®n porque ellos no gozaron de tanta manga ancha a pesar de que se vieron en circunstancias m¨¢s dif¨ªciles. Empezando por el toro.
El toro de ayer deb¨ªa ser eral, cierto, pero no una mona. Y fue una mona. Flojucho, comigacho hasta la exageraci¨®n, la castita aguada, devaluaba las interesantes faenas de los j¨®venes diestros. Pudo advertirse, sin embargo, el pundonor de los tres y su buen corte torero. Y adem¨¢s el arrojo de Neila, pese a que toreaba con la suerte descargada; la templanza de Perea, que cuaj¨® en el platillo tres pedresinas m¨¢s tres pases por alto sin mover las zapatillas y luego una impecable tanda de redondos, suaves, largos, bajando mucho la mano de mandar; la ortodoxia de Pirri, torero serio, desacoplado en los derechazos pero reunido, hondo y puro al interpretar el natural.
A salvo defectillos, los tres novilleros instrumentaron las suertes con esperanzadora torer¨ªa. Ahora bien, lo de las orejas y las salidas a hombros mayoral inclu¨ªdo, carga en la cuenta del presidente, que por ser art¨ªfice de aquel triunfalismo desatado, mereci¨® salir a hombros tambi¨¦n, delante de todos.
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