La Fundaci¨®n Joan Mir¨® deber¨¢ cerrar sus puertas si no consigue mayores fuentes de financiaci¨®n
Las obras que se qued¨® el Estado en 1985 se hallan almacenadas en Madrid
Los 328 millones de pesetas que la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona ha obtenido en la subasta de obra gr¨¢fica no bastan para que la instituci¨®n resuelva sus problemas estructurales. Si en breve plazo no consigue aumentar sus ingresos, la fundaci¨®n mironiana se ver¨¢ obligada a reducir sus actividades al m¨ªnimo y, acaso, a cerrar sus puertas. Mientras la crisis se hace evidente en Barcelona, la Administraci¨®n central no ha decidido todav¨ªa d¨®nde va a instalar definitivamente la colecci¨®n que el Estado cobr¨® de la familia del pintor, en 1985, en concepto de derechos hereditarios.
La Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona "nunca ha funcionado bien", asegura su actual presidente, Eduard Castellet. "Posee un espacio admirable, construido por Josep Llu¨ªs Sert, amigo personal de Joan Mir¨®, y est¨¢ dotada con un patrimonio s¨®lido, impagable, pero jam¨¢s ha conseguido convertirse en el centro de investigaci¨®n y exp -rimentaci¨®n art¨ªstica para el que el propio Joan Mir¨® la ide¨®", a?ade Castellet.Nunca ha funcionado bien e, incluso, se ha visto obligada a subastar parte de su fondo gr¨¢fico alienable para enjugar el d¨¦ficit que pesa sobre ella. Ninguna instituci¨®n p¨²blica acudi¨® para evitar el gesto "inevitable", en palabras de sus directivos. Tras el pasado mi¨¦rcoles reina un moderado optimismo en la Fundaci¨®n Joan Mir¨®: "Si no conseguimos cambiar el ritmo de nuestros ingresos la Fundaci¨®n seguir¨¢ siendo lo que ha sido hasta ahora, sin m¨¢s. Si conseguimos mantener abiertas sus puertas ser¨¢ un milagro, pero lo m¨¢s probable es que, a corto plazo, nos veamos obligados a cerrarlas, y limitar el centro a que sea un lugar de mera exposici¨®n del fondo que se posee unas pocas horas al d¨ªa, o a la semana. Las obras de ampliaci¨®n y el enorme gasto que han supuesto no habr¨¢n servido de nada", a?ade Castellet, que no acaba de creerse que sea tan dificil encontrar los 100 millones anuales necesarios para el "correcto funcionamienW de la Mir¨® cuando en este mismo pa¨ªs "se destinan miles de millones a proyectos muse¨ªsticos que ni tan s¨®lo existen en el momento presente y cuyo futuro no deja de verse como una entelequia".
Sin destino
Ampar¨¢ndose "en el nombre m¨¢gico de Joan Mir¨®", la Fundaci¨®n barcelonesa, internacionalmente reconocida a pesar de su limitada actividad, "ha lanzado un grito al mundo art¨ªstico y cultural", reconoce Castellet. Sus responsables esperan una respuesta inmediata, mientras ellos, por su parte, piensan lanzarse a fondo en un plan de optimizaci¨®n de sus recursos, para conseguir que acuda a la Fundaci¨®n un n¨²mero de visitantes a¨²n mayor que el actual y que puedan sentirse m¨¢s satisfechos de los servicios que ofrece.Consciente de que atraviesa una grave crisis, la Fundaci¨®n Mir¨® observa c¨®mo la Administraci¨®n central, en Madrid, sigue sin decidir qu¨¦ hacer con la obra de Joan Mir¨® que el Estado posee desde el verano de 1985. El Estado obtuvo este patrimonio mironiano en concepto de impuesto sucesorio, de la mano de la familia heredera de Joan Mir¨®. Los cuadros de ¨¦ste que se guardan en Madrid, en nombre del Estado, tras haber sido expuestos ocasionalmente en algunas ciudades europeas, todav¨ªa no conocen destino concreto particular y se mantienen en un. almac¨¦n indeterminado esperando decisiones. "Se espera saber cu¨¢l va a ser el futuro definitivo del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo y del Centro Reina Sofia, cuando ello se decida, se decidir¨¢ cu¨¢l es el lugar m¨¢s adecuado para instalar definitivamente las piezas", ha reconocido Ana Berist¨¢in, conservadora del MEAC.
La incertidumbre que existe en Madrid sobre el destino de los cuadros de Mir¨® ha sido puesta al descubierto tras la pol¨¦mica levantada con el testamento deSalvador Dal¨ª. Diversas fuentes consultadas anuncian un destino muy parecido para las obras del artista ampurdan¨¦s que se destinen a la capital del Estado.
A la lectura del testamento y atendiendo a la propuesta de los herederos de Joan Mir¨®, el Gobierno acept¨® en aquella ocasi¨®n, y por primera vez en la historia jur¨ªdica espa?ola, cobrar los impuestos sucesorios en obra y no en met¨¢lico. Realizado el inventario (que, como en el caso de Dal¨ª, no exist¨ªa) y la evaluaci¨®n pertinente -tard¨® m¨¢s de un a?o en hacerse- de la obra dejada por Mir¨®, se lleg¨® a la siguiente conclusi¨®n: de las 64 obras sobre tela, 111 sobre papel y cartulina, 2.405 obras gr¨¢ficas y 37 piezas depositadas en la galer¨ªa Maeght de Barcelona, el Estado se quedaba con 24 ¨®leos y 203 grabados.
Adem¨¢s, Pilar Juncosa, viuda del pintor, don¨® otras piezas al Estado con la intenci¨®n -no manifestada por escrito, pero s¨ª de forma oficial y p¨²blica- de que se abriera una sala Joan Mir¨® en el Museo del Prado, algo que tampoco se ha hecho. Dos de estas piezas donadas proced¨ªan de los fondos familiares cedidos a la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona. Es decir, salieron de un lugar donde el p¨²blico pod¨ªa admirarlos para ser destinados a un oscuro almac¨¦n.
El arquitecto Oriol Bohigas, presidente de la Fundaci¨®n Joan Mir¨® cuando se negoci¨® la transmisi¨®n sucesoria, recuerda que en aquel momento el centro mironiano no aprob¨® dicho gesto, entre otras cosas porque signific¨® que algunas piezas destinadas al Estado salieran de la fundaci¨®n de Barcelona, piezas pertenecientes a la familia Mir¨®, pero cedidas por la misma a la instituci¨®n catalana. "Son s¨®lo dos cuadros, pero muy importantes", dijo entonces Bohigas. Uno de ellos es Cargol, dona,flor i estel, de 1934.
En la actualidad, Bohigas explica que ya entonces no se descart¨® la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Prado (donde iban destinados los cuadros) para que las obras continuaran cedidas a la Fundaci¨®n Joan Mir¨® a pesar del cambio de titularidad. Pero el acuerdo no lleg¨® a materializarse: "Es siempre el mismo problema: confunden el Estado con Madrid. La Fundaci¨®n pidi¨® un reparto l¨®gico de los bienes adquiridos y que se privilegiara el centro de Barcelona, que es el que el propio Joan Mir¨® cre¨® en vida. Consult¨¢bamos, ped¨ªamos y escrib¨ªamos. S¨®lo recibimos respuestas afectuosas, siempre de palabra, nunca concretadas en nada"
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