Unidad de accion y estrategia sindical
El que esto suscribe ha gastado no pocos a?os de su vida adulta trabajando por la unidad de acci¨®n de las organizaciones obreras y, de manera m¨¢s concreta, por la unidad de acci¨®n de los sindicatos de clase. Quiere ello indicar que no nos dedicamos a ver los toros desde la barrera y mucho menos que opinemos sobre el tema con frivolidad.Esa codiciada unidad de acci¨®n, esa ansiada coincidencia de los sindicatos de clase, resulta un norte mucho m¨¢s potente para el conjunto de los trabajadores que la simple suma de los efectivos de cada una de las centrales cuando no van unidas. Evidentemente, la unidad de acci¨®n sindical resulta un verdadero aumento cuantitativo y cualitativo en defensa de los intereses que defienden; ahora bien, pese a su tremenda importancia, es un elemento subordinado del para qu¨¦.
La unidad de acci¨®n sindical, para aquellos que so?amos durante los duros a?os de la clandestinidad y la represi¨®n con la mism¨ªsima unidad sindical en un solo y poderoso sindicato de clase -incluso, decimos, para aquellos que a¨²n hoy imaginan o sue?an con una sola y potente central sindical-, no puede ser otra cosa que el instrumento y no el fin de una estrategia sindical.
Creo modestamente que una estrategia sindical digna de tal nombre, para los sindicatos que se reclaman de clase, no puede ser otra que aquella que atendiendo, incluso mimando las reivindicaciones, de cada momento concreto, sea al mismo tiempo capaz de influir de tal modo en el transcurrir hist¨®rico que impidan al m¨¢ximo que se produzcan regresiones o involuciones que en la pr¨¢ctica alejen la utop¨ªa emancipadora.
Dicho de otro modo: sin renunciar a una sociedad cada vez m¨¢s justa e igualitaria, en la perspectiva de una sociedad profundamente democr¨¢tica tanto en lo pol¨ªtico como en lo social y lo econ¨®mico, los sindicatos de clase tienen el compromiso y la responsabilidad de plantear sus reivindicaciones presentes engarzadas y no divorciadas de previsiones a m¨¢s largo plazo.
Naturalmente, eso significa hacer pol¨ªtica. ?C¨®mo no! Pol¨ªtica sindical de clase o, si lo prefieren, pol¨ªtica a secas. Pero l¨ªbrenos Dios o los manes de todos cuantos tratan de involucrarnos en cualesquiera de las m¨²ltiples facetas de la cosa p¨²blica al son manido del. apoliticismo.
Una vez dicho lo anterior, que pudiera parecer como un largu¨ªsimo pre¨¢mbulo para ir al toro de veras, creo profundamente (y pido disculpas por la rotundidad de la afirmaci¨®n) que hoy por hoy los sindicatos est¨¢n errando en la estrategia. Aqu¨ª,y ahora s¨ª es preciso preguntarse: unidad de acci¨®n -sindical, ?para qu¨¦?
Diametralmente opuestos
Aunque nunca resulte ocioso enumerar las reivindicaciones conseguidas y las no logradas, sucede que cada parte, Gobierno del partido socialista de un lado y UGT-CC 00 de otro, ofrecen una valoraci¨®n tan diametralmente opuesta que parecieran estar hablando de dos mundos diferentes. Desde luego y desde siempre est¨¢ claro que al Gobierno, al de ahora, se le puede matizar, c¨®mo no, y criticar, ?faltar¨ªa m¨¢s!, pero de esto a esa especie de guerra santa declarada por los sindicatos desde hace ya bastantes meses media un abismo.Son demasiadas palabras mayores las utilizadas por los sindicatos: antiobrer¨ªsmo, antisindicalismo, servidores del capital, traici¨®n a la izquierda, etc¨¦tera. Parece como si el enemigo de clase concentrase su esencia en el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Por otra parte, miren qu¨¦ casualidad, hay que ver la cantidad de novias que le han salido a los sindicatos. Incluso la COPE o el Abc andan perdidamente enamorados de los sindicatos.
Ya hubi¨¦semos querido con Gobierno de la derecha la mitad siquiera de los tornadizos'amor¨ªos de ciertos medios de comunicaci¨®n para con UGT o CC 00. Aqu¨ª falla algq, aqu¨ª algo no cuadra. Ese algo es, si quer¨¦is, un no s¨¦ qu¨¦; pero desde el olfato de clase (perm¨ªtaseme la expresi¨®n) huele, o cuando menos te da el tufillo en la nariz, a falsos amores, a cari?os que ocultan intereses inconfesables.
