'La paz y el ¨¦xito', lema del mandato de Akihito
Jap¨®n inici¨® ayer el a?o 1 de su nueva era, definida para su nuevo emperador, Akihito, como la era del Heisei, o de la paz y el ¨¦xito, que sustituye a la que rigi¨® durante los 63 a?os del mandato de su padre, Hirohito, denominada era de la Showa, o de la paz y la armon¨ªa. Los funerales de Estado por la muerte de Hirohito, ocurrida en la madrugada de ayer en Tokio (noche del viernes, hora peninsular), han sido fijados para el 24 de febrero, fecha en que se espera recibir en la capital japonesa a los principales dignatarios mundiales para honrar la desaparici¨®n del "¨²ltimo gran emperador" y ¨²nico mandatario que segu¨ªa vivo de los que protagonizaron la II Guerra Mundial. Akihito, su hijo de 55 a?os, se convirti¨® en el 125? emperador del trono del Crisantemo.
Los japoneses recibieron la noticia de la muerte del emperador, fallecido de c¨¢ncer de duodeno tras 111 d¨ªas de crisis, con profundas y m¨²ltiples muestras de dolor y respeto. En la ma?ana del s¨¢bado, muchos tokiotas fueron despertados poir el ruido de helic¨®pteros -la Mayor¨ªa de cadenas televisivas- que segu¨ªan los movimientos de las comitivas oficiales que acud¨ªan al palacio imperial, donde, a las 6.33 horas de la ma?ana, expiraba el pol¨¦mico emperador Hirohito.
Durante el d¨ªa, las ediciones extraordinarias de los peri¨®dicos, las banderas con cintas negras, los programas de televisi¨®n y, el peregrinaje de: decenas de miles (le personas ante las puertas del palacio eran el m¨¢s claro exponente del duelo general. La polic¨ªa realiz¨® un amplio despliege de sus efectivos en las principales esquinas de las grandes ciudades, en previsi¨®n de posibles acciones de grupos extremistas, divididos entre los ultraderechistas, que ten¨ªan a Hirohito por un dios, o los izquierdistas, que lo acusaban de ser responsable del Jap¨®n b¨¦lico e imperial, que no acab¨® hasta el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945.
"Gracias a que acept¨® el fin de la guerra, yo estoy a¨²n vivo", coment¨® Susuki, un veterano de la Marina imperial, de 66 a?os, frente a las puertas del palacio imperial. "Fue responsable de una guerra que cost¨® la vida a m¨¢s de tres millones de compatriotas y la deshonra del pa¨ªs", replicaron los corriunistas Japoneses en un comunicado del Partido Comunista Japon¨¦s.
Visto como un dios o denostado como criminal de guerra, Hirohito continuaba despertando pasiones, mientras su cuerpo sin vida era trasladado desde el segundo piso del palacio imperial de Fukiage, hasta una una amplia sala del primer piso, donde fue velado.
2.600 a?os de historia
En esa misma sala, su sucesor, Akihito, hab¨ªa recibido del chambel¨¢n de una Casa Imperial con un linaje de 2.600 a?os de historia, Satoru Yamamoto, las tres reliquias sagradas, dentro de unos estuches, que lo legitimaban como el 125? emperador de Jap¨®n: el sable sagrado de samurai, el espejo ovalado y los diamantes de la corona.
En la misma ceremonia, Akihito recibi¨® el sello del Estado y el sello de la familia imperial, mientras resonaban las trompetas y flautas con m¨²sica tradicional japonesa. Presenciaban con reverencias el acto, los miembros del Gobierno del primer ministro, el liberal Noboru Takeshita, junte al titular del Tribunal Supremo.
La ceremonia ole transmisi¨®n se ci?¨® estrictamente a los principios de la actual Constituci¨®n japonesa, que limita los poderes del emperador a los de "un s¨ªmbolo de Estado", en vez de los antiguos ritos de la religi¨®n oficial shinto¨ªsta, que transmit¨ªan al tenno, o pr¨ªncipe celestial, los poderes divinos.
El acto se realiz¨® con ausencia absoluta de mujeres, a las que se excluye de la l¨ªnea de sucesi¨®n en el Trono del Crisantemo. El nuevo emperador se preparaba para celebrar su primera ceremonia de Estado ma?ana lunes, cuando reciba en audiencia junto a la emperatriz Michiko a los miembros del Gobierno y pronuncie un discurso. Sin embargo, Akihito no ser¨¢ coronado hasta oto?o de 1990, una vez acabado el duelo de la familia imperial por la desaparici¨®n de Hirohito.
"Es un momento para restaurar la plena confianza entre el pueblo y el emperador", hab¨ªa dicho Takeshita, en una alusi¨®n a dejar para las pol¨¦micas de la historia la figura de Hirohito, con su pasado entre la guerra y la paz. En un mensaje al pa¨ªs por televisi¨®n, Takeshita dijo que la muerte de Hirohito le sumi¨® "en una profunda sensaci¨®n de p¨¦rdida". Takeshita tambi¨¦n dio la bienvenida al nuevo emperador, al que el Gobierno conced¨ªa el nuevo gengo, o era, con el nombre de Heisei (la paz y el ¨¦xito), que sustituye, a partir de hoy, los 63 a?os de una era Showa (de la paz y la armon¨ªa). En los primeros tiempos de esta era -en nombre del emperador o bajo sus ¨®rdenes directas, seg¨²n algunos historiadores- las tropas imperiales hab¨ªan intentado forjar el "imperio del sol naciente".
Cr¨ªticas en Okinawa
Si el sentimiento de duelo y respeto era generalizado en todo el territorio del archipi¨¦lago japon¨¦s, al sur, en la isla de Okinawa, las reacciones que Regaban eran m¨¢s "cr¨ªticas". No en vano en Okinawa -una zona que qued¨® bajo soberan¨ªa de Estados Unidos hasta 1972- murieron unas 200.000 personas defendiendo una guerra que se sab¨ªa ya perdida, algo que muchos okinaweses no parec¨ªan dispuestos a olvidar f¨¢cilmente.
Pero quiz¨¢ la muerte de Hirohito selle para siempre el recuerdo hist¨®rico, tanto en Jap¨®n como en otros pa¨ªses, sobre todo asi¨¢ticos, en tomo al protagonismo real, o impuesto, que Hirohito tuve en el dirigismo militar de su pa¨ªs cuando era venerado como un dios descendiente del mismo sol. Sus restos ser¨¢n sepultados, en una ceremonia quiz¨¢ m¨¢s grandiosa que la de su entronizaci¨®n, en el cementerio imperial de Musashi, cerca de Tokio, la capital imperial.
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