El negocio del caos
La crisis econ¨®mica argentina, que prev¨¦ una inflaci¨®n del 50% para mayo, determina un negro futuro
Los pron¨®sticos de tasa de inflaci¨®n de la econom¨ªa argentina para el mes de mayo se sit¨²an en un incremento del 50%, mientras que en abril los precios subieron el 40%. Los tipos de inter¨¦s por los dep¨®sitos bancarios de peque?o volumen son del 60% mensual. Pero los grandes dep¨®sitos y el dinero d¨ªa a d¨ªa del mercado monetario -un verdadero pulpo-, en palabras de un economista- rondan el 120%. ?stos son algunos apuntes de la situaci¨®n econ¨®mica con la que se enfrenta hoy el electorado argentino.
?De qu¨¦ viven los bancos?"Del milagro", responde escuetamente un ejecutivo de un banco nacional. El negocio consiste en hacer girar el dinero m¨¢s r¨¢pido que el plazo de los dep¨®sitos. Es decir, el 30% de los recursos ajenos de los bancos que est¨¢ fuera de los coeficientes remunerados corre por la calle en calidad de pr¨¦stamos a plazos m¨¢s cortos. "El largo plazo es una semana", afirma el interlocutor; la velocidad del dinero, seg¨²n una fuente del Banco Central, es de unas 40 veces en el mes. Esto quiere decir que todo el dinero del sistema da vuelta 40 veces por las cuentas corrientes.El tipo de cambio del austral frente al d¨®lar pas¨® de 14 por d¨®lar en enero pasado a 100 por d¨®lar en la actualidad. Con una inflaci¨®n anual estimada en el 650%, nadie discute en el pa¨ªs que se est¨¢ en el reino de la hiperinflaci¨®n, y los economistas citan permanentemente la situaci¨®n de Alemania entre guerras. Creen ver, sin embargo, dos diferencias sustanciales: los tipos de inter¨¦s alemanes eran m¨¢s bajos y el pa¨ªs deb¨ªa pagar una pesada deuda de guerra. Al menos una de las diferencias queda anulada por sentido com¨²n. La deuda externa argentina, construida aceleradamente entre 1977 y 1981, y realimentada por la incapacidad de pago y los intereses acumulados, es lo m¨¢s parecido a una deuda de guerra que se pueda conocer.
Pero la ¨²ltima ola de hiperinflaci¨®n, desatada en febrero pasado, tiene nombre y apellido. Es el fracaso del denominado Plan Primavera. En agosto de 1988, el Gobierno de Ra¨²l Alfons¨ªn decidi¨® crear un fuerte colch¨®n de reservas para fijar una tasa de devaluaci¨®n mensual del austral frente al d¨®lar que hiciese mensurable la inflaci¨®n y mantuviera la competitividad externa de las exportaciones argentinas, y al mismo tiempo gener¨® tipos de inter¨¦s para los dep¨®sitos en australes que alentaran la conversi¨®n de d¨®lares en moneda nacional para asegurarse la disponibilidad de divisas. La idea central del plan se basaba en un incremento del 45% en el precio internacional de los cereales y una ca¨ªda del libor al 8%, con la consiguiente reducci¨®n de los intereses sobre la deuda. Adem¨¢s, las expectativas para la cosecha de 1989 eran de 41 millones de toneladas de cereales. Pero el sue?o dur¨® poco.
La piel y el oso
Los exportadores vendieron por adelantado su so?ada gran cosecha. Trajeron los d¨®lares al pa¨ªs y los colocaron a inter¨¦s en forma de australes. Los importadores aplazaron los pagos y decidieron calcular lo que les costar¨ªa el d¨®lar a seis meses sobre la base del plan de evaluaci¨®n preestablecido. Ganaban dinero si dejaban los australes a inter¨¦s y pagaban en d¨®lares m¨¢s tarde. As¨ª las cosas, el Banco Central de la Rep¨²blica Argentina pas¨¦ de tener reservas por 500 millones de d¨®lares a disponer de 2.800 millones de d¨®lares. Una sequ¨ªa imprevista redujo las expectativas de cosecha a la mitad. Los acreedores de los importadores se pusieron nerviosos. El acelerado pago de las importaciones a partir de noviembre y diciembre dren¨® las reservas, que terminaron por caer dram¨¢ticamente cuando los exportadores tuvieron que retirar sus dep¨®sitos para comprar en el mundo los cereales que se comprometieron a exportar y que no se producir¨ªan en el pa¨ªs. La ausencia de reservas, que cayeron otra vez a 500 millones en febrero, oblig¨® a sucesivas devaluaciones en febrero, marzo y abril, hasta la unificaci¨®n y libraci¨®n del mercado el 2 de mayo. El d¨®lar pas¨® de 14 a 100 australes.Mientras, el Estado, en quiebra t¨¦cnica, toma el 70% de los dep¨®sitos bancarios en forma compulsiva para financiarse. Paga por esos activos bancarios intereses de mercado. Pero esos intereses son asientos contables, porque no dispone de dinero para hacerlos efectivos. Pero no puede prescindir del dinero, de la misma manera que los bancos no pueden prescindir de los dep¨®sitos, porque, en definitiva, no hay otro tomador de dinero que no sea el Estado. Un cortocircuito en este sistema ser¨ªa el derrumbe de la banca. De esta forma, los intereses ofrecidos no reconocen otro l¨ªmite que la necesidad. Y la necesidad es aguda. Dentro del negocio del caos es necesario contabilizar la bolsa de valores. Es dificil de creer que en medio de la hiperinflaci¨®n exista una bolsa. Pero el proceso ha sufrido un desfase extraordinario y el valor en bolsa de las empresas argentinas lleg¨® a ser rid¨ªculo. Una sociedad llamada Volc¨¢n pod¨ªa adquirirse en bolsa hace unos meses por 10.000 d¨®lares. S¨®lo el valor liquidativo de su propiedad inmobiliaria es 10 veces superior a esa cifra, sin contar con el valor de un fondo de comercio tradicional.
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