?El problema homosexual?
La homotrop¨ªa -la inclinaci¨®n al mismo sexo- ha sido hasta hace poco un problema. La sociedad la rechazaba, circulaba la idea de que era una enfermedad y se pensaba que, en el mejor de los casos, era un problema gen¨¦tico. Pero en pocos a?os las cosas han cambiado mucho. Y en amplios n¨²cleos de la poblaci¨®n se ve la situaci¨®n de muy distinto modo a como se 1a ve¨ªa hasta hace poco. Incluso la Iglesia parece haber moderado su duro juicio de siglos, y hoy tiene una comprensi¨®n bastante mayor que la tradicional en este asunto.Sin embargo, es ¨¦ste un inundo todav¨ªa mal conocido a pesar del avance dado. La ciencia es la que mejor nos ha acercado a ¨¦l, y hoy se difunden nuevas ideas que desdramatizan la postura que ha sido usual. Se empieza a saber que esta tendencia no es algo raro propio de nuestros confusos tiempos ni de ¨¦pocas de manifiesta degeneraci¨®n. Iniciativas homosexuales da. Madrid y Catalu?a han organizado un debate sobre el tema que da lugar a este comentario.
Hoy comenzamos todos a saber que se han hecho estudios sobre 76 sociedades humanas y se ha encontrado que de ellas 49 admitieron la homosexualidad. Y lo mismo se sabe de varios pueblos primitivos.
De la Grecia antigua conocemos la homotrop¨ªa de S¨®crates y Plat¨®n, incluso de las costumbres permisivas de aquellos siglos. No es el mismo panorama que descubrimos en la Biblia, en la cual se dice que los homosexuales eran lapidados, y sin embargo, se habla en ella de la inclinaci¨®n hom¨®fila entre David y Jonat¨¢n, porque en el libro de Samuel se se?ala: "El alma de Jonat¨¢n se prend¨® del alma de David, y le am¨® como a s¨ª mismo". En cambio, dif¨ªcilmente vemos este tema tratado en los Evangelios, porque no parece que en ellos se aluda directamente a ¨¦l.
Muy distinta es la actitud de san Pablo, que estigmatiza las costumbres que ve en Corinto y las condena. Lo que no est¨¢ del todo claro es a qu¨¦ se refiere Pablo, si a la homosexualidad en s¨ª o m¨¢s bien a los ritos sexuales de tipo sagrado que se practicaban en Corinto. Muchos exegetas actuales dejan en suspenso el aspecto sexual en s¨ª y hacen hincapi¨¦ en ese culto sagrado que le parec¨ªa aberrante a Pablo, igual que la prostituci¨®n sagrada que tambi¨¦n se encontr¨® all¨ª.
?Ser¨¢ verdad que el propio Saulo de Tarso sent¨ªa inclinaciones hom¨®tropas? A algunos les parece que s¨ª, y se recuerda que en las ep¨ªstolas de este santo se insin¨²a en ¨¦l una ternura apasionada. por Bernab¨¦, y quiz¨¢ por Marcos. Pero sea de esto lo que fuere, la verdad es que en la Edad Media y en la Moderna la Iglesia adopt¨® una actitud tajante contra ella, y s¨®lo en este siglo se empieza a matizar esta actitud.
La ¨¦poca de la ¨²ltima guerra mundial es decisiva en este sentido. La oficina de reclutamiento de Detroit examin¨® entonces a 1.000 hombres que carec¨ªan de rasgos masculinos t¨ªpicos, y s¨®lo dos eran homosexuales. M¨¢s tarde, la Comisi¨®n Wolfenden, en el Parlamento brit¨¢nico, llega a la conclusi¨®n de que la homosexualidad no es ning¨²n trastorno mental. Y hoy son muchos los que descubren que no es, por lo regular, un problema gen¨¦tico, como investigaron el Institutef or Sex Research, en Estados Unidos, y el profesor H. P. Klotz, en Francia. Algunos piensan que los factores ambientales y las decisiones personales son los que pueden dar cuenta de ello, quiz¨¢ porque, como piensan Freud, Mara?¨®n y el doctor Eck, existen en todo individuo etapas bisexuales de las que, por las causas antedichas, surge la inclinaci¨®n.
Pero todo ello queda en el campo de las hip¨®tesis, y no es ¨¦sa la cuesti¨®n m¨¢s importante, desde el punto de vista ¨¦tico o social.
El sacerdote y psicoanalista franc¨¦s Marc Oraison es uno de los que mejor han planteado este tema. La pesada losa del pecado que se le puso antiguamente encima empieza tambi¨¦n a desaparecer: esa pesada losa se descubre que ya no es la simple infracci¨®n de una ley, sino otra cosa muy distinta, es lo que va seriamente contra el amor o no lo desarrolla de modo profundo. Ah¨ª reside el quid de la cuesti¨®n, y de ¨¦l debemos partir para encontrar lo aceptable o err¨®neo de esta actitud.
En primer lugar est¨¢ en la Iglesia la actitud tradicional, totalmente en contra porque se supone que es una pr¨¢ctica contra natura. Pero en 1975, la Santa Sede adopt¨® una postura m¨¢s abierta, aunque de car¨¢cter paternalista. Dijo que "estas personas deben ser acogidas con comprensi¨®n", y "su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia", ya que "no permite concluir que todos ( ... ) son del todo responsables personalmente de sus manifestaciones". Sin embargo, la considera una anomal¨ªa. M¨¢s matizadas son las instrucciones de 1983. En ellas se dice que se puede deber a muchas y variadas causas de todo orden: fisiol¨®gico, psicol¨®gico y social.
Los te¨®logos actuales han sido m¨¢s abiertos en general, salvo excepciones que creen que no cumple la complementariedad de los sexos.
Curran y Gregory Baum opinan, por su lado, que la heterosexualidad es un ideal, pero que "no todos son capaces de realizarlo". Y este ¨²ltimo pone el acento fundamentalmente en si hay verdadera amistad y reciprocidad.
La postura m¨¢s abierta es la del cat¨®lico McNeill y de la Oficina Cat¨®lica para la Salud Espiritual de Holanda, que admiten incluso la posibilidad de una bendici¨®n religiosa para estas uniones cuando son estables; cosa que, por supuesto, no ha admitido de ning¨²n modo la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.
Monse?or Griffin, en el Reino Unido, pidi¨® tambi¨¦n que no se penalizase la homosexualidad, ya que era un problema privado.
Al final llegamos al punto de partida y al ¨²nico problema: el amor aut¨¦ntico es la piedra de toque para dirimir la cuesti¨®n, aunque unos lo interpreten de modo m¨¢s favorable y otros menos, como hace la jerarqu¨ªa cat¨®lica, aunque luego lo arregla en la pr¨¢ctica con su distinci¨®n entre pecado objetivo y pecado subjetivo, que no todos cometer¨ªan ni mucho menos.
La homosexualidad no es un problema: es un hecho. Y este hecho, m¨¢s que moral, es psicol¨®gico. Porque la inclinaci¨®n, sea cual sea, no pertenece a la moral, sino s¨®lo sus consecuencias y su manifestaci¨®n, que es el amor aut¨¦ntico. ?Y cu¨¢ndo lo es?
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