Ruido de corazones en la ciudad parada
Parece que mucha gente se quiere parar el d¨ªa 14: "la guerra del 14", "la huelga del 14", "la revoluci¨®n del 14" han llegado a decir los desatados del hecho totalmente comprensible de que una multitud decida que por un d¨ªa no va a relacionarse con la taquicardia, ni le van a picar el abono. Por lo dem¨¢s, se insiste en que ser¨¢ un acontecimiento pol¨ªtico, cuando es obvio que remite tambi¨¦n a los respectivos cuadros d¨¦ salud. Es sobre todo un par¨®n de la velocidad asesina que se lleva en el cuerpo, una detenci¨®n exigida por el metabolismo. Lo pol¨ªtico es siempre una excrecencia de lo que se lleva en las v¨ªsceras: la concepci¨®n del Estado, la lucha de clases, el progreso hist¨®rico, son cosas que se ven a trav¨¦s del propio cuerpo. No se trata de que un talidom¨ªdico y un hipertenso est¨¦n alineados sistem¨¢ticamente con posiciones pacifistas y de lucha armada, teniendo en cuenta las condiciones que padecen cada uno. No es algo tan elemental. Entre otras cosas porque el cuerpo no es siempre el mismo, aunque tienda a depender de un mismo propietario. El cuerpo a su vez es otro Estado y su forma refleja las luchas que se mantienen en el interior o el desgaste de una armon¨ªa largo tiempo sufragada. Lo que conviene decir, en resumen, es que el cuerpo expresa respuestas aut¨®nomas a lo que a primera vista no tiene nada que ver con ¨¦l. Por ejemplo, el paro del d¨ªa 14. No est¨¢ claro que los mayores efectos que produzca ese hecho sean pol¨ªticos.Si el paro triunfa, el Gobierno se pondr¨¢ enseguida a hacer literatura y nadie puede predecir lo que saldr¨¢ de esa literatura. Despu¨¦s de la guerra de cifras (la ¨²nica guerra verdadera que resultar¨¢ de esa jornada), vendr¨¢n las promesas, los gui?os, las citas incumplidas, las quejas de un amor decepcionado, etc¨¦tera. El poder, quiero decir, emplear¨¢ toda su literatura disolvente y posiblemente acabar¨¢ disolviendo el posible triunfo y la memoria del triunfo. La vida es as¨ª. Si el paro no triunfa est¨¢ claro que entonces no ha pasado nada. En vez de sentirse derrotados, los sindicatos sentir¨¢n m¨¢s hondamente la misi¨®n encomendada y empezar¨¢n revolver en su cabeza nuevas arremetidas (creciendo, como el toro, con el castigo). Yo creo que a estas alturas el Gobierno tiene ya escrita su novela disolvente y los sindicatos fijada su pr¨®xima catequesis. Es decir, temo que sepan ya que nunca pasa nada.
Por tanto, lo que queda es el cuerpo (el cuerpo parado). El cuerpo es el que se va a poner a hacer pol¨ªtica consigo mismo, cuando se encuentre sin objetivos que cumplir un d¨ªa como otro cualquiera, s¨®lo que trasgresor. No ser¨¢ como en las fiestas ni como en las vacaciones, porque en las fiestas y en las vacaciones el cuerpo s¨®lo se emplea en pensar que el tiempo se agota y que en el fondo, si los jefes no fueran tan pesados, uno preferir¨ªa prescindir de ese tiempo agobiante en el que no se recuperan ni las energ¨ªas ni la inteligencia. Fustigadas como est¨¢n por el acoso de lo que se escurre. Aqu¨ª ser¨¢ distinto, porque no hay nada que recuperar, ni nada que se escurra. Porque ese tiempo no es nuestro, no lo hemos conquistado individualmente y eso hace que importe poco lo que pase con ¨¦l. La cosa ah¨ª no va de tiempo, sino de lo contrario, de detenci¨®n.
De lo que se trata, digo yo, es de matar la velocidad, de ver qu¨¦ pasa cuando uno por las buenas se queda parado. Eso a lo mejor resulta francamente revolucionario. De esos estados no se puede predecir nunca nada. ?C¨®mo s¨¦ yo que al d¨ªa siguiente voy a volver al trabajo, si nunca he estado quieto? ?Y, si en. esa plenitud, descubro algo que antes no me hab¨ªan ofrecido? La ciudad, por ejemplo, s¨ª de verdad se detuviera, los coches no circularan y las cafeteras no carraspeasen, ?no permitir¨ªa escuchar algo parecido a un coraz¨®n hecho de muchas latas? ?Y qu¨¦ va a pasar si escucho yo el m¨ªo?
Sostengo que los sindicatos se han equivocado de lenguaje. No s¨®lo porque sea antiguo y ligeramente castrense (a veces no es ligeramente), sino porque deber¨ªan haber estimulado el paro diciendo que el cuerpo es un misterio y que no vale la pena vivir sin intentar descifrar, por una vez que fuera, lo que esconde el ruido que producen los dem¨¢s. Eso s¨ª que es pol¨ªtico. Lo dem¨¢s, un aire.
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