El Estado del bienestar
La esterilidad de la fantas¨ªa pol¨ªtica del socialismo, su indiferencia org¨¢nica hacia la esfera pol¨ªtica junto con la vivacidad de su imaginaci¨®n social tienen en su combinaci¨®n un fatal resultado. Una sociedad moderna altamente compleja, con su organizaci¨®n capitalista de la econom¨ªa, con su casi incontrolable impulso al crecimiento industrial (tanto en los pa¨ªses con una econom¨ªa capitalista como en aquellos que tienen una econom¨ªa anticapitalista), y con su democracia todav¨ªa en proceso de desarrollo, ha sido reducida a un fantasma llamado capitalismo no s¨®lo por el socialismo tipo bolchevique, sino tambi¨¦n pr¨¢cticamente por todas las variedades de socialismo. Esta imagen verdaderamente unidimensional del mundo moderno gener¨® un deseo casi irresistible de crear un nuevo tipo de sociedad llamado socialismo que era la negaci¨®n absoluta de todo lo que hab¨ªa existido, incluso en los socialistas que no eran necesariamente enemigos de todos los aspectos del mundo moderno. (Y aquellos socialistas que han venido resisti¨¦ndose a esta tentaci¨®n pol¨ªtico-metaf¨ªsica sienten a menudo remordimientos de conciencia y sufren sentimientos de culpabilidad a causa de su pusilanimidad filos¨®fica y pol¨ªtica.)Reinvenciones
En este universo socialista de nuevo tipo, cada rasgo individual de vida sociopol¨ªtica y cultural ten¨ªa que ser reinventado; todo viejo h¨¢bito, instituci¨®n o principio deb¨ªa ser reemplazado. El nuevo orden ten¨ªa que basarse en principios de gesti¨®n econ¨®mica totalmente sin precedentes; esto era la econom¨ªa plan¨ªficada (en realidad, decretada). Ni siquiera los nombres de las antiguas transacciones comerciales y de mercado fueron tolerados en este maravilloso mundo de la planificaci¨®n hiperracionalista.
El socialismo deb¨ªa generar su propia din¨¢mica pol¨ªtica, una din¨¢mica que conclu¨ªa en el intento posiblemente m¨¢s espectacular de cuadrar el c¨ªrculo: "el centralismo democr¨¢tico". Estaba destinado a desarrollar una nueva cultura, un nuevo tipo de seres humanos, una nueva visi¨®n del mundo que implicara y al mismo tiempo superara todo lo que hab¨ªa existido con anterioridad. El monstruoso resultado de este audazmente llamado universo no s¨®lo se nos aparec¨ªa como una transgresi¨®n moral, pol¨ªtica y filos¨®fica.
La verdadera aventura, incluso sin Stalin y sin los mini-Stalins, se revela como una invenci¨®n calenturienta de una fantas¨ªa religiosa. Aspiraba a trascender el mundo moderno y a crear su negaci¨®n absoluta, un genuino para¨ªso sobre la Tierra, al tiempo que orgullosamente afirmaba en p¨²blico su ate¨ªsmo.
En paralelo con el tir¨¢nico intento, ahora espectacularmente fallido, de una total trascendencia del mundo moderno, existen tambi¨¦n varias formas diversas y limitadas de socialismo. El m¨¢s conocido de ellos es la versi¨®n socialista del Estado del bienestar.
Encontramos particularmente est¨¦ril el debate sobre su car¨¢cter aut¨¦nticamente socialista. Con mayor precisi¨®n, todo el debate ha tenido su origen en la identificaci¨®n t¨¢cita del socialismo con la trascendencia total del mundo moderno incluso por aquellos que se oponen a este temerario y terrorista experimento. Sin tener en cuenta si los Estados del bienestar fueron creaciones de los socialistas o si se dieron como resultado de los esfuerzos conservadores de cerrir el paso al peligro de una revoluci¨®n bolchevique, los pol¨ªticos del Estado del bienestar aceptaron uno o varios puntos del ideario socialista.
La profundidad y el radicalismo de este tipo de pol¨ªticas fueron directamente dependientes del grado de militancia entre los seguidores de los socialistas. Y solamente por los intelectuales rom¨¢ntico-desilusionados puede demandarse cr¨ªticamente m¨¢s socialismo que el pretendido y apoyado por sus beneficiarios m¨¢s naturales.
Deficiencias
Sin embargo, dos deficiencias estructurales han caracterizado de manera permanente al socialismo del Estado del bienestar. Primera, su socialismo ha sido una fuerza negativa, limitadora, que actuaba como un impedimento para la din¨¢mica destructiva de un sistema de mercado libre; no fue una energ¨ªa positiva y creativa. El entendimiento del socialismo como una limitaci¨®n es una idea muy vieja. Siempre ha aparecido intermitentemente, como postulado o como pr¨¢ctica, desde la Revoluci¨®n Francesa y desde las revueltas de los trabajadores contra la moderna tecnolog¨ªa industrial.
El socialismo como impedimento es una tendencia necesaria del mundo moderno, porque un sistema de mercado libre, en vez de crear armon¨ªa, destruir¨ªa nuestro medio ambiente natural y social. Pero en algunos momentos es inevitablemente percibido como una camisa de fuerza impuesta a la sociedad y particularmente a los individuos. Nuestra hip¨®tesis es que precisamente esta percepci¨®n de un socialismo obstaculizador como camisa de fuerza fue el principal antecedente sociopsicol¨®gico del thatcherismo, no s¨®lo en el Reino Unido, sino tambi¨¦n en algunos pa¨ªses escandinavos y en Israel.
Segunda, el socialismo del Estado del bienestar, aunque enemigo autoconfesado de la aventura de la transcendencia total del mundo moderno, estaba poderosamente influenciado por su enemigo. Los socialistas del Estado del bienestar, con pleno conocimeinto de los resultados de la audacia filos¨®fica y pr¨¢ctica de los bolcheviques, han desechado toda clase de metaf¨ªsica socialista y han elegido con orgullo un socialismo prosaico, sin grandes frases ni fanfarria intelectual. La vaciedad de la vida diaria de los Estados y sociedades del bienestar es, en nuestra opini¨®n, un resultado directo de esta opci¨®n, comprensible aunque profundamente problem¨¢tica.
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