Hace 81 a?os
Hoy se conmemora el D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora, fecha que sirve a la autora del art¨ªculo para analizar la situaci¨®n actual en Espa?a, en la que reconoce que no hay razones para el pesimismo, aunque el camino para conseguir una sociedad m¨¢s justa y equilibrada es a¨²n largo y complejo.
Hace 81 a?os, el 8 de marzo de 1908, murieron en Nueva York, abrasadas en la f¨¢brica en la que se hab¨ªan encerrado para defender sus derechos, m¨¢s de 100 mujeres. Mujeres trabajadoras. Un oscuro incidente, del que no suelen hablar las historias del feminismo ni tampoco las del movimiento obrero, pero que es el origen del D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora. El feminismo actual, nacido en conflictivas relaciones con el movimiento obrero, hace a menudo hincapi¨¦ en esta dualidad: mujer / trabajadora. Porque seguramente es bueno admitir que la igualdad de derechos legales se relaciona con la posibilidad de independencia y autoafirmaci¨®n que proporciona el trabajo: un ingreso propio es la puerta a una habitaci¨®n propia.Probablemente uno de los factores m¨¢s importantes del cambio en la situaci¨®n de la mujer espa?ola que se ha producido en los ¨²ltimos a?os es su acelerada incorporaci¨®n al mercado de trabajo. Es un fen¨®meno que no puede separarse de la entrada masiva de mujeres en el sistema educativo y que est¨¢ contribuyendo a debilitar la r¨ªgida separaci¨®n preexistente entre el mundo de lo p¨²blico, de la producci¨®n y la pol¨ªtica, dominio de los varones, y la esfera dom¨¦stica, del hogar y la familia, a la que se supon¨ªa relegada a la mujer.
Efectivamente, desde 1984 ha subido algo m¨¢s de cinco puntos la tasa de actividad femenina, de forma que, seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA), en el tercer trimestre de 1988 hab¨ªa m¨¢s de cinco millones de mujeres activas, lo que supone una tasa de actividad del 32,8%. Esta cifra nos sit¨²a todav¨ªa muy por debajo de la media europea, pero se?ala una tendencia a la incorporaci¨®n de la rrujer espa?ola al mundo laboral probablemente irreversible y que se relaciona con cambios muy importantes en sus actitudes y expectativas.
Esta incorporaci¨®n se enfrenta, sin embargo, a grandes obst¨¢culos, entre los cuales y en lugar prioritario se encuentra el paro. La tasa de desempleo femenino (27,6%) es mucho m¨¢s alta que la masculina (15,1%), y, a pesar de que las mujeres est¨¢n consiguiendo puestos de trabajo, el ritmo de crecimiento del empleo no consigue absorber el aumento del n¨²mero que buscan trabajo. Las mujeres j¨®venes (entre 16 y 24 a?os de edad) son las m¨¢s castigadas por el desempleo.
Un segundo problema que conviene se?alar es la considerable segmentaci¨®n del mercado de trabajo en funci¨®n del sexo. Las mujeres se concentran en un re ducido n¨²mero de sectores de actividad, y pr¨¢cticamente una de cada dos mujeres asalariadas trabaja en servicios prestados a la colectividad y dependiendo, en la mayor parte de los casos, del sector p¨²blico. Un reciente estudio realizado por el Instituto de la Mujer muestra adem¨¢s que, para un mismo nivel de estudios, la mujer adquiere una situaci¨®n ocupacional inferior al hombre, y que el salario medio de las mujeres est¨¢, en promedio, 18 o 19 puntos por debajo del de los hombres.
Desempleo y segregaci¨®n
Para avanzar en la soluci¨®n de estos problemas, soluci¨®n que por supuesto no es f¨¢cil, el Plan para la Igualdad de las Mujeres que se aprob¨® en 1987 contempla una serie de actuaciones concretas, gran parte de las cuales se intentan desarrollar en el marco de un convenio recientemente establecido entre el Ministerio de Asuntos Sociales (Instituto de la Mujer) y el Ministerio de Trabajo, y que se podr¨ªan agrupar bajo los dos objetivos de reducir el desempleo femenino (para lo que es condici¨®n imprescindible el mantenimiento del crecimiento econ¨®mico y de la inversi¨®n productiva) y de combatir la segregaci¨®n laboral por razones de sexo, fomentando la formaci¨®n ocupacional y la cualificaci¨®n de las mujeres, para adaptarlas a las demandas empresariales, y las acciones positivas para la mujer tanto en el sector p¨²blico como en el privado.
No hay que olvidar, sin embargo, que la incorporaci¨®n de la mujer al mundo del trabajo no sena posible (en condiciones de igualdad) si no se avanza en el reparto de responsabilidades en el trabajo dom¨¦stico y el cuidado de los hijos entre hombres y mujeres, y en la solidaridad social en la atenci¨®n a los ni?os y los ancianos, para que las mujeres puedan hacer compatible su trabajo profesional con las obligaciones familiares.
Probablemente lo m¨¢s significativo de la ley que ampl¨ªa el permiso de maternidad, aprobada el jueves pasado en el Parlamento, no es estrictamente la ampliaci¨®n temporal, sino la introducci¨®n de la corre spon sabilidad en el cuidado de los hijos del padre, que a partir de ahora podr¨¢ optar tanto al a?o de excedencia (con reserva del puesto de trabajo y c¨®mputo de antig¨¹edad) como a una parte del permiso posterior al parto.
Si se piensa en los cambios de la situaci¨®n de la mujer espa?ola que se han producido en los ¨²ltimos a?os no hay razones para ser pesimistas. Pero es importante tener conciencia de qu¨¦ largo es el camino que a¨²n se deber¨¢ recorrer, y recordar que de la direcci¨®n de ese camino depende no s¨®lo el futuro de las mujeres, sino el de la sociedad en su conjunto.
Una sociedad en la que los hombres y las mujeres tengan las mismas posibilidades de ganarse la vida, de tener una existencia independiente; en la que el cuidado de los hijos, de los incapacitados y de los ancianos sea responsabilidad social y se asuma como trabajo compartido; en la que los hombres no sean los protagonistas y las mujeres las comparsas, ser¨¢, sin duda, una sociedad mucho m¨¢s vivible y m¨¢s justa que este mundo de neurosis preasignadas en funci¨®n del sexo. El 8 de marzo como fecha simb¨®lica no es un mal d¨ªa para reflexionar sobre estas cosas.
Carmen Mart¨ªnez Ten es directora del Instituto de la Mujer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.