Una ocasi¨®n fallida
"Ni mi dignidad ni mi ¨¦tica me permiten quedarme en este congreso; el que se quede, all¨¢ con su conciencia". Estas palabras de la presidenta de la Coordinadora Estatal de los Grupos de Abogados J¨®venes resumen la posici¨®n de un tercio de los abogados asistentes al V Congreso General de la Abogac¨ªa, celebrado en Palma de Mallorca. El sector llamado cr¨ªtico por la Prensa lb hab¨ªamos ointentado todo durante los d¨ªas anteriores para reconducir un congreso dise?ado desde arriba por los mandarines (le la profesi¨®n como un congreso para la unanimidad, impregnado del m¨¢s rancio corporativismo.Era lo ¨²nico que todos los abogados de Espa?a estamos de acuerdo es que era imprescindible un congreso general que adaptara la abogac¨ªa al cambio pol¨ªtico y sociol¨®gico que se hab¨ªa producido en Espa?a en los a?os setenta-ochenta, tanto en el conjunto del Estado como de la sociedad y como en la propia abogac¨ªa.
A partir de ah¨ª, dos posiciones se dise?an: la primera, la que quer¨ªa simplemente unas adaptaciones tecnol¨®gicas del mundo de la abogac¨ªa, conservando las viejas estructuras levantadas en el siglo pasado, a su vez reflejo de una concepci¨®n gremialista, y la segunda, la de los que pensamos que en un pa¨ªs con democracia, con libertades democr¨¢ticas (entre ellas, la de asociaci¨®n, que en la pr¨¢ctica nos es negada a los abogados), era preciso adaptar la abogac¨ªa con cambios tan profundos como los sufridos por la sociedad de la que somos reflejo y a la que en teor¨ªa servimos.
Poder omn¨ªmodo
La primera concepci¨®n era y es consciente que algo hay que cambiar para que todo contin¨²e igual, o al menos para no perder su poder omn¨ªmodo en una profesi¨®n que daba ocupaci¨®n en 1987 a 45.000 abogados ejercientes.Para ello organiz¨® un congreso, cuyo reglamento estaba previamente aprobado por el Consejo General de la Abogac¨ªa, que no se permiti¨® su discusi¨®n por el congreso, negando as¨ª su car¨¢cter soberano y constituyente, y que cuando las primeras voces discordantes pidieron su debate se pas¨® inmediatamente a su ratificaci¨®n, haciendo que la mayor¨ªa impusiera como un tr¨¢gala un texto tan antidemocr¨¢tico como confuso e impracticable, y que a la larga fue el mejor aliado de la minor¨ªa y un callej¨®n sin salida para los organizadores. Si el reglamento estaba concebido para apagar la discordancia, ante su arbitraria y caprichosa aplicaci¨®n no hizo m¨¢s que aumentarla. El ¨²ltimo d¨ªa, s¨®lo la mesa presidencial y los que estaban de turismo pod¨ªan defender tama?o disparate reglamentario por aquello de sostenella y no enmendalla. El sistema de votaci¨®n y su papeleta de voto era digno de ser copiado por la Bono Loto. La mesa y su reglamento acab¨® por convertir los fundados recelos de los cr¨ªticos en explosi¨®n incontenida de los que ya estamos hartos del ejercicio del poder por una minor¨ªa influyente que se perpet¨²a ante la apat¨ªa de la *mayor¨ªa, que a su vez tiene la experiencia de la inutilidad de los intentos de acceder a tareas de gobierno como no sea con el benepl¨¢cito del fact¨®tum de la abogac¨ªa. Por eso, la disidencia se ha refugiado durante estos 15 ¨²ltimos a?os en los Grupos de Abogados J¨®venes, expresi¨®n organizativa de algunos sectores de los reci¨¦n llegados a la profesi¨®n, que por su dinamismo ha sido la voz que clamaba en el desierto ante un Consejo General que ni ha o¨ªdo ni hablado como la sociedad precisaba en un per¨ªodo hist¨®rico tan trascendente como el que Espa?a ha vivido en la ¨²ltima d¨¦cada. El cambio de estructuras pol¨ªticas, el cambio legislativo, la crisis de la Administraci¨®n de Justicia necesitaban otra presencia social y m¨¢s intervenciones que el Consejo General de la Abogac¨ªa no ha tenido. Si los colegios de abogados no se han dejado o¨ªr en esa coyuntura, algo falla en su constituci¨®n actual.
Espectro
Por eso y por otras cuestiones que afectan al ejercicio diario de nuestra profesi¨®n, tan rica como diversa y variopinta, muchos afirmamos que el quinto congreso ha sido una ocasi¨®n fallida de adaptar nuestra corporaci¨®n para que refleje la variedad de las personas que hoy ejercemos la abogac¨ªa. Si nuestra corporaci¨®n se adapta a la sociedad espa?ola plural y democr¨¢tica, servir¨¢ a los abogados y a los ciudadanos, nuestros dientes en todos los sentidos. Si nuestra corporaci¨®n contin¨²a con ¨ªndices de participaci¨®n electoral que rondan el 1% de los colegiados en muchas ocasiones, no es un ser vivo, es un espectro digno de ser enterrado en los anales de la historia pasada.Por eso, en este quinto congreso era fundamental haber podido conseguir, entre otros muchos temas acuciantes, la derogaci¨®n del Estatuto General de la Abogac¨ªa, haber propuesto un estatuto democr¨¢tico, con juntas de gobierno no presidencialistas, elegibles por sistema electoral proporcional que permita reflejar las diversas perspectivas desde las que hoy ejercemos nuestra vieja profesi¨®n. Que se admita el juego de mayor¨ªas y minor¨ªas que permita los cambios y las alternancias, y que definitivamente se admita y se potencie el asociamiento profesional de los abogados dentro y fuera de la corporaci¨®n. Si no cabemos todos, habr¨¢ que estimar justo que no debe caber nadie, m¨¢xime si el que ahora tiene cobijo deja a los dem¨¢s a la intemperie.
La modificaci¨®n de la estructura de los colegios de abogados es una tarea previa e ineludible para que los temas a debatir reflejen las necesidades de todos, de las mayor¨ªas diversas y de las minor¨ªas tambi¨¦n diversas. Est¨¢ muy bien hablar de la crisis de la Administraci¨®n de Justicia, pero ¨¦sta no afecta por igual al ahogado de a pie, que todos los d¨ªas va a los juzgados, y al asesor de sociedades de multinacionales, que ejerce su actuaci¨®n al margen de la Administraci¨®n de Justicia. Tampoco les afecta por igual a las diversas abogac¨ªas la libertad de establecimiento de abogados extranjeros en Espa?a como consecuencia de la pertenencia a la CE. Es un ejemplo casi simb¨®lico para decir que los magnates de nuestra profesi¨®n no viven personalmente temas tan cruciales y vitales que a diario padecemos la mayor¨ªa de los abogados modestos, que practicamos "la asistencia al detenido o el turno de oficio".
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