Vino amargo
La muerte de una ni?a en Navarra alerta sobre el trabajo de los vendimiadores portugueses
En el cementerio municipal de Pamplona fue enterrado el viernes pasado el cuerpecillo fr¨¢gil y moreno de Susana Cristina Mondego, una ni?a min¨²scula de siete a?os de edad que muri¨® aplastada bajo una monta?a de vigas de madera y tejas, al desplomarse el ruinoso techo de la cocina de una vivienda inhabitable en la que resid¨ªa junto a 13 personas mas de nacionalidad portuguesa que efectuaban labores de vendimia en la localidad navarra de Sada, de apenas 80 habitantes.
Elisa do Nascimento recuerda que protestaron nada m¨¢s llegar. "Le dijimos al due?o que la casa estaba mala y ¨¦l nos dijo que no pasar¨ªa nada. Despu¨¦s vino el accidente. Ahora s¨®lo quiero irme para no volver. La gente en Sada es buena y las condiciones de trabajo son normales. Lo ocurrido fue un accidente".La familia, muchos menores incluidos, trabajaba de nueve de la ma?ana a seis de la tarde por 2.900 pesetas de jornal y hab¨ªa preferido alojarse en la casa, ahora precintada por orden judicial, a hacerlo en una bajera que tambi¨¦n se les ofreci¨®. Tras el accidente, ocurrido en la noche del mi¨¦rcoles, los portugueses, grupo marginal y m¨¢s pobre entre los ya de por s¨ª pobres temporeros, abandonaron el pueblo y regresaron a Pamplona, donde parte de la familia vive a bordo de camionetas en el barrio de San Jorge en las afueras de la ciudad. No protestaron. Callaron su dolor de padres, ignorantes de las complicadas responsabilidades a que puede dar lugar el desplome de la cubierta que mat¨® a su hija.
No se sienten negreros
En la peque?a localidad de Sada los vecinos niegan que sean negreros. "Es dif¨ªcil que los gitanos se habit¨²en a un medio de vida normal. Les contratamos porque nadie quiere hacer este trabajo Constituyen buena mano de obra y se les paga 2.900 pesetas por ocho horas de trabajo, a 350 pe setas la hora, exactamente igual que lo que se les paga a los peones que contrata el Ayuntamiento", a?aden, "y adem¨¢s se negoci¨® el salario con ellos. Se les ofreci¨® menos y no quisieron, y tras renegociar les subimos a 2.900 pesetas diarias".Seg¨²n los vecinos, los grupos de gitanos y portugueses dejaban a?os. atr¨¢s las viviendas en muy mal estado. "Podemos contar mil casos, llegaron a hacer fuego de sencajando los marcos de las ventanas a pesar de que les d¨¢bamos le?a. Atascaban los servicios y al darles a elegir ahora prefieren casi siempre las bajeras que las viviendas y se las cedemos gratis. Nunca ha existido problema alguno de racismo. Llevan a?os viniendo las mismas familias y montan sus fiestas y est¨¢n en el bar con los dem¨¢s vecinos". Los lugare?os de Sada saben que el trabajo de los menores es ?legal, pero responden que .si no les permites a los no?os trabajar los gitanos se niegan tambi¨¦n a hacerlo y amenazan con irse".
Pilar Claver¨ªa utiliza, sin embargo, t¨¦rminos m¨¢s duros para analizar la situaci¨®n. Pilar, delegada de la asociaci¨®n Promoci¨®n Gitana de Zaragoza, ha puesto el caso en manos de abogados. Pilar, gitana, se moviliz¨® a ra¨ªz de la muerte de Susana Cristina Mondego e hizo posible que acudieran al pueblo el encargado de minor¨ªas ¨¦tnicas del Ayuntamiento de Zaragoza, Jacinto Lasheras, un sacerdote y una asistenta social de esa asociaci¨®n, quienes, tras visitar la casa, gracias al derribo de que fue objeto la precintada puerta de acceso por parte de un grupo de gitanos, hablaron con los familiares de la ni?a y con abogados. "Las condiciones de vida son fatales", subraya Claver¨ªa, "aunque no en todas las casas".
Las versiones sobre el estado de la vivienda son tambi¨¦n contradictorias, y as¨ª, Joaqu¨ªn Apestegu¨ªa, el administrador y jornalero de la familia Uriz, propietaria del inmueble siniestrado, manifiesta que la casa posee "agua, luz y servicios", y contin¨²a indicando que "antes de que llegaran yo mismo la estuve arreglando poniendo cemento y blanqueando algunas habitaciones, barriendo y limpiando". Pese a sus palabras, las bajeras y viviendas que ocupan los temporeros en Sada aparecen a la misma como reductos de suciedad y fr¨ªo. Sin un solo mueble, m¨¢s propios para almacenar trastas o cobijar animales que a mano de obra humana, barata y dura.
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