La candorosa Pilar

No s¨¦ si ustedes recuerdan que hace unas semanas se descubri¨® que Pilar Mir¨® hab¨ªa cargado gastos de dos millones de pesetas a la Hacienda p¨²blica en concep to de adorno indumentario de su propia persona. A estas alturas parece ya claro que no se le va a exigir por ello responsabilidad pol¨ªtica en forma de destituci¨®n. Me sigue llamando la atenci¨®n, sin embargo, que no se le imponga tampoco sanci¨®n administrativa alguna; con la simple devoluci¨®n del dinero parece bastar. Quisiera recordar que cuando un ciudadano normal tiene una divergencia interpretativa con las autoridades de Hacienda no s¨®lo se le exige- el ingreso de la cantidad de que se trate, sino tambi¨¦n los correspondientes intereses de demora y la multa que proceda. Y muchas de estas divergencias interpretativas son -no hace falta decirlo- bastante rrienos candorosas que la protagonizada por la se?ora Mir¨®. La utilizaci¨®n del adjetivo candorosas para calificar las opiniones de Pilar Mir¨® en torno a los l¨ªmites de licitud en el manejo de caudales p¨²blicos me resulta inevitable: creer -siguiendo la doctrina sentada al respecto por el Gobierno- en la honestidad de la se?ora Mir¨® tiene el ineludible precio de descreer de su inteligencia.De todo el episodio parece poder extraerse la siguiente moraleja: los cargos p¨²blicos pueden tomar del erario, para las finalidades privadas que juzguen oportunas, dinero a pr¨¦stamo sin inter¨¦s alguno y sin m¨¢s coste personal que el de pasar por ligeramente est¨²pidos. Lo cual no constituye, desde luego, motivo alguno para que cesen ni tiene por qu¨¦ tomarse en cuenta para el desarrollo futuro de sus carreras pol¨ªticas.- Juan Ruiz Manero.