La insumisi¨®n de un fil¨®sofo
La universidad Complutense de Madrid analiza en un homenaje la obra y el pensamiento de Gustavo Bueno
Al revisitar la Complutense y el edificio que se conserva intacto en su decrepitud; cuelga de lo alto del vest¨ªbulo una ajada pancarta con "insumisi¨®n", t¨¦rmino de intangible belleza, evocador de litronas y de aquella revoluci¨®n trocada en ruptura.La paradoja de la Academia quiere que por detr¨¢s de esa pancarta est¨¦ el aula llamada paraninfo, un espacio inutilizado entonces y que ha recobrado su solemnidad merced a unos espantosos cortinones rojos. En el centro de la mesa alargada un fil¨®sofo escucha y observa tras las lentes.
Quienes intervienen en su homenaje hablan seriamente, pero ¨¦l puede permitirse el lujo de mover a risa al auditorio repartiendo iron¨ªa a diestro y siniestro. Empieza por referirse a la subjetividad y la define como una esfera (no en vano est¨¢ seguro de que el prototipo del racionalismo en nuestra cultura y en todas es la geometr¨ªa cl¨¢sica).
Una estructura que es una estructura subjetiva limitada por unas coordenadas temporales que van desde el estado adulto hasta la muerte: "El que no tiene esta conciencia est¨¢ loco. Esa conciencia procede exclusivamente de la vida social; es decir, es imposible en cualquier sociedad primitiva secundaria tener conciencia de la muerte si no es por la muerte de las otras personas". Y aprovecha para lanzarse por los mares de lo social, contra corriente de las subjetividades que hoy se defienden "al estilo del cretinismo pol¨ªtico de Popper y de sus ac¨®litos, que practicado en este pa¨ªs resulta cretinismo al cuadrado".
Salta a finales del franquismo, para reforzar las poco inocentes contradicciones entre teor¨ªa y praxis y recuerda la an¨¦cdota de cuando le fue ofrecido un carn¨¦ de honor del partido comunista y le dijeron aquello de que "no, si t¨² aqu¨ª puedes pensar lo que te d¨¦ la gana", su perplejidad, y la co?a al respecto de los intelectuales, las fuerzas de la cultura: "Nunca he sabido lo que eso significaba, como si esas extra?as fuerzas vinieran a tomar el poder". El predominio de la praxis y el hecho de que las ideas no importaran casi riada: "Entonces yo estaba codo con codo con la teor¨ªa de la liberaci¨®n de la ¨¦poca, aquel clero, s¨ª, muy simp¨¢tico, los rojos".
Teor¨ªa de la liberaci¨®n
Pasa a la teor¨ªa de la liberaci¨®n de ahora, la de Latinoam¨¦rica, y muestra hilaridad por haber sabido que un sector de la guerrilla guatemalteca incluye a Zubiri entre sus l¨ªneas. Declara el absurdo de la defensa general de la praxis por la praxis. Tan absurdo como establecer la discusi¨®n entre una filosof¨ªa materialista o no materialista: "La fflosofila o es materialista o no es filosofia, ¨¦sa es la tesis fuerte. Materialismo es lo mismo que racionalismo, y racionalismo es lo mismo que pr¨¢ctica. La determinaci¨®n que imponen las cosas mismas, lo cualest¨¢ en la base del materialismo. As¨ª apuntado supone que la relaci¨®n de cooperaci¨®n es b¨¢sica, y por eso el materialismo es producto de sociedades hist¨®ricas. Aqu¨ª es donde el marxismo nos ha educado, en el sentido de que ese trabajo cooperativo es totalmente esencial porque el trabajo individual no existe".
Ahora enlaza materialismo y pol¨ªtica y refiere su discusi¨®n antigua con Tierno Galv¨¢n acerca de una sociedad de consumidores satisfechos. "Una pol¨ªtica social destinada a conseguir en Espa?a consumidores satisfechos no me importaba, y si para ser socialista hab¨ªa que apuntarse a esa idea, no me interesaba. Esa satisfacci¨®n es necesariamente la permitida, y consiste en convertir las subjetividades en unas m¨¢quinas de segregaci¨®n de sentimientos placenteros que no tienen importancia ninguna. Por la misma raz¨®n podr¨ªa uno proponerse conseguir una sociedad en la que los sujetos segregasen sensaciones no placenteras, de genteabsolutamente aterrorizada, por ejemplo. No tengo raz¨®n filos¨®fica en principio para preferir una cosa a la otra yo lo que critico es la ausencia de conciencia verdadera, la conciencia falsa".
Insultos
Gesticula y amplifica hasta la democracia como respeto a las opiniones de los dem¨¢s, lo cual, as¨ª dicho, sin m¨¢s, le parece la m¨¢s absoluta falta de respeto a la inteligencia humana: "Yo no puedo respetar la opini¨®n de alguien que me est¨¢ diciendo que es Napole¨®n o que tiene relaci¨®n directa con el Esp¨ªritu Santo; si alguien afirma como verdaderas proposiciones que son indemostrables, me est¨¢ insultando".
L¨®gicamente, su pensamiento conduce a que la filosoria suponga necesariamente la cr¨ªtica, la destrucci¨®n de todo lo que no sea. "No digo que la filosof¨ªa sea necesaria socialmente, ?por qu¨¦?, lo ¨²nico que me atrever¨ªa a decir es que una sociedad quedadefinida seg¨²n el nivel de filosof¨ªa que tenga, que ya es bastante. Efectivamente, se puede pasar, como en el sistema actual, de filosofia, y recluirla en unos guetos acad¨¦micos, en unas traducciones del ingl¨¦s que nadie lee; se puede pasar, entre otras cosas, por el sinfin de suced¨¢neos que existen, como la antropolog¨ªa, la sociolog¨ªa, el psicoan¨¢lisis...".
A pesar de lo cual, o precisamente por eso, la labor de la filosofia hoy es a¨²n m¨¢s decisiva. La pregunta ha quedado reducida a .cu¨¢ntos votos, cu¨¢ntas divisiones" y la ruptura nos ha llevado "al convenio de la Zarzuela, a la continuidad plena de la ¨¦poca franquista que a su vez fue el desarrollo de una forma de capitalismo". El maestro es, no obstante, confiado, y cree que por razones hist¨®ricas est¨¢n arraigadas las semillas de cr¨ªtica a las imposturas. No tiene pelos en la lengua y asegura que entre esas imposturas est¨¢n las de la izquierda, que sigue engatusando con la idea de que en el marxismo est¨¢ la esperanza: "Desafio a cualquiera a que me diga hoy lo que es el marxismo. Redefinirlo es una de nuestras misiones. Hace a?os que vengo defendiendo la necesidad de hacer con Marx lo que Marx hizo con Hegel: hay que ponerlo del rev¨¦s". Y, por fin, dinamita sin ambages el concepto de proletariado: "Se ha ido disolviendo lo que fue algo as¨ª como un demiurgo materialista, hoy ni es clase universal ni es nada". Antes ha dado un cap¨®n cari?oso a algunos de sus d¨ªsc¨ªpulos que plantea que la filosoria se encuentra ahora en una especie de guerra de trincheras a la espera de la lucha final. "No lo creo porque no creo en el futuro, esa categor¨ªa metafisica que es un c¨ªrculo cuadrado".
Cuando Gustavo Bueno termina de hablar, quien escucha recuerda que una vez s¨ª crey¨® en el futuro. Ahora tampoco cree, lo cual alivia. A pesar de que el capital se haya socializado mas y de que los wateres de la facultad est¨¦n incomparablemente m¨¢s guarros que entonces.
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