Fiesta sin alegr¨ªa
Una ceremonia desangelada y deslucida por la repetici¨®n esperaba ayer en Termez, en la frontera sovi¨¦tico-afgana, a la columna de 250 hombres y 60 carros de combate procedentes de Afganist¨¢n que, simb¨®licamente, inauguraba el final de 10 d¨ªas de la aventura de una d¨¦cada.Junto al puente entre la ribera afgana y la ribera sovi¨¦tica del r¨ªo Amu-Daria, bautizado con el nombre de La Amistad, esperaba a la columna el p¨²blico de rigor en anteriores ocasiones semejantes: dirigentes leales, escolares en traje de fiesta, habitantes de los pueblos vecinos, algunas familias, soldados evacuados anteriormente y un enorme grupo de corresponsales extranjeros.
El lugar elegido para la fiesta era el mismo por el que hab¨ªan pasado ya, en mayo y en agosto, otras columnas sovi¨¦ticas que evacuaban Afganist¨¢n. Al aparecer los primeros carros blindados sobre el puente, el mecanismo de recibimiento se puso en marcha, como un engranaje bien rodado, al filo del mediod¨ªa.
Esta vez, sin embargo, todo era menos solemne, y s¨®lo la alegr¨ªa de los soldados ten¨ªa un aire indudablemente aut¨¦ntico. El abrazo de dos hermanos de Bashkiria, uno cabo en la columna evacuada y otro residente temporal en Uzbekist¨¢n, era un testimonio de ello.
Los discursos desde la tribuna de autoridades eran m¨¢s cortos y menos rimbombantes que en agosto; la atenci¨®n del p¨²blico, m¨¢s err¨¢tica; las flores, menos abundantes. Adem¨¢s, no hab¨ªa representantes afganos que agradecieran nada a quienes les acababan de abandonar. La fiesta, a diferencia de las de mayo y agosto, se hac¨ªa sin ellos.
Nieve en la retirada
La columna que regres¨® ayer (tropas paracaidistas) hab¨ªa salido de Kabul tres d¨ªas antes. Lo peor, dec¨ªan los soldados, no hab¨ªa sido el paso de Salang, sino los aludes de nieve ca¨ªdos sobre el convoy. Uno de ellos sepult¨® un veh¨ªculo, pero no estaba claro si se hab¨ªan registrado v¨ªctimas personales. Todos los soldados y oficiales interpelados dijeron que la columna no hab¨ªa sufrido ataques durante su marcha por un territorio escenario de violentos enfrentamientos a finales de enero.
Ning¨²n periodista occidental acompa?¨® a la columna durante todo su trayecto desde Kabul hasta la frontera con la URSS. Los periodistas fueron s¨®lo autorizados a realizar algunos peque?os tramos de este camino, y fueron transportados por v¨ªa a¨¦rea en el resto.
Un soldado de Bielorrusia y otro de Leningrado, ambos de nombre Mijail, dec¨ªan haber hecho seis meses m¨¢s de la cuenta de servicio militar en Afganist¨¢n para no tener que ser reemplazados por reclutas inexpertos. Los dos j¨®venes ten¨ªan que haber sido licenciados en oto?o, pero fueron retenidos en sus puestos hasta la retirada final.
Los soldados que hab¨ªan estado acuartelados en la capital afgana dijeron que hab¨ªa otros en la misma situaci¨®n. "Por lo menos hay una decena de chicos que hemos hecho dos a?os y medio de servicio militar en este grupo", se?alaron.
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