El presidente Bush promete respetar la v¨ªa diplom¨¢tica para lograr la paz centroamericana
George Bush, declarando de hecho fracasada la pol¨ªtica de intervenci¨®n militar de Ronald Reagan en Nicaragua, firm¨® el viernes un acuerdo hist¨®rico con el Congreso por el que Estados Unidos acepta la v¨ªa diplom¨¢tica para lograr la paz y la democracia en Centroam¨¦rica. "No nos arrogamos el derecho de ordenar la pol¨ªtica de Nicaragua. Esto es algo que debe decidir el pueblo nicarag¨¹ense", afirm¨® el presidente al presentar el acuerdo alcanzado con la oposici¨®n dem¨®crata que desactiva el punto m¨¢s conflictivo en estos momentos de la pol¨ªtica exterior norteamericana.
La Casa Blanca y el Congreso, rechazando una pol¨ªtica de ocho a?os durante los cuales Reagan intent¨® la rendici¨®n incondicional de los sandinistas, se han comprometido a apoyar los esfuerzos diplom¨¢ticos de los pa¨ªses de la regi¨®n y a mantener hasta las elecciones en Nicaragua, previstas para el 28 de febrero de 1990, al ej¨¦rcito contra en Honduras con ayuda humanitaria.La resistencia -nuevo nombre que recibe en Washington y que contrasta con los heroicos calificativos de "equivalentes morales de los padres fundadores" y "guerrilleros de la libertad" otorgados por Reagan- recibir¨¢ 4,5 millones de d¨®lares mensuales para alimentos, ropa y medicinas. Parte de este dinero podr¨¢ usarse para su repatriaci¨®n. Se les proh¨ªbe cualquier acci¨®n ofensiva, en cuyo caso se suspender¨¢ la ayuda.
Concesi¨®n sin precedentes
(La Junta de Managua calific¨® este acuerdo como el prop¨®sito de Washington de "salvar la cara" ante el fracaso estadounidense en su pa¨ªs, informa Efe desde Nicaragua.]Y, en una concesi¨®n sin precedentes del Ejecutivo al legislativo, que obtiene poder de veto sobre la conducci¨®n de la pol¨ªtica exterior, el Congreso podr¨¢ suspender la ayuda en noviembre si estima que la Casa Blanca no hace suficiente por apoyar una soluci¨®n diplom¨¢tica al conflicto. Con esta nueva pol¨ªtica bipartidaria, Bush, criticado por su lentitud inicial, logra su primer triunfo en pol¨ªtica exterior y concede una salida digna a Estados Unidos del avispero nicarag¨¹ense. Cumple moralmente con el ej¨¦rcito mercenario contra, que cre¨®, al que no abandona por completo, y apoya una soluci¨®n negociada, aunque el resultado pueda ser tener que tragarse al sandinismo, democr¨¢ticamente elegido, en el poder. Todo hay que decirlo: si se deteriora el panorama y los sandinistas incumplen los compromisos democratizadores, Washington podr¨ªa reactivar militarmente a los rebeldes.
"Pero la ayuda militar est¨¢ muerta y s¨®lo algo como una declaraci¨®n de guerra de Managua contra EE UU podr¨ªa reactivarla", dec¨ªa ayer un funcionario del Departamento de Estado. Bush y su secretario de Estado, James Baker, art¨ªfice del acuerdo en 40 horas de negociaciones directas con el Congreso, echan el cerrojo a la estrategia de las guerrillas anticomunistas en Centroam¨¦rica, que s¨ª tuvo ¨¦xito en Afganist¨¢n y Angola. Acaban con una pol¨ªtica que ha dividido a este pa¨ªs como ninguna otra desde la guerra de Vietnam.
Bush, que est¨¢ intentando vincular por primera vez la conducta de la URSS en Nicaragua a la mejora de las relaciones con Estados Unidos, se dirigi¨® directamente a Mosc¨² al anunciar el acuerdo. Pidi¨® a Gorbachov que deje de armar a los sandinistas (500 millones de d¨®lares al a?o en ayuda militar, seg¨²n Washington) porque esto supone -dijo- un ejemplo del "viejo pensamiento" que contrasta con los cambios en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. "La URSS no tiene ning¨²n inter¨¦s leg¨ªtimo de seguridad en Centroam¨¦rca. EE UU tiene muchos", a?adi¨® el presidente. Bush dijo que la "carga de la prueba" se traslada ahora a Nicaragua. Si cumplen sus promesas de democratizaci¨®n, permiten elecciones libres, acaban el apoyo a la "subversi¨®n" en Centroam¨¦rica y no permiten el establecimiento de bases del bloque sovi¨¦tico en la regi¨®n, "tenemos una oportunidad de iniciar una nueva era en Centroam¨¦rica". Baker, que se apunta un importante triunfo, explic¨® que el fracaso de la pol¨ªtica seguida hasta ahora se debe a que "no estuvimos unidos.
La Administraci¨®n de Bush mostr¨® ayer tambi¨¦n los nuevos modos en el frente del Pent¨¢gono. El nuevo secretario de Defensa, Richard Cheney, denunci¨® en p¨²blico al jefe del Estado Mayor de la Fuerza A¨¦rea, general Larry Welch, por sus intentos de negociar con el Congreso un compromiso para modernizar el arsenal de misiles estrat¨¦gicos basados en tierra. Dejando bien claro que quienes mandan en este pa¨ªs son los civiles, Cheney dijo que "es impropio para un oficial en uniforme negociar un acuerdo. Le har¨¦ saber mi disgusto. Todo el mundo tiene derecho a cometer un error".
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