?Qu¨¦ desarrollo para Madrid?
La presentaci¨®n a la Asamblea de Madrid de las directrices de ordenaci¨®n del territorio, elaboradas por la Consejer¨ªa de Pol¨ªtica Territorial, anima a entrar en un urgente debate: la necesidad de definir el papel de Madrid en una Europa en transformaci¨®n y de dotar a nuestra regi¨®n de un proyecto estrat¨¦gico de futuro.La reactivaci¨®n econ¨®mica y las perspectivas de creaci¨®n del mercado ¨²nico europeo en 1992 est¨¢n modificando las reglas del juego imperantes en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Londres, Par¨ªs, Bruselas, Francfort, Mil¨¢n y otras metr¨®polis de menor rango nos llevan a?os de ventaja en el dise?o de pol¨ªticas que les permitan mejorar su participaci¨®n en la Europa econ¨®mica del a?o 2000.
Fernando Prats y Felipe Manch¨®n son arquitecto e ingeniero urbanistas
Direcci¨®n: Ken Kwapis. Estados Unidos, 1988. Int¨¦rpretes: Cindy Lauper, Jeff Goldblum, Peter Falk y Julian Sands. Estreno en Madrid: cines Rialto y Alcal¨¢ Palace.
Como no ten¨ªa por menos de suceder en la capital de un pa¨ªs con fuerte din¨¢mica de crecimiento y grandes oportunidades empresariales, financieras y especulativas, en Madrid tambi¨¦n est¨¢n pasando muchas cosas. Tras unos a?os de crisis y par¨¢lisis metropolitana, los madrile?os nos desayunamos todas las ma?anas con noticias de negocios multimillonarios: los KIO, Thyssen, Mario Conde o Albertos se han convertido en las estrellas fulgurantes de nuestra renovada corte de los milagros. Ante el ciudadano desconcertado aparecen proyectos de torres espectaculares, parques de oficinas, complejos ministeriales, edificios-s¨ªmbolo, grandes centros de ocio y comercio, ciudades del cine... Todo parece natural, y cualquier operaci¨®n astron¨®mica de compra-venta es festejada m¨¢s all¨¢ de todo an¨¢lisis de sus efectos concretos en nuestra econom¨ªa y nuestra sociedad.
Esta complacencia ha llegado incluso a calar en algunas ¨¢reas de la Administraci¨®n. Todav¨ªa resuenan en nuestros o¨ªdos la extendida satisfacci¨®n en 1986 ante el boom inmobiliario madrile?o como signo de bonanza econ¨®mica, sin prever que dicho fen¨®meno, adem¨¢s de contribuir a una inflaci¨®n diferencial respecto al resto del pa¨ªs, iba a producir saneados beneficios a algunos y una subida generalizada de precios del suelo, que no s¨®lo coloc¨® fuera del acceso a la vivienda a un porcentaje significativo de las familias madrile?as, sino que supuso una barrera m¨¢s para la instalaci¨®n de nuevas peque?as y medianas empresas. Y ahora van a requerirse costos¨ªsimas operaciones de suelo p¨²blico para empezar a paliar el problema.
El Madrid actual es un juego de luces y sombras. No parece que tengan raz¨®n quienes identifican el auge econ¨®mico actual s¨®lo con sus aspectos financieros e inmobiliarios, y con un car¨¢cter muy coyuntural. Asistimos a una etapa de fuerte reactivaci¨®n, que es imprescindible aprovechar a fondo para resolver problemas estructurales y sentar una s¨®lida base para el futuro de la regi¨®n.
Pero hay que recordar que las nuevas condiciones del desarrollo econ¨®mico permiten que el esplendor actual pueda coexistir a medio plazo con la agudizaci¨®n de la miseria metropolitana de amplias capas de la poblaci¨®n madrile?a, sin garant¨ªa de que cualquier tipo de crecimiento corrija esta situaci¨®n autom¨¢ticamente. Como ejemplo de ello, recientemente se informaba de diferencias de renta de 1 a 10 entre la poblaci¨®n del noroeste y del sur madrile?o, y de la pretensi¨®n de los vecinos de La Moraleja de constituirse como municipio aut¨®nomo para evitar la redistribuci¨®n de sus impuestos.
