Por un Estado laico

Se recordar¨¢ el 28 de octubre como la fecha en la que el Estado record¨® que estaba separado de la Iglesia. La decisi¨®n del Ministerio de Sanidad de prohibir la restricci¨®n de la difusi¨®n de la p¨ªldora abortiva por su propio fabricante no es sino la defensa de la mayor¨ªa frente a la presi¨®n de grupos minoritarios. Se impon¨ªa esta rectificaci¨®n. Los ¨²ltimos tiempos, sin embargo, no acreditan que el Gobierno tenga mucha audacia en este terreno. Fueron necesarias semanas para que se sintiera conmovido por la violenta campa?a llevada a cabo contra La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo. Los grupos integristas encontraron una actitud beligerante en la polic¨ªa cuando la victoria de la intolerancia casi se hab¨ªa consumado. Esta timidez gubernamental tiene una explicaci¨®n. El asunto de la ense?anza privada ha dejado un trauma en la memoria colectiva de la izquierda. Cuando la Iglesia cat¨®lica puso la pel¨ªcula de Scorsese en el ¨ªndice, la respuesta gubernamental fue no decir ni hacer nada y esperar a que se pasase. No s¨®lo ha pasado mal, sino que ha empeorado con los discursos contra la p¨ªldora abortiva, en un clima en el que se ve que un cierto orden moral se transforma en ley. Esto pone en cuesti¨®n la existencia de un Estado m¨ªnimamente laico que permita ir a ver la pel¨ªcula que se quiera, en el cine que se prefiera o recibir tratamiento con el medicamento que se desea, prescrito por el m¨¦dico de su elecci¨®n.

, 30 de octubre