El aislamiento de la literatura espa?ola
Aquel viejo t¨®pico que atribu¨ªa a los pa¨ªses extranjeros envidia permanente de todo lo espa?ol, generadora de sucesivas calumnias y causante de que se hubiese perfilado la imagen de una Espa?a aborrecible, part¨ªa de una seguridad nunca cuestionada: que lo espa?ol era universalmente conocido. Envidia tan descomunal s¨®lo pod¨ªa nacer precisamente desde una rivalidad que valoraba nuestra gloria y nuestra fama en la conciencia de que no era posible igualarlas.Sin embargo, si para basar el t¨®pico pudo haber alguna vez razones de tal ¨ªndole, es preciso apresurarse a se?alar que ahora ser¨ªa pueril cualquier especulaci¨®n de ese tipo. Desgraciadamente, Espa?a es actualmente una gran desconocida en el mundo si consideramos la difusi¨®n de nuestra literatura, que, como se sabe, suele ser uno de los aspectos m¨¢s significativos del rostro de un pa¨ªs fuera de sus fronteras.
Aunque se podr¨¢ contar con datos generales y completos cuando est¨¦ concluido el estudio del Index translationum -publicaci¨®n de la Unesco en que se muestra anualmente el repertorio de traducciones de obras extranjeras- que est¨¢ elaborando el Centro del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura, la situaci¨®n ha sido desoladora en los ¨²ltimos a?os, a juzgar por las obras espa?olas que se traducen ahora por primera vez a otras lenguas o por la presencia de la literatura espa?ola en Francia, pa¨ªs que ha sido tradicionalmente el que, fuera del ¨¢mbito hisp¨¢nico, ha manifestado mayor inter¨¦s por nuestra literatura :
En lo que toca a traducciones de libros espa?oles a lenguas extranjeras, desde 1984 -a?o en que se puso en marcha el sistema espa?ol de ayudas a la traducci¨®n- han sido traducidas por primera vez obras significativas para nuestra literatura que permanec¨ªan in¨¦ditas fuera de Espa?a. El caso m¨¢s espectacular es el de La Regenta, que apareci¨® por primera vez en sueco, franc¨¦s, chino y portugu¨¦s, o el de Fortunata y Jacinta, que fue traducido por primera vez al ingl¨¦s. Otros t¨ªtulos recientemente traducidos o en v¨ªas de traducci¨®n a lenguas mayoritarias (En las orillas del Sar y Platero y yo, al alem¨¢n; Perib¨¢?ez y el comendador de Oca?a, al ingl¨¦s y al alem¨¢n; Tirant lo Blanc, al alem¨¢n y al franc¨¦s, etc¨¦tera) dan idea de las sorprendentes lagunas que, respecto de la cultura espa?ola, existen en las grandes culturas del mundo occidental.Una muestra objetiva de la situaci¨®n se recoge en la revista bibliogr¨¢fica francesa Livres hebdo, que, con motivo de la exposici¨®n espa?ola Livres d'Espagne: dix ans de cr¨¦ation et de pens¨¦e, celebrada en el Centro Georges Pompidou de Par¨ªs la pasada primavera, public¨® un amplio informe titulado Literatura en lengua espa?ola, en el que se recog¨ªan los libros de lengua castellana traducidos y disponibles en Francia.
Dejando aparte a los autores latino americanos, los autores espa?oles disponibles actualmente en las librer¨ªas francesas son poco m¨¢s de 60, a trav¨¦s de unos 300 t¨ªtulos. De tales autores, s¨®lo 16 son anteriores al siglo XIX, y la presencia de su obra es muy fragmentaria; por ejemplo, seg¨²n tal informe, permanece in¨¦dito en Francia el Persiles cervantino. Los ¨²nicos representantes de la literatura espa?ola del siglo XIX son Clar¨ªn, con La Regenta, y Gald¨®s, con tres novelas (Tristana, Nazar¨ªn y Fortunata y Jacinta), y est¨¢ en prensa una selecci¨®n de las leyendas de B¨¦cquer.