Superadas (en teor¨ªa, no siempre en la pr¨¢ctica) las posiciones economicistas del desarrollo de los a?os sesenta, o las concepciones del "crecimiento cero" de los setenta, puede ser este el momento de formular un proyecto reformista y transformador de nuestro desarrollo regional. En un momento como el actual, de reactivaci¨®n y reestructuraci¨®n territorial, el riesgo estriba en volver a dejarse arrastrar por un desarrollo espont¨¢neo, basado en las leyes espaciales del mercado metropolitano y en la asignaci¨®n a la Administraci¨®n de un papel meramente asistencial en los aspectos m¨¢s descaradamente negativos de la vida social y econ¨®mica.
Marco de inserci¨®n
El proyecto que Madrid necesita debe dotarle de un marco para la inserci¨®n en Europa, formulado desde los intereses de la mayor¨ªa y, por tanto, concertado con los agentes institucionales, econ¨®micos y sociales. Es preciso concebirlo desde una perspectiva integradora de valores no solamente econ¨®micos, sino sociales y ecol¨®gicos. Madrid no puede optar por un desarrollo, por ejemplo, que mejore sus posiciones a costa de desertizar y desnaturalizar su entorno regional, ni que sacrifiquen una vez m¨¢s los criterios medioambientales en aras de un productivismo miope a corto plazo.
El avance econ¨®mico no deber¨ªa cifrarse en operaciones que basen su principal atractivo en el componente especulativo, ni en proyectos presuntamente punteros, sin capacidad de trasladar sus oportunidades al conjunto del tejido empresarial y de mejorar las ofertas de empleo regional. Parece imprescindible, complementariamente, potenciar una pol¨ªtica social y de formaci¨®n profesional que contrarreste la marginalidad de amplios sectores de la poblaci¨®n metropolitana y frenar, de paso, la creciente segregaci¨®n espacial y social mediante la relocalizaci¨®n de actividades en el territorio.
Es en este nivel de discusi¨®n en el que habr¨ªa que situar las directrices territoriales para Madrid. Las propuestas territoriales presentadas por la Comunidad se articulan en torno a tres ejes fundamentales: establecimiento de una importante oferta de suelo estrat¨¦gico para la realizaci¨®n de fuertes operaciones econ¨®mico-territoriales; articulaci¨®n espacial de las mismas para reestructurar las distintas subcomarcas metropolitanas, y aprovechamiento de su efecto de arrastre para generar procesos de recualificaci¨®n a nivel local.
Acci¨®n general de gobierno
Estas premisas, de indudable inter¨¦s, pueden, sin embargo, perder toda su potencialidad si no se inscriben en una acci¨®n de gobierno m¨¢s general. Sus objetivos pueden incardinarse en una ambiciosa pol¨ªtica reformista metropolitana, o quedar reducidas a balbuceos de un Gobierno regional que no quiere aceptar envites de ese nivel; pueden cuajar como estrategias de efectos muy positivos o limitarse a una serie de operaciones inmobiliarias a beneficio de unos pocos grupos privados.
A falta de compromisos claros del Gobierno regional, tal vez el principal indicador del futuro de las directrices sea la evoluci¨®n del buque insignia de esta pol¨ªtica: el Plan de la Zona Sur Metropolitana, que pretende la reactivaci¨®n y reestructuraci¨®n de esta problem¨¢tica ¨¢rea (Alcorc¨®n, Legan¨¦s, Getafe, Pinto, Parla, Fuenlabrada y M¨®stoles), con cerca de un mill¨®n de habitantes.
Propuesta interesante y de futuro incierto, su desarrollo va a depender no solamente del departamento territorial (hoy por hoy, motor de la operaci¨®n), sino del econ¨®mico, que puede tener aqu¨ª un magn¨ªfico banco de pruebas de unas pol¨ªticas regionales innovadoras, y del ¨¢rea sociocultural, actualmente casi descolgada del proceso. E incluso de la capacidad de encontrar f¨®rmulas de direcci¨®n y gesti¨®n que combinen la eficacia con la incorporaci¨®n y participaci¨®n de los municipios y agentes econ¨®micos y sociales afectados, sin los cuales su potencial se ver¨ªa dr¨¢sticamente recortado.
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