Inversi¨®n de futuro
Los objetivos son dos. En primer lugar, se tratar¨ªa de superar aquellas barreras consecuencia inevitable del Tratado de Adhesi¨®n -por ejemplo, el mecanismo complementario de los intercambios que afecta a determinadas producciones hortofrut¨ªcolas- o derivadas de problemas internos, como es el caso de la declaraci¨®n de Espa?a como zona exenta de peste porcina.En segundo lugar, y de mucha mayor importancia, se trata de poner al sistema agroalimentario espa?ol en condiciones de afrontar la competencia europea y mundial, y, paralelamente, de redistribuir las rentas del sector hacia sus agentes menos favorecidos, las peque?as y medianas explotaciones agrarias, no por la v¨ªa de un proteccionismo fuera de lugar, sino mediante la ayuda para garantizar su viabilidad y la asunci¨®n de un protagonismo creciente en el proceso transformador de sus producciones.
En esta tercera etapa de la pol¨ªtica agroalimentaria que ahora comienza, el papel de los Presupuestos Generales del Estado deviene fundamental. La pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n gira en tomo a la regulaci¨®n de las producciones y mercados financiada por cuenta del FEOGA-Garant¨ªa, satisfaciendo en mayor medida la necesidades de aquellas empresas, productoras o transformadoras, con adecuada dimensi¨®n y, por tanto, viabilidad presente y futura. Una pol¨ªtica econ¨®mica sensible a todas las realidades de la agricultura, la pesca y la alimentaci¨®n espa?olas exige que aquella asimetr¨ªa sea corregida mediante una pol¨ªtica- complementar¨ªa de gasto que s¨®lo puede instrumentarse, previa identificaci¨®n de los problemas a resolver, a trav¨¦s del presupuesto, singularmente de sus cap¨ªtulos sexto y s¨¦ptimo. Conviene no olvidar, a la hora de evaluar el gasto neto con cargo a recursos nacionales, que el criterio de cofinanciaci¨®n que aplica la CE convierte al gasto p¨²blico alimentario en generador de recursos comunitarios.
Entre los principales problemas que presenta el subsistema extractivo -agrario tradicional- figuran la insuficiente dotaci¨®n de infraestructuras, singularmente de regad¨ªo; la necesidad de mejorar la estructura productiva y la cualificaci¨®n del capital humano, especialmente de quienes est¨¢n al frente de las explotaciones; el escaso desarrollo asociativo, y, por ¨²ltimo, un esfuerzo en investigaci¨®n y desarrollo (I+D) insuficiente en relaci¨®n con las posibilidades del sector, pese al incremento de dotaci¨®n de los ¨²ltimos a?os.
En relaci¨®n con los subsistemas industrial y comercial cabe se?alar como problemas significativos, adem¨¢s de algunas de las insuficiencias precedentes -escaso desarrollo en I+D, por ejemplo-, la deficiente estructura productiva, de car¨¢cter dual, de la industria alimentaria. En 1985 todav¨ªa exist¨ªan en Espa?a 40.000 industrias de alimentaci¨®n, en su mayor¨ªa familiares. Las 50 primeras empresas produjeron en 1986 el 33,2% del total, y las 100 primeras, el 45,1 %.PenetrarEn segundo lugar hay que referirse a la penetraci¨®n de capital extranjero durante los ¨²ltimos a?os. Siete de las 10 primeras industrias de alimentaci¨®n y bebidas y seis de las 10 primeras empresas de distribuci¨®n, clasificadas de acuerdo con su volumen de ventas, est¨¢n dominadas por empresas for¨¢neas. Todos los d¨ªas aparecen noticias acerca de nuevas tomas de posiciones, sorprendidos los promotores extranjeros de la incapacidad del tejido empresarial aut¨®ctono para construir entidades a la altura de las posibilidades.
Por ¨²ltimo, el sector p¨²blico empresarial alimentario, que podr¨ªa desempe?ar un papel decisivo como catalizador de iniciativas nacionales -Merco y Carcesa, por ejemplo, constituir¨ªan, unidas, la primera industria alimentaria- se encuentra escindido en diversos holdings, carece de conciencia como tal grupo p¨²blico y no existen mecanismos suficientes de vinculaci¨®n a la autoridad administrativa competente en la materia.
Frente al panorama precedente, las prioridades pol¨ªticas y presupuestarias parecen obvias. En relaci¨®n con el sector agrario, asumiendo que el eje preferente de actuaciones lo constituye la explotaci¨®n familiar, urge mejorar sus estructuras productivas y la calidad del. capital humano, singularmente al que est¨¦ al frente de las explotaciones; sostener las rentas de los m¨¢s desfavorecidos y fomentar aceleradamente la organizaci¨®n econ¨®mica de agricultores, ganaderos y pescadores para la industrializaci¨®n y comercializaci¨®n en com¨²n. En el sector transformador es preciso capitalizar las empresas, incrementando su dimensi¨®n y productividad para que puedan hacer frente a la competencia for¨¢nea en el interior, en el doble frente en que se plantea: la oferta de productos y el control de superficies de distribuci¨®n. Sobre todo, es preciso nacionalizar el fen¨®meno transnacional, propiciando la aparici¨®n de corporaciones de capital predominantemente espa?ol que puedan afrontar en el interior y en el exterior, con razonables posibilidades de exito, las dificultades de un mercado de compradores en vertiginosa concentraci¨®n: v¨¦ase los casos de Alemania o Francia, por ejemplo. En los dos subsistemas, es preciso hacer un esfuerzo especial en I+D, incluyendo la creaci¨®n de los centros directivos e instituciones necesarias.
Todas estas prioridades, en cuanto tienen relevancia financiera, figuran en el proyecto de presupuesto para 1989 del MAPA, cuya estructura ha sido modificada. No cabe negar importancia al esfuerzo financiero -y de otra ¨ªndole- que, soportado por los Presupuestos Generales del Estado, requiere un programa como el que ha sido apuntado en los p¨¢rrafos precedentes, esfuerzo que para ser eficaz habr¨¢ de ser sostenido en el tiempo. Pero, a diferencia del gasto p¨²blico dedicado en a?os anteriores para sanear sectores en crisis y sostener la renta de los colectivos laborales afectados, ahora se trata de extraer todas las potencialidades de un sistema productivo, el agroalimentario, que, anta?o como hoga?o, goza de buena salud y tiene claras expectativas de futuro.
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