Queridos amigos sindicalistas, si fuese verdad la mitad siquiera de los calificativos que ven¨ªs dedicando al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez habr¨ªa que llegar a conclusiones tan dr¨¢sticas que, en consecuencia, obligar¨ªan a las centrales sindicales a bastante m¨¢s que a no pedir el voto para el PSOE.
Si del actual Gobierno, surgido de las urnas por un voto mayoritario socialista, se dice que est¨¢ realizando una pol¨ªtica tan rotundamente reaccionaria en materia de empleo, pensiones, salarios, relaciones laborales, etc¨¦tera, ?qu¨¦ pol¨ªtica podemos esperar de la derecha? Si el Gobierno del PSOE es siquiera la mitad de artero de lo que se viene afirmando en ciertos medios, ?cu¨¢l es la alternativa?
Desde la izquierda verbal del PSOE solamente se postula para que el partido socialista pierda la mayor¨ªa absoluta. Ante esta proposici¨®n no hay m¨¢s remedio que preguntarse: si es tan perversa la direcci¨®n socialista, ?c¨®mo pactar luego con ella para impedir que gobierne la derecha?
Curiosamente, tanto a la izquierda verbal como a la derecha real solamente se propone como meta que el partido socialista pierda la mayor¨ªa absoluta y as¨ª obligarle a pactar. Desde luego, as¨ª no hay manera de entenderle, y las centrales sindicales deber¨ªan tentarse la ropa antes de seguir por el camino de tener al Gobierno socialista como enemigo principal y casi ¨²nico.
Creo sinceramente que la unidad de acci¨®n sindical es un bien nada despreciable para la clase obrera, para los trabajadores de mono azul o bata blanca, incluso para los cientos de miles de j¨®venes en expectativa de destino, en busca de su primer empleo. Creo que la unidad de acci¨®n sindical es un bien a preservar y a potenciar, y ello pese a la complejidad de grupos e intereses a veces tan contrapuestos que se dan en el seno de los trabajadores.
Yo apuesto por acrecentar cuanto sea posible la unidad de acci¨®n sindical. Lo hago pensando no en esa clase obrera ideal e irreal que muchos llegamos a sofiar. Sin embargo, los trabajadores no se pueden permitir el lujo de santificar ni siquiera la unidad de acci¨®n. La unidad de acci¨®n ha de ser para conseguir mejoras duraderas y, a ser posible, permanentes y, a la par, impedir posibles retrocesos mientras se colabora a crear una correlaci¨®n de fuerzas capaz de un sostenido y largu¨ªsimo combate por la justicia, por la solidaridad, por la democracia tambi¨¦n en lo econ¨®mico y lo social.
Pues bien, si lo que decimos es cierto, urge corregir el rumbo sindical. Hay que negociar hasta el agotamiento, y no se negocia de verdad a fondo si se va a la me sa preconizando de antemano que ya sabemos que el Gobierno no ceder¨¢.
Sin abandonar una sola de las trincheras en las que los sindicatos de clase son fuertes, no olvidemos que se est¨¢ desaprovechando una ocasi¨®n de oro para crear unos potentes sindicatos, sindicatoe. fuertemente imbricados en m¨²ltiples redes institucionales, sin que por ello sea preciso renunciar a ning¨²n tipo de independencia. Es preciso crear igualmente una tupida malla de servicios para los trabajadores, desde organizar el ocio a los complementos de pensiones, valga el ejemplo, sin que ello entrafle contradicci¨®n alguna con el sentido de clase de una central sindical.
En saco roto
Sin abandonar una sola trinchera, seamos conscientes de la extrema debilidad de los sindicatos de clase entre determinadas categor¨ªas profesionales y en ramas completas de los servicios p¨²blicos; no olvidemos la escasa presencia sindical en la peque?a y mediana empresa (en las que trabaja la inmensa mayor¨ªa del proletariado); seamos consecuentes de verdad y reconozcamos que en la banca, por ejemplo, el sindicalismo es un peso pluma. Recordemos que la CEOE se frota las manos cuando la acci¨®n sindical apunta casi en exclusiva contra el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.Ojal¨¢, queridos compa?eros que dedic¨¢is tantas y tantas energ¨ªas en la siempre ardua tarea sindical, que estas que pueden ser o parecer peque?as verdades de Perogrullo no caigan en saco roto. Por lo menos ¨¦se es mi deseo, el deseo de un viejo sindicalista.
Fernando Soto es militante del PSOE.
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