Del siglo XX, en la etapa anterior a la guerra civil, est¨¢n traducidas y publicadas obras de 16 autores, de los que seis pertenecen a la llamada generaci¨®n del 27 (Albert¨ª, Aleixandre, Garc¨ªa Lorca, Gil-Albert, Guill¨¦n y Salinas). La ¨²nica obra completa publicada es la de Garc¨ªa Lorca. De Baroja se han publicado seis libros, poca cosa de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y tres obras de Unamuno. Los dem¨¢s autores -hasta 27- son contempor¨¢neos, de los cuales 10 corresponden a la narrativa m¨¢s reciente: F¨¦lix de Az¨²a, Cristina Fern¨¢ndez Cubas, Adelaida Garc¨ªa Morales, Mar¨ªa Ja¨¦n, Javier Mar¨ªas, Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n, Eduardo Mendoza, ?lvaro Pombo, Javier Tomeo y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Si consideramos que est¨¢n a punto de aparecer tambi¨¦n en el mercado franc¨¦s otros libros de autores actuales (Luis Mateo Diez, Alejandro G¨¢ndara, Julio Llamazares, Juan Madrid, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, Antonio Mu?oz Molina, etc¨¦tera), podremos apreciar que parece marcarse en el pa¨ªs vecino un cambio muy positivo hacia la presencia de nuestra literatura, pero que persisten enormes vac¨ªos para la comprensi¨®n de nuestro panorama literar¨ªo hist¨®rico.En lo que se refiere a las dem¨¢s lenguas del Estado, su presencia en el extranjero es poco relevante, si bien ¨²ltimamente comienza a difundirse Tirant lo Blanc en distintas lenguas y a trav¨¦s de editoriales importantes. Merece se?alarse la especial del Diamant, de Merc¨¨ Rodoreda, traducida o en v¨ªas de traducci¨®n a varias lenguas n¨®rdicas y al portugu¨¦s. Tambi¨¦n est¨¢ traduci¨¦ndose al franc¨¦s O Grifon, de Alfredo Conde, ganadora del Premio Nacional de Literatura 1986.
D¨¦bil presencia
Por otra parte, nuestra d¨¦bil presencia literaria fuera de Espa?a no se corresponde con un panorama de fragilidad editorial espa?ola que pudiera ayudar a justificarla. Como es bien sabido, la producci¨®n espa?ola de literatura (incluida la lat¨ªnoamericana), seg¨²n datos de la agencia espa?ola ISBN, creci¨® en 1987 cerca del 16% sobre el a?o anterior y supuso un 6,5% del total de nuestra producci¨®n editorial (38.814 t¨ªtulos), en un contexto que coloca a la producci¨®n espa?ola entre las seis primeras del mundo, tanto en n¨²mero de t¨ªtulos publicados como en volumen de producci¨®n en d¨®lares y cifras de exportaci¨®n.Tampoco se corresponde con una similar situaci¨®n en cuanto a la presencia de obras extranjeras en nuestras librer¨ªas: El mercado espa?ol est¨¢ atento a las novedades de la literatura europea y norteamericana y es f¨¢cil encontrar en los cat¨¢logos de las editoriales espa?olas las obras literarias m¨¢s representativas de las principales culturas. Y es de esperar que tal presencia de la literatura extranjera en Espa?a se mantendr¨¢, e incluso se intensificar¨¢, como consecuencia de la consolidaci¨®n de editoriales extranjeras en nuestro pa¨ªs.
Por supuesto que la falta de difusi¨®n de nuestra literatura fuera de Espa?a est¨¢ directamente relacionada con ese secular aislamiento, que vino a culminar en la falta de una presencia cultural espa?ola organizada institucionalmente con un m¨ªnimo de recursos, y que no puede improvisarse.
En la mayor¨ªa de las ocasiones, la literatura espa?ola ha estado representada en el extranjero ¨²nicamente por la actividad incansable y generosa del hispanismo. En muchos casos son los hispanistas quienes, con escasos medios, van rasgando la bruma de olvido que rodea a la literatura espa?ola. Por ejemplo, recientemente se ha celebrado en Jap¨®n el primer congreso cervantino de la historia de Asia. Tambi¨¦n en Jap¨®n est¨¢n traduci¨¦ndose obras espa?olas merced a la decisi¨®n personal de un espa?ol de la di¨¢spora. En este mismo cap¨ªtulo deber¨ªan incluirse las traducciones de libros espa?oles emprendidas por la compa?¨ªa de aviaci¨®n Iberia.
En cualquier caso, no olvidemos que el principal art¨ªfice del aislamiento ha sido nuestro propio genio. Desde las reiteradas prohibiciones de exportaci¨®n a Indias del Amadis, o aquel famoso edicto de 1799 que prohibi¨® imprimir y vender novelas, la reacci¨®n antiliteraria fue firme en momentos decisivos, y el aislamiento se convirti¨® en parte del talante nacional durante el franquismo.
La difusi¨®n de la literatura espa?ola es una parte de la difusi¨®n de nuestra cultura. Se trata de un proceso lento, que requerir¨¢ muy diversas actuaciones. Pero sin duda uno de los elementos imprescindibles, como punto de partida, estriba en alcanzar el m¨¢s exacto conocimiento de nuestra falta de presencia fuera de Espa?a, que tiende a ser olvidada a menudo, acaso desde resabios de ingenua petulancia.
Babelia
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