La paz caliente
Durante dos recientes jornadas escuch¨¦ aqu¨ª en Madrid, con gran atenci¨®n, un di¨¢logo de la Europa del Este, representada por funcionarios de alto nivel, con empresarios de la Europa occidental. Trat¨¢base de conocer con detalle el nuevo marco de esas relaciones por boda de los aut¨¦nticos protagonistas de uno y otro lado. Confieso mi grata sorpresa ante el tono sosegado, sincero, cr¨ªtico y veros¨ªmil del entero debate. No hubo descripciones arc¨¢dicas ni tampoco nubarrones apocal¨ªpticos. Se habl¨® con entera libertad y se expusieron, en ocasiones, versiones contradictorias. Lo notable del coloquio fue que lo protagonizaron personajes activos del mundo econ¨®mico sovi¨¦tico y de los pa¨ªses del Pacto de Varsovia, a los que daban r¨¦plica personalidades de la econom¨ªa comunitaria y de los pa¨ªses de la EFTA. Tres ministros de nuestro Gobierno y un secretario de Estado hicieron acto de presencia a lo largo del simposio y expusieron su opini¨®n sobre ese fen¨®meno nuevo que es el di¨¢logo en s¨ª mismo, llevado a sus ¨²ltimos t¨¦rminos. Era interesante notar la cantidad sorprendente de informaci¨®n que sobre todos los aspectos del intercambio facilitaron el profesor Abel Aganbegian, m¨¢ximo inspirador de las reformas econ¨®micas de la perestroika, y el actual presidente del CAME (Comecon), el ministro b¨²lgaro Andrei Lukanov. Periodistas europeos occidentales comentaban la novedad que supon¨ªa ese torrente de estad¨ªsticas detalladas y complet¨ªsimas, procedente de un mundo hasta hace pocos a?os herm¨¦tico e inaccesible.Tambi¨¦n fue digna de menci¨®n la libertad con que se expresaron los representantes del Gobierno h¨²ngaro y de la Solidaridad polaca en el delicado tema de la reforma pol¨ªtica que se lleva a cabo en las dos naciones, sin que ello suscitase ninguna reacci¨®n o enmienda negativa a sus palabras y sus deseos por parte de las personalidades sovi¨¦ticas presentes. Se adivin¨® en el clima del simposio un ambiente de cortes¨ªa y de convivencia obvio. La perestroika puede fracasar por diversos motivos: porque resulte dif¨ªcil modificar sustancialmente no tanto las estad¨ªsticas de producci¨®n, sino los principios econ¨®micos en que se apoya el funcionamiento del sistema. Tambi¨¦n es dif¨ªcil evaluar la repercusi¨®n de los brotes nacionalistas en las decenas de etnias que constituyen el gigantesco imperio de la URSS, cuya inquietud subversiva puede ser contagiosa al abrirse la fase cerrada del pasado. Pero, en cualquier caso, el marco de las relacionesecon¨®micas entre las dos Europas, la del Comecon y la de la CE, est¨¢ en trance de revisi¨®n evidente como consecuencia de la pol¨ªtica de Gorbachov. El problema es, sin embargo, m¨¢s profundo, y ata?e a la entera perspectiva del fin de siglo que vivimos.
La cuesti¨®n que se debate es si existe hoy d¨ªa un clima suficientemente favorable para articular un sistema de seguridad que no est¨¦ basado -como hasta ahora- en la hostilidad mutua, en el recelo constante, en el temor a la sorpresa, en el desequilibrio de los potenciales armamentistas respectivos, en la sospecha sobre las nuevas t¨¦cnicas de exterminio, en la balanza del terror nuclear mutuo y, para resumirlo todo, en la persistencia de la guerra fr¨ªa.
