Lunes, maldito lunes
El primer d¨ªa de la semana se producen las mayores congestiones de tr¨¢fico
JUAN ANTONIO CARBAJO,
Una buena congesti¨®n circulatoria (vulgo, atasco) contiene estos ingredientes bien mezclados. Elija un lunes -todav¨ªa queda gasolina del fin de semana y muchos la aprovechar-, procurando que sea principio de mes, pues el sueldo est¨¢ calentito y tambi¨¦n se canjea por combustible. Salga a la calle sobre las ocho de la ma?ana desde una localidad del sur, que en esto de la circulaci¨®n todav¨ªa hay clases, y las carreteras de Extremadura, Toledo Y Andaluc¨ªa arrastran m¨¢s problemas que las de Burgos, Colmenar y La Coru?a. De esta manera se habr¨¢ metido en un buen atasco. Si adem¨¢s le a?adimos unas gotas de lluvia y alguna colisi¨®n, aunque sea de poca importancia, estar¨¢ en medio del caos. Es lo que pasa un lunes cualquiera.Madrid, 6.45. En el gabinete de Informaci¨®n de Tr¨¢fico del Ayuntamiento de Madrid, tres personas se preparan para contestar a las decenas de llamadas que en las pr¨®ximas dos horas realizar¨¢n desde todas las emisoras. "Hay que incidir en que no llueve, para levantar el ¨¢nimo", comentan. En Delicias aparece el primer problema. Decenas de autobuses llegan desde las provincias lim¨ªtrofes con trabajadores de la construcci¨®n. Las ciudades de la periferia ya est¨¢n despiertas.
6.50. F. Guti¨¦rrez sale de Villaviciosa de Od¨®n hacia la carretera de Extremadura. "Es la hora clave. Si tardo cinco minutos m¨¢s, me encuentro con el mogoll¨®n". Este empleado de banca, que lleva 15 a?os viajando diariamente por la N-V, tarda cerca de hora y media en llegar a Madrid. Lo que significa que, de esos 15 a?os de vida, a?o y cuarto los ha pasado dentro de su veh¨ªculo camino del trabajo. "Hay veces que me dan ganas de quemar el coche, pero es que en el tren tardo m¨¢s tiempo y adem¨¢s no me atrevo a dejar el coche en los aparcamientos ele las estaciones", dice.
7.15. J. P. ha preferido comprar el peri¨®dico antes de ponerse en marcha. Sale de M¨®stoles camino de Alcorc¨®n, primera etapa antes de llegar a Madrid, un trayecto de tres kil¨®metros que se realizar¨¢ a la vertiginosa velocidad de cinco kil¨®metros por hora. "Entre parada y parada, por lo menos leo. A veces me pregunto si aguantar¨¢ m¨¢s la caja de cambios del coche o mi paciencia".
7.30. Arturo Cuesta, 37 a?os taxista desde hace 12, enfila su 131 con motor Perkins por las calles de Madrid. A las seis y media sali¨® de Alcorc¨®n, donde vive. Ha recibido el parte meteorol¨®gico desde la radio. "Menos mal, porque cuando llueve me echo a temblar. La hora u hora y media de atasco no hay quien me la quite antes de llegar al centro".
7.36. El autob¨²s de las seis que enlaza M¨®stoles con Madrid llega a su destino, junto a la estaci¨®n del Norte. "Esta carretera es criminal. Nadie respeta el carril del autob¨²s", afirma su conductor.
7.45. Las v¨ªas de entrada a Madrid est¨¢n en todo su esplendor. Desde los puntos elevados de las carreteras, el panorama es desolador. Todos los carriles colapsados, es imposible ver el asfalto y m¨¢s imposible todav¨ªa decir "tengo prisa". El 80% afronta en solitario su destino.
8.00. Miles de coches llegan a Madrid desde las carreteras radiales. El gabinete de tr¨¢fico presta especial atenci¨®n a las entradas. En este momento, la plaza de Castilla, la cuesta de San Vicente, Atocha, algunos tramos de la M-30 y las Rondas rozar¨¢n el ciento por ciento de saturaci¨®n.
