La buena salud de la novela rom¨¢ntica
La editorial Harlequin celebra su 40? aniversario con la edici¨®n en 100 pa¨ªses de una fantas¨ªa emocional
La editorial Harlequin International vendi¨® en Espa?a en 1988 tres millones de libros. Con sede en Toronto (Canad¨¢), celebra en 1989 su 40? aniversario, y con tal motivo, durante el mes de junio editar¨¢ simult¨¢neamente en 100 pa¨ªses y 18 idiomas (por orden alfab¨¦tico, desde el dan¨¦s al yugoslavo) la ¨²ltima obra de Penny Jordan, Una raz¨®n para empezar. Jordan, que seg¨²n la publicidad vende cuatro libros por minuto, es el ejemplo de una serie de fotog¨¦nicas escritoras, como Jayne Ann Krentz o Barbara Delinsky, capaces de llenar sus obras de rom¨¢nticas fantas¨ªas emocionales. Al fin y al cabo, "la reina de Suecia era una azafata de congresos y el rey se enamor¨® de ella", seg¨²n dice una lectora del saludable g¨¦nero rom¨¢ntico.
Cuando escuchamos, entre consternados y vencidos, las continuas lamentaciones que autores y editores de obras literarias desgranan a trav¨¦s de los medios, nunca pensamos que exista alguien a quien la feria le vaya mejor. Acaso en el colino de la autocomplacencia admitimos que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez o Umberto Eco traspasan la frontera m¨ªtica de las ventas en el supermercado, o que el ¨¦xito de aquel autor novel que da bien en televisi¨®n y escribe sobre recuerdos de la provincia le garantiza una segunda edici¨®n. Y punto.Pero, como ocurre casi siempre, el punto est¨¢ en otra parte, donde nuestros ojos ciegos de mirar ya no ven nada Penny Jordan, en la foto que distribuye la multinacional par la que trabaja, tiene cara de secretaria eficiente de los a?os cuarenta: ment¨®n voluntarioso, nariz prominente y recatada al tiempo, ojos peque?os remarcados de rimel y l¨¢piz de khol y el pelo a media melena con nido de avispas sobre el frontal, que es un toque infantil con el que se puede llegar a cobrar la jubilaci¨®n sin ofender.
Penny Jordan es escritora. Escribe con disciplina de samuray de 9.30 a 18.00 los lunes, martes y mi¨¦rcoles, am¨¦n de los jueves por la tarde. Corrige pruebas los viernes y dedica una semana de cada mes a concebir ideas.
Naci¨® en Preston y fue a la escuela en Penwortham. No exist¨ªa tradici¨®n literaria en su familia, que proviene de Liverpool. Ella, decidida a no ser una mujer com¨²n, comienza a escribir cumplidos los 30. En la no vela rom¨¢ntica encontr¨® la salvaci¨®n econ¨®mica y vocacional. Hasta el momento ha escrito 60 novelas, de las que se han vendido 9,5 millones de ejemplares. Seg¨²n las estad¨ªsticas, a las que son tan aficionados sus paisanos, Penny vende cuatro libros por minuto, ha sido traducida a 19 idiomas y distribuida o editada en 100 pa¨ªses.
El milagro, que sobrepasa con mucho la famosa cultura del fasc¨ªculo imperante hace unos a?os, comenz¨® reci¨¦n terminada la II Guerra Mundial. Harlequin International, con motivo de su 40? aniversario, editar¨¢ simult¨¢neamente en 100 pa¨ªses y 18 idiomas, en junio, la ¨²ltima obra de Penny: Una raz¨®n para empezar.
En Espa?a, durante 1988, la misma compa?¨ªa ha vendido tres millones de libros, repartidos en cuatro colecciones, dos de car¨¢cter infantil y las otras de fantas¨ªa emocional, novela rosa o como usted quiera denominarlas. Se diferencian en muy poco; quiz¨¢, como expresaba la directora de la editorial, en que unas series llegan hasta, el d¨ªa de la boda y otras avanzan un poquito m¨¢s.
Necesidad inexcusable
Un poquito m¨¢s, porque el final feliz es una necesidad inexcusable. Las lectoras (lectores existen, pero como minor¨ªa clandestina) se expresan sin ambages en un reciente estudio: "Como el problema es siempre distinto y me meto en la novela, siempre espero que acabe bien para relajarme", o "si no tuviera final feliz no las comprar¨ªa". Ellos, los protagonistas masculinos de las historias, siempre son "tan guapos, musculosos, de ojos azules", y, "si te pones a analizarlo, te sientes un poco acomplejada, porque no te puedes ver nunca en ese terreno". En cuanto al realismo de lo contado, cada cual se consuela como puede: desde quien opina que "estos idilios no se dan en la vida real", hasta quien medita, "lo de Carmen Cervera fue de Tentaci¨®n" (nombre de una de las colecciones), o rebusca en la historia, "la reina, de Suecia era una azafata de congresos y el rey se enamor¨® de ella y... es una novela".Dos grandes pegas suelen ponerse a este g¨¦nero literario, sobre las costumbres y sobre la cultura. Vean c¨®mo lo resuelven sus adictas. Nada de reaccionarismo arcaizante: "Yo quena ver a mi hija de blanco, de novia... Ahora he cambiado de idea. Que se vaya a vivir con el chico que quiere, porque para qu¨¦ va a perder el tiempo. Que luego lo bueno se acaba". Y en cuanto a la geograf¨ªa, pues es evidente: "Yo me enter¨¦ de d¨®nde estaba la Patagonia por una novela. Y luego dicen que no ense?an nada".
El sexo, naturalmente, es un ingrediente fundamental, e incluso las dosis de tal elemento pueden variar la coloraci¨®n de las portadas. Sus fans no ven sino un acicate en ello: "Mi susceptibilidad no se ve afectada por eso. Ya vemos suficiente en las pel¨ªculas"; "a m¨ª me gusta el punto de excitaci¨®n que da", e incluso, "en ocasiones est¨¢s esperando que ¨¦l la seduzca".
Penny Jordan tiene clientela asegurada y fiel. Planeta, Plaza Jan¨¦s, Seix Barral, Alfaguara o Anagrama nada saben de este mundo suburbial de la cultura, que, sin embargo, tiene poco que ver con la clase social. Rom¨¢n Gubern realiz¨® un sesudo estudio sobre el tema, Cor¨ªn Tellado es nuestra adelantada en la causa. Ahora importamos las fascinantes ocurrencias de Penny Jordan, Nora Roberts, Diana Palmer, Jayne Ann Krentz o Barbara Delinsky. Para aquellos que empiezan a leer por el final: tres millones de libros vendidos en Espa?a en 1988. En junio, una edici¨®n pr¨¢cticamente universal, que incluye Nicaragua e Ir¨¢n. Hasta el momento no hay noticias de que Jomeini se d¨¦ por ofendido.
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