Los bostezos de la Maestranza
Los aficionados taurinos estamos viviendo las v¨ªsperas ilusionadas de la Feria de Abril sevillana. Ilusi¨®n renovada de todos los a?os que nos lleva a olvidar los muchos males que aquejan a la fiesta y a mantener vivo en el recuerdo el momento sublime, el detalle o esa emoci¨®n dificilmente explicable e imposible de transmitir que sentimos los aficionados cuando el arte del toreo merece ese concepto porque se dieron los dos elementos imprescindibles de la fiesta: la bravura del toro y la belleza del lance.Los aficionados taurinos hemos visto distra¨ªda nuestra atenci¨®n en las pol¨¦micas parlamentarias europeas sobre la pervivencia de la fiesta de los toros, y por si esto fuera poco, y ante la aparici¨®n de los carteles, las ausencias lamentables de algunos toreros y las presencias, dificilmente explicables, de algunos otros han contribuido a distraer nuestra atenci¨®n sobre lo realmente importante.
En los pr¨®ximos d¨ªas escucharemos c¨®mo se repite hasta la saciedad que la fiesta se celebra en el marco incomparable de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballer¨ªa, y nadie nos acusar¨¢ de exageraci¨®n si decimos que es la plaza m¨¢s hermosa de mundo, cuidada con especial esmero y se?or¨ªo por la ilustre corporaci¨®n, a la que nunca nos cansaremos de agradece que mantenga el antiguo cosc del Baratillo como los chorros del oro.
Sin embargo, ni el marco ni el ambiente consiguen disipar nuestra preocupaci¨®n ante la posible ausencia de elemento esencial de la fiesta el toro bravo; sin ¨¦l, nada tiene justificaci¨®n; sin la casta del toro bravo estamos eliminando el riesgo en el arte de dominar la fiereza, y si a la casta le sumamos la clase y la fuerza, el combate se habr¨¢ planteado en t¨¦rminos tan justos que el torero pueda sentir esa incomparable satisfacci¨®n del miedo dominado, de la que hablaba hace pocas fechas mi amigo y paisano Pedro Guti¨¦rrez Moya y el toro habr¨¢ sido vencido pero no burlado.
Sentimos igualmente la preocupaci¨®n de que se abandonen las reglas fundamenta les de la lidia y se sustituya la dif¨ªcil asignatura de parar lo toros por la innoble acci¨®n de estrellarlos en los burladeros nos asombra la inhibici¨®n en la suerte de varas, para luego lamentar la falta de fuerza de animal, y se nos escamotea el riesgo cuando en escasas ocasiones se carga la suerte, para demostrar qui¨¦n est¨¢ mandando en el lance.
No creo que exista un toro para Sevilla, ni que esta afici¨®n sea m¨¢s torerista que torista; la lidia de un toro bravo tiene c¨¢nones inmutables todo lo dem¨¢s es adulterar la fiesta, y ser¨ªa muy triste que los famosos silencios se convirtieran en los bostezos de la Maestranza.
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