Hacia la destrucci¨®n de las armas qu¨ªmicas
Definidas como "el arma nuclear de los pobres" por el hecho de que su coste de producci¨®n es relativamente poco elevado y la tecnolog¨ªa requerida no es de las m¨¢s avanzadas, las armas qu¨ªmicas, el problema de sus efectos letales, de su control y de su prohibici¨®n, ocupan, desde el principio de este siglo, la atenci¨®n de diplom¨¢ticos, militares y estudiosos de temas de seguridad y desarme. El uso de sustancias asfixiantes se remonta a la antig¨¹edad. Se cuenta que durante la guerra del Peloponeso, entre Esparta y Atenas, en el siglo V antes de Cristo, se quemaron pez y azufre para producir gases asfixiantes.Sin embargo, fue durante la I Guerra Mundial cuando se utilizaron por primera vez, de forma sistem¨¢tica, estos medios de destrucci¨®n masiva. A consecuencia del shock que provoc¨® el uso de estas armas, la comunidad internacional reaccion¨® estableciendo la prohibici¨®n del uso de "gases venenosos" en el Tratado de Versalles de 1919, sucesivamente codificada por el Protocolo de Ginebra de 1925. Este tratado, ratificado por la gran mayor¨ªa de los Estados, proh¨ªbe "el uso en guerra" de gases asfixiantes y venenosos y representa todav¨ªa hoy el m¨¢s importante instrumento jur¨ªdico internacional destinado a proteger a la humanidad de una guerra qu¨ªmica. Se trata, no obstante, de una protecci¨®n s¨®lo parcial, ya que el tratado no proh¨ªbe la posesi¨®n y la producci¨®n de las armas qu¨ªmicas, sino s¨®lo su uso en guerra. Hay que a?adir que desde 1925 hasta hoy ha habido violaciones tambi¨¦n recientes de este tratado: me refiero, por ¨²ltimo, al uso -confirmado por expertos de las Naciones Unidas- ole armas qu¨ªmicas por parte de Irak (un Estado firmante del Protocolo de Ginebra) en el conflicto entre Irak e Ir¨¢n.
Terribles efectos
Las im¨¢genes retransmitidas ¨²ltimamente por los medios de informaci¨®n acerca de los efectos mortales sobre la poblaci¨®n civil de la utilizaci¨®n de esas armas despertar¨¢n probablemente la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica sobre los efectos terribles de la guerra qu¨ªmica, y quiz¨¢ avivar¨¢n la conciencia de la necesidad de eliminar esa amenaza que pesa sobre la humanidad. Por su parte, los diplom¨¢ticos y los expertos intentan desde hace ya una decena de a?os buscar una soluci¨®n que vaya m¨¢s all¨¢ de la prohibici¨®n prevista del uso de las armas qu¨ªmicas, que, aunque muy importante, no ha eliminado totalmente la perspectiva de esa amenaza.
Lo que se intenta realizar es ir m¨¢s all¨¢ del Protocolo de Ginebra y obtener una prohibici¨®n global, es decir, aplicable a toda la comunidad internacional, de la producci¨®n, posesi¨®n y almacenamiento de armas qu¨ªmicas. Se trata de un objetivo ambicioso. T¨¦cnicamente es mucho m¨¢s arduo de realizar de lo que lo haya sido, por ejemplo, el tratado firmado entre EE UU y la URSS sobre la eliminaci¨®n de las armas nucleares de alcance intermedio, entrado en vigor con ocasi¨®n del ¨²ltimo encuentro Reagan-Gor-bachov en Mosc¨². Ante todo se trata de un pacto en el que ten¨ªan que ponerse de acuerdo s¨®lo dos pa¨ªses: Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En segundo lugar, el acuerdo sobre euromisiles se refiere a sistemas de armas bien definidos, visibles y equipados con cabezas nucleares. En el caso de las armas qu¨ªmicas se est¨¢ intentando realizar, en la Conferencia sobre Desarme de Ginebra, un acuerdo que sea aceptable para la totalidad de1a comunidad internacional. ?ste debe, por tanto, tener en cuenta y adaptarse a las exigencias de pa¨ªses extremadamente diferentes.
El acuerdo se refiere a la producci¨®n, posesi¨®n e instalaci¨®n de sustancias vol¨¢tiles, transparentes, dif¨ªcilmente controlables, como los gases venenosos, que pueden ser producidos f¨¢cilmente utilizando a veces sustancias que se pueden encontrar en el mercado. Algunas de estas sustancias, llamadas "precursoras", est¨¢n siendo utilizadas ampliamente en la industria qu¨ªmica para producir, por ejemplo, pesticidas o herbicidas. ?C¨®mo distinguir entre productos que sirven para usos corrientes y los que, en cambio, est¨¢n destinados a la producci¨®n de armas letales? ?C¨®mo impedir su producci¨®n y exportaci¨®n? ?stos son algunos de los problemas a los que se enfrentan los negociadores de Ginebra, junto a la cuesti¨®n fundamental de la verificaci¨®n. A diferencia de los misiles, de las bombas at¨®micas, cuyas instalaciones son f¨¢cilmente detectables aun a trav¨¦s de sat¨¦lites, es muy dificil establecer si una instalaci¨®n sirve para producir unos inofensivos pesticidas o terribles armas de destrucci¨®n de masas.
A esta situaci¨®n hay que a?adir ulteriores complicaciones: existe un notable desequilibrio en los arsenales de distintos pa¨ªses. Los stocks sovi¨¦ticos resultan muy superiores a los americanos.
El clima netamente mejorado en las relaciones Este-Oeste, el fuerte impulso que ha tenido en los ¨²ltimos meses el desarme a. consecuencia de los importantes acuerdos entre EE UU y la URSS, la aceptaci¨®n por parte de esta ¨²ltima de criterios de transparencia y verificabilidad, que ella nunca hab¨ªa aceptado en el pasado, dejan esperar que tambi¨¦n en el sector de las armas qu¨ªmicas se pueda alcanzar alg¨²n progreso. Sin embargo, de poco servir¨ªan resultados parciales; la sencilla creaci¨®n de zonas restringidas sin armas qu¨ªmicas ser¨ªa s¨®lo un paliativo ineficaz, nadie podr¨ªa excluir que en los l¨ªmites de estas zonas se acumulen arsenales que podr¨ªan ser introducidos en caso de crisis. Tambi¨¦n la congelaci¨®n del statu quo, prohibiendo a nuevos Estados disponer de esas armas -una especie de no-proliferaci¨®n qu¨ªmica-, ser¨ªa insuficiente.
El objetivo debe seguir siendo el de la prohibici¨®n global, destrucci¨®n total, garant¨ªas y verificaciones. Existe ahora un consenso general sobre esos principios, tanto entre los pa¨ªses del Este como en los del Oeste, como tambi¨¦n entre los del Norte y los del Sur. Quiz¨¢ haya llegado el momento, aprovechando la favorable coyuntura internacional, de dar un impulso decisivo, a fin de liberar a la humanidad de una pesadilla, una de tantas, que ya ha durado demasiado tiempo.
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