Rom¨¢nticos con ¨¦xito
Anagrama y Tusquets cumplen 20 a?os
Empezaron jugando y han llegado. No se sabe a ciencia cierta d¨®nde, pero est¨¢n ah¨ª, en sus peque?os castillos de papel, mirando c¨®mo los grandes transatl¨¢nticos internacionales navegan semivac¨ªos bajo sus almenas y ellos, tan peque?os y tan suaves, se lo pasan en grande en compa?¨ªa de los mejores escritores del mundo. Anagrama y Tusquets han cumplido 20 a?os, y estos d¨ªas Jorge Herralde y Beatriz de Moura van por la calle con la sonrisa interior de los alpinistas en la cumbre. Hicieron lo m¨¢s dif¨ªcil en a?os complicados. Ahora, en el fragor de las cenas de aniversario, se r¨ªen del mundo y de s¨ª mismos y llegan a tener la desfachatez de, llam¨¢ndose editores, proclamarse moderadamente optimistas.
"Para las grandes multinacionales no somos m¨¢s que una panda de rom¨¢ntico". Y cuando Herralde habla de multinacionales aprieta el tenedor y parece como si el solomillo au point sangrara un poco m¨¢s en su lecho de salsa a la pimienta. En los ojitos encendidos de este hombre hay muchos silencios cortantes y muchos puntos suspensivos bajo los que esconder una timidez gen¨¦tica. Pero tener veinte a?os equivale a hacerse mayor y a poder decir las cosas por su nombre: "Lo que pasa es que somos una panda de rom¨¢nticos que les tocamos las pelotas. Porque adem¨¢s de rom¨¢nticos resulta que tambi¨¦n vendemos". Y a su lado Beatriz de Moura, la art¨ªfice deTusquets, dice que s¨ª, que es cierto, que lo m¨¢s sorprendente para los editores extranjeros que visitan Espa?a es comprobar la extraordinaria concentraci¨®n de autores important¨ªsimos que editan en las peque?as editoriales -Anagrama o Tusquets, entre otras- y no en las grandes editoriales del sector.
Pap¨¢-editor y mam¨¢-editora
Beatriz de vez en cuando recuerda su nombre y se pone dantesca, agorera incluso, y piensa que el futuro es cambiante y que las grandes multinacionales de la comunicaci¨®n a¨²n no han dicho su ¨²ltima palabra. "Estamos en nuestro mejor momento. Pero, ?c¨®mo podremos competir con las ofertas de los grandes grupos editoriales, arropados en sus cadenas de televisi¨®n y sus peri¨®dicos, que se acercar¨¢n a nuestros autores con fichas millonarias, s¨®lo rentables por esa multiplicidad de medios?'"Es entonces cuando la panda de rom¨¢nticos se mira, calla y se zambulle en las ¨²ltimas copas de la madrugada, reinventando su propio pasado. "Yo sigo prefiriendo el vino tinto. Y tu ?contin¨²as con el gin-tonic?"Herralde dice que ya no, que hace diez a?os se pas¨® al vodka, que todo, incluso las copas, evoluciona: "Por Anagrama pasaron todos, desde los althusserianos al ¨²ltimo antipsiquiatra que corr¨ªa por Espa?a. Hoy han desaparecido, pero recibo m¨¢s de mil originales al a?o. Novela, claro."
Y Beatriz advierte que mientras en todo el mundo la literatura funciona con el engrase de los agentes literarios, en Espa?a son muchos los autores que han adoptado a su editor como si en realidad fuera su agente. Beatriz de Moura tiene ese tono de mam¨¢-editora que ha ido acumulando ante la certeza de que "los escritores siempre est¨¢n necesitados de afecto. Son gente que se sale de lo normal: et¨ªlicos, neur¨¢ticos... sin duda es ¨¦so lo que me atrae de ellos." Y entonces, parapetados tras una barricada de pastel de chocolate, el anagramo y la tusqueta empiezan a contarse historias de famosos acunados en sus regazos. "Recuerdo a D¨¹rrenmatt -dice la Moura- con su curiosidad de ni?o y esa sensaci¨®n de estar constantemente tanteando el tiempo con los ojos.
Y a Umberto Eco, a quien conoc¨ª en Franefort cuando ¨¦l clavaba mamparas en el estand de la Bompiani, mientras yo colgaba estanter¨ªas en el de Lumen."
Herralde, mientras tanto, evoca aquella noche en San Sebasti¨¢n con la Highsmith, en un encuentro que empez¨® mal pero que los oficios de Maruja Torres consiguieron remontar. Se les ve felices en esta cena ¨ªntima de cumplea?os. Podr¨ªan haber sido competidores, pero hace a?os que han aprendido a rascarse las pupas mutuamente. Est¨¢n tan acostumbrados a brindar que el champ¨¢n entre ellos es s¨®lo una bebida. Ellos, que han le¨ªdo tantas historias a manos llenas, ahora se dejan explicar como una historieta de viejos combatientes.
Los hijos de Boccaccio
Beatriz se inici¨® en el mundo del libro en Gustavo Gili y en Salvat, hasta que un d¨ªa alguien le dijo."?Quieres ser secretaria de Antonio Vilanova?" Y ella dijo que s¨ª, que claro, que con el profesor Vilanova se aprend¨ªa mucho y que por aquellos a?os o trabajabas con Barral o no trabajabas. Poco despu¨¦s se lanzaba al mundo editorial con el arquitecto Oscar Tusquets, entonces su marido, y 165.000 pesetas de capital inicial. Jorge Herralde, mientras tanto, jugaba a ser ingeniero de d¨ªa y proyectaba una editorial de noche. Porque todas estas cosas de los libros siempre se han pensado de noche. De ah¨ª precisamente vino el primer capital de Anagrama: de los beneficios que le report¨® a Herralde su condici¨®n de socio fundador de Boccaccio, la catedral que fue de la divina izquierda barcelonesa. "Nunca se ha hablado en serio de lo importante que fue la gauche divine para este pa¨ªs." Cuando Beatriz se entusiasma los restaurantes empiezan a cerrar las luces. "Vivimos todas las Escuelas de Barcelona: la de cine, la de arquitectura, descubrimos el Cadaqu¨¦s de Les pianos mecaniques... La verdad es que ¨¦ramos la hostia." Y Herralde, como un joven nabab en su butaca evoca las cenas en el restaurante Estevet, las copas del Pub Tuset, las reuniones inacabables de las Ediciones de Enlace junto a los Castellet, Com¨ªn, Altares o aquella visita de los italianos del Gruppo 63 debatiendo con los escritores antifranquistas la necesidad de abandonar el realismo social. Beatriz culminante: "Hac¨ªamos lo que quer¨ªamos. Y s¨®lo por eso ya molest¨¢bamos al sistema."Luego, con las velas sopladas y el vac¨ªo que dejan tras de s¨ª todas las vidas contadas, Herralde y de Moura se fueron cada uno por su lado. Los almacenes de historias nunca cierran a medianoche. Ni siquiera el d¨ªa que al due?o le da por explicar los a?os a los curiosos. Ni siquiera a los veinte, que es una cifra demasiado redonda para este oficio anguloso.
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