La cuna
Basta asomarse a la pecera de una maternidad y dejar que la mirada se enrede por ese mar de manitas sonrosadas para entender que nacer es el hecho m¨¢s irreversible de nuestra vida. Tambi¨¦n lo es el morir, es cierto, pero una vez muertos ya no tenemos ocasi¨®n de pensar en ello. Podemos cambiar de nombre y de patria, de mujer y de oficio, de sexo y de cuenta corriente, y en cambio nunca podremos decir que un hijo no lo es o que alguien no naci¨®. Las cig¨¹e?as son aves de un solo uso, y la cuna es el mobiliario m¨¢s inm¨®vil que se conoce. Nacer es el resultado de una carambola c¨®smica, yla vida no se puede entender como un billar de bolas marcadas. Son muy pocos los que tienen el privilegio de decidir d¨®nde mueren, y a¨²n son menos los que eligen d¨®nde nacer. En esto, como en el amor, lo importante es el modo y no el lugar.Pero ayer nos enteramos que las cig¨¹e?as vizca¨ªnas eran interceptadas a su paso por Bilbao. Hace tiempo que los hombres decidieron poner barreras en el aire y p¨®lizas en los alumbramientos. Hoy el acto m¨¢s importante de nacer ya no es el que protagonizan la madre y su hijo, sino la inscripci¨®n que realiza el padre en el registro civil. Y parece que en Bilbao se ha estrenado una curiosa picaresca que comercia con los nacimientos de papel ignorando los nacimientos del dolor y la ternura. Incapaces de detener las estrellas para que sus hijos fueran solomillo de astr¨®logo, algunos padres vizca¨ªnos han forzado la geograf¨ªa convencidos de que el hombre lleva su destino colgado del municipio donde naci¨®. Ser de Bilbao parece m¨¢s honorable que ser de Barakaldo. Eso las cig¨¹e?as todav¨ªa no lo saben. Pero ?qu¨¦ importa la opini¨®n de una cig¨¹e?a cuando la ¨²ltima palabra la dice un papel timbrado?
Alguien ha puesto barrios a la vida y muros en el cielo. Hay demasiada denominaci¨®n de origen encubierta en esos beb¨¦s tr¨¢nsfugas que nacen en Cruces y renacen en Bilbao. La cuna los redimir¨¢ de sus acciones y ser¨¢n hijos de algo y no del almac¨¦n. Parir es cosa de parteras, pero nacer, lo que se dice nacer, es cosa de fronteras.
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