Pl¨¢cido Domingo, la magia del divo

Lleg¨® Pl¨¢cido Domingo o sea el divo con toda su magia. Se puede creer en ella o no, pero, como las me¨ªgas en Galicia, "haberla, hayla". Casi con su sola presencia en el escenario el divo transforma la actitud general del p¨²blico. M¨²sicas que sin ¨¦l reciben una mediana estimaci¨®n, gracias a ¨¦l emocionan hondamente; direcciones que, corno en el caso de anteanoche, hacen sonar la orquesta por debajo de su calidad normal o convierten un fugado en una especie de huida desordenada, son calurosarnente aplaudidos; escenograf¨ªas o direcciones esc¨¦nicas conservadoras y no carentes de vulgaridad parecen hasta brillantes. Y es que, en realidad, todo resulta diferente porque el divo ha ejercido sus misteriosos y m¨¢gicos poderes de seducci¨®n. Este divo llamado Pl¨¢cido Domingo es un grand¨ªsimo cantante, pero esta condici¨®n no garantiza siempre la cualidad de divo que se enraiza en otros valores art¨ªsticos y humanos: comunicatividad, simpat¨ªa, efusividad contagiosa y un algo m¨¢s inexplicable pero detectable. Valores que Pl¨¢cido Domingo posee en grado sumo.El divo vino con una ¨®pera que rara vez sube a los escenarios: Fedora, un drama de V¨ªctor Sardou que vali¨® buenos triunfos a la divina Sarah Bernhardt, adaptado por Arturo Colautti y con m¨²sica de Um berto Giordano (Foggia, 1867 Mil¨¢n, 1948), estrenada en 1898, dos a?os despu¨¦s de su Andrea Chenier y de La boh¨¨me, de Puccini, ocho a?os posterior a Cavalleria, de Mascagni, y anterior a Tosca, Luisa Adriana Lecoubreur, Tierra baja o La vida breve, todas ellas incursas en la oleada verista con las matizaciones debidas en cada caso.

Comparado con el de Cavalleria, el verismo de Giordano es por una parte avanzado y por otra moderado. Es avance la frecuente estructura narrativa de la que acababa de dar Puccini una gran lecci¨®n en La boh¨¨me; es moderado cierto decadentismo conservador que hace parecer a Fedora en no pocas ocasiones como precedente del mundo anterior.

Domingo estuvo formidable en todo y por todo. Su papel de Ipanoff est¨¢ por debajo de las posibilidades del gran tenor espa?ol, de modo que el dominio fue superabsoluto, como result¨® irresistible el impacto en el p¨²blico desde su primer arioso "amor ti vieta" hasta su ¨²ltima intervenci¨®n. Con ¨¦l confirm¨® su arte de superior calidad la celeb¨¦rrima soprano Renata Scotto (Sayona, 1933), que fuera disc¨ªpula, como Kraus, de la espa?ola Mercedes Llopart y uno de los grandes nombres de la l¨ªrica de nuestro tiempo. Excelente por nobleza de medios y expresi¨®n Enrique Baquerizo y luciendo su belleza de color vocal, aunque un poco fuera de la t¨®nica que domin¨® el conjunto, la mezzo Teresa Verdera. Y en la cima, envuelto en ovaciones, el divo Pl¨¢cido Domingo con su raro repertorio de encantamientos.