8.15. Carlos Vega, profesor de EGB, sale de su casa en Legan¨¦s. Hace siete a?os que se compr¨® una moto Vespa para ir a su trabajo en la calle de Juan Bravo, en Madrid. "S¨®lo la dejo en casa cuando llueve o cae una helada, y ni siquiera entonces llevo el coche", afirma. Esta moto que sortea los atascos de la carretera de Toledo tardar¨¢ 25 minutos en llegar a su destino, menos de la mitad que muchos de sus colegas de cuatro ruedas, procedentes de Getafe o Legan¨¦s, que odian a muerte a dos inocentes sem¨¢foros que se bastan por s¨ª solos para provocar retenciones de kil¨®metros.
8.50. Un autob¨²s de Alcorc¨®n llega con apenas cuatro pasajeros. "Desde que est¨¢ el bono de transporte, la gente prefiere coger el tren hasta Madrid y no aguantar el atasco", afirma su conductor. Los retrasos continuos obligan al inspector de la compa?¨ªa a firmar justificantes de retraso para los sufridos viajeros que un d¨ªa m¨¢s llegar¨¢n tarde a su trabajo.
9.00. Termina oficialmente la primera hora punta. Las carreteras de entrada han conseguido cierta fluidez. S¨®lo las entradas por el Norte traen algo m¨¢s de tr¨¢fico. Los hombres del gabinete comentan: "Estos que vienen ahora deben tener horario m¨¢s flexible, y por eso su hora punta se retrasa con respecto a la de los vecinos del Sur, que deben fichar antes".
9.45. El tr¨¢fico se complica en el centro de Madrid y en las ¨¢reas comerciales y de servicios. Es cuando comienza el calvario de Francisco Romero, repartidor de cervezas. Tiene que acudir a 60 bares del casco antiguo en siete horas. "A m¨ª, m¨¢s que el tr¨¢fico, me mata la gente que ocupa la zona de carga y descarga o aparca en doble fila. Tengo que ponerme a dar vueltas a la manzana para buscar un lugar donde descargar, pero a veces ni as¨ª, por lo que tengo que volver al d¨ªa siguiente, y eso que el primer perjudicado soy yo, que cobro por servicio hecho", afirma.
10.00. Fernando Grandio sale de su casa. Despu¨¦s de trabajar el taxi a lo largo de 40 a?os ya no est¨¢ para atascos y prefiere salir tarde. Pero la ciudad no perdona. Esa misma tarde tardar¨¢ hora y media en recorrer la Castellana, desde la plaza de Castilla a Atocha. "Con todo el dolor de mi coraz¨®n, tuve que cobrar al cliente 1.800 pesetas", afirma.
Desde las 10.00. Los hombres del "es un momento" se apoderan de las calles. Todos aplican el mismo latiguillo para justificar su estacionamiento en segunda fila. Los que van a los juzgados de la plaza de Castilla, los taxistas que acuden a la mutua en Santa Engracia, los que van de compras a Bravo Murillo, Pr¨ªncipe de Vergara, Serrano o Vel¨¢zquez. Los que se pasan por el banco en Eloy Gonzalo o en Fuencarral. Los que toman el aperitivo en Luchana o en Alonso Mart¨ªnez. Los que acuden a la consulta m¨¦dica en Francisco de Rojas o a jugar al squash en Abascal. Los que recogen a sus hijos en Mart¨ªnez Campos o van a ver al abogado en Sagasta.
13.00. Un profesor de la Universidad Complutense est¨¢ atrapado en la calle de Alcal¨¢, el reino de la segunda fila. El docente tiene que desplazarse a otro lugar de trabajo despu¨¦s de impartir sus clases. Ambas labores parecen cada d¨ªa m¨¢s incompatibles debido a los 45 minutos largos que tarda en desplazarse de un lugar a otro. "Estoy pensando muy seriamente en dejar la facultad", afirma.
Entre 13.00 y 18.00. Tras una corta hora punta entre la una de la tarde y las dos y media, la ciudad es una balsa. Los chicos del "es un momento" comen en restaurantes con portero encargado de entend¨¦rselas con los agentes de la Polic¨ªa Municipal.
18.30. Y ahora, todos a casa. La ¨²ltima hora punta del d¨ªa se prolongar¨¢ hasta las nueve de la noche. Los vecinos de la periferia dejan Madrid en manos de los voraces consumidores de la segunda fila, que seg¨²n avance la noche se multiplicar¨¢n alrededor de los Vip's y de los sitios de moda. Al d¨ªa siguiente, m¨¢s.
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