"La guerra fr¨ªa ha terminado", fueron las palabras hist¨®ricas pronunciadas en el Senado norteamericano por el m¨ªtico experto George F. Kennan, art¨ªfice de los dispositivos diplom¨¢ticos y militares que llenaron los 40 a?os que acaban de fenecer. "Tendremos que buscar otras motivaciones veros¨ªmiles para el porvenir colectivo del mundo democr¨¢tico, un nuevo manojo de objetivos aut¨¦nticos que movilicen nuestra opini¨®n y la de nuestros aliados, y no empe?arnos en seguir hablando un lenguaje rutinario que adolezca de realismo al confrontarse con la situaci¨®n verdadera en la que entra el mundo".
Cuarenta a?os lleva de vigencia ese combate g¨¦lido. ?l ha estado presente en los conflictos regionales m¨¢s diversos como referencia constante, aunque en ocasiones desmentida. Desde 1945 ac¨¢ hubo en el
mundo 20 o 30 conflictos militares, con un saldo de bajas casi equivalente a las cifras de la Segunda Guerra Mundial. Algunas de estas guerras se han ido extinguiendo, y resulta razonable pronosticar que un clima de distensi¨®n entre las superpotencias nucleares traer¨ªa consigo la reducci¨®n de estos focos, en los que persisten matanzas activas en las cinco partes del mundo.
?Es posible la construcci¨®n de un nuevo armaz¨®n jur¨ªdico internacional que garantice la seguridad del Occidente atl¨¢ntico sin tener que apoyarse de modo obligado sobre los anticuados axiomas de la guerrafr¨ªa? El Occidente no tiene todav¨ªa una conciencia un¨¢nime sobre este importante problema
que llama a sus puertas. Hasta ahora, un importante sector de la Alianza se ha conformado con enumerar el ¨¦xito que supone el haber evitado la guerra grande -la nuclear- durante estos 40 a?os. Pero con ese ejer cicio de autosatisfacci¨®n -explicable, por otra parte- no se avanzar¨¢ mucho en el proceso del porvenir inmediato.
En un reciente documento firmado, entre otros, por Val¨¦ry Giscard d'Estaing y Henry Kissinger se preconiza una estrategia nueva com¨²n para el Occidente, basada en el todav¨ªa nebuloso concepto de desarme disuasivo que no se apoye sobre estad¨ªsticas num¨¦ricas, sino sobre coeficientes de seguridad mutua en cada escal¨®n descendente del desarme. ?Ser¨¢ ¨¦se el camino que pueda emprenderse por unos y otros en las pr¨®ximas conversaciones de la cumbre? Si nos hallamos en una era mundial de posguerra fr¨ªa, ?no resultar¨ªa preciso repetir los notables esfuerzos que se hicieron en 1949 para armonizar intereses y establecer proyectos de audacia y realismo destinados a mantener esta vez los esquemas comprensivos y amistosos que el deshielo apresurado nos exige?
La suerte que corra el magno programa interior de Gorbachov depender¨¢ en gran medida de que sus planes econ¨®micos tengan viabilidad y reciban buena acogida en los medios econ¨®micos de Occidente. Naciones comunitarias como Alemania Occidental e Italia ya se han adelantado a establecer canales de comunicaci¨®n e intercambio que abran camino al flujo previsto. La otra vertiente, la militar o de seguridad, no puede considerarse separada, ya que se refiere a un conjunto de nuevos hechos. El reciente y largo discurso de Gorbachov en las Naciones Unidas, de casi una hora de duraci¨®n, contiene claves importantes para deducir la magnitud del viraje realizado en ambas direcciones.
La guerra fr¨ªa, que dur¨® cuatro d¨¦cadas, debe ser sustituida por 40 a?os de paz. Pero no de paz aparente en que siga latiendo bajo cuerda el pulso tr¨¢gico del odio, la desconfianza y la mala fe mutuas, sino la paz caliente de la armon¨ªa de iniciativas globales al servicio de la comunidad universal de los hombres, es decir, de la especie humana, que es el aut¨¦ntico pueblo elegido para realizarse en ¨¦l la evoluci¨®n hacia el esp¨ªritu, meta final de nuestro destino temporal.
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