Madrid, tras los discursos
Escribir sobre Madrid es arriesgarse a engrosar ese rompeolas de todos los t¨®picos al que la literatura sobre la capital se acerca peligrosamente. Algo debe de tener la Villa que invita a desbordar el vaso, en el elogio y en la cr¨ªtica, y a la incontinencia verbal.El caso es que el discurso autocomplacido de algunos a?os atr¨¢s ha dado pas¨® a la actitud agobiada de considerar Madrid como un muestrario de problemas.
Que una empresa p¨²blica, que se alimenta en las arcas municipales y auton¨®micas, haya sacado a la luz un estudio sobre Madrid, que prescinde de los piadosos eufemismos de los informesoficiales, puede haber servido para a?adir algo de le?a a esa hoguera. Ese estudio no hace grandes descubrimientos, se limita a condensar un estado de preocupaci¨®n que era claramente perceptible, en la calle y en los despachos, para cualquier observador de la realidad madrile?a.
La fractura social; la expulsi¨®n de los habitantes, castigados por subidas de precios de las que no se van a resarcir en ning¨²n convenio: la lejan¨ªa de Europa, pero tambi¨¦n de las ciudades de su alfoz; la ausencia de civismo, la calle convertida en basurero p¨²blico... Pero si no se ha pretendido descubrir ning¨²n mediterr¨¢neo, tampoco se ha querido hacer de Madrid un surtido de calamidades.
?ste es el centro econ¨®mico m¨¢s avanzado del pa¨ªs y el que cuenta con m¨¢s posibilidades de convertirse en un foco de irradiaci¨®n de conocimientos e iniciativas. Y a pesar de los pesares, son muchos m¨¢s los vecinos que encuentran agradable la vida en Madrid que los de la opini¨®n contraria.
?stos son aspectos, sin embargo, a los que se ha prestado escasa atenci¨®n.
Y es que, no nos enga?emos, el inter¨¦s despertado no es ajeno a la curiosidad que la flagelaci¨®n ha supuesto siempre entre el p¨²blico. En versi¨®n autoinfligida, los ¨ªndices de audiencia aumentan. Ah¨ª es nada ver a la autoridad pagando un estudio cr¨ªtico que toca aspectos de su propia gesti¨®n. Se comprende la bicoca informativa.
Se comprende tambi¨¦n el alborozo con que los partidos de la oposici¨®n han visto c¨®mo a su sardina se arrimaba gratis semejante ascua... y su intento de sacar raci¨®n.
Ahora se corre el peligro de que ese estudio, que pretend¨ªa informar un Plan Estrat¨¦gico para Madrid, pase, como otros, a engordar bibliotecas y aqu¨ª paz y despu¨¦s ya se sabe..., como si lo que se hubiera pretendido fuera dar un espect¨¢culo para mayor satisfacci¨®n del complacido auditorio.
Muy al contrario, si no se han ahorrado tintes oscuros a la hora de describir situaciones insatisfactorias ha sido:
- Por el convencimiento de que la ciudad tiene que estar enprimer plano y los intereses menos generales en segundo.
- Porque se persigue una respuesta social como reacci¨®n a un toque de alarma.
Como es l¨®gico, cuando se habla de respuesta social se piensa primero en quienes tienen poder o influencia, personal o institucional.
El porvenir
El porvenir de una metr¨®poli deshilvanada, como es Madrid, es siempre comprometido, y quiz¨¢ hoy lo es m¨¢s que hace 10 a?os, pues parece que la prosperidad fuera dif¨ªcil de digerir, sobre todo cuando se trata de una prosperidad tan selectiva como la que atravesamos.Resulta un tanto parad¨®jico recordar ahora que 10 a?os atr¨¢s, en plena crisis econ¨®mica, se produc¨ªa una aut¨¦ntica renovaci¨®n pol¨ªtica en el gobierno de las ciudades.
Renovaci¨®n pol¨ªtica, pero tambi¨¦n generacional, y en t¨¦rminos de entusiasmo social, de energ¨ªa renovadora, el, segundo elemento no es menos importante que el primero, ni puede disociarse de la atm¨®sfera de optimismo con que esos primeros a?os de gesti¨®n han pasado a la memoria.
En estos tiempos en que predomina un ambiente de muy d¨ªstinta ¨ªndole, ser¨ªa oportuno y deseable tratar de recuperar algo de aquel impulso y hacerlo llamando a la participaci¨®n y a la corresponsabilidad del ciudadano. Hay dos esferas en las que una y otra son perfectamente imaginables: el tr¨¢fico y la atenci¨®n al patrimonio urbano.
El ¨¢mbito local es el m¨¢s adecuado para que comience a fraguarse esa articulaci¨®n social que de repente nos hemos despertado echando en falta.
La pasividad del que todo lo espera de sus gobernantes tiene larga tradici¨®n en el pa¨ªs y no va a desaparecer de un a?o a otro, pero es m¨¢s f¨¢cil socavarla atacando al ciudadano por el flanco que ofrece como vecino.
En todo caso, la complejidad de una megal¨®polis exige iniciativas y propuestas de la sociedad, colaboraci¨®n entre instancias p¨²blicas y privadas. Ning¨²n gobernante podr¨¢ obsequiarnos con un Madrid maravilloso al que no hayamos arrimado el hombro todos y cada uno.
Pilar G¨®mez de Enterr¨ªa es coordinadora del Plan Estrat¨¦gico en Promadrid.
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