Una fiesta c¨ªvica y discreta
En este Corpus de 1989, despu¨¦s de no haber podido presenciar por televisi¨®n la final de la Copa de Europa y con el pa¨ªs metido en huelgas como una novicia en el amor a Dios, el Retiro y sus tenderetes de libros se aparecen al desocupado madrile?o como una verbena de las ideas en la que no se le niega la entrada a nadie.El sol anda yendo y viniendo sobre el barro y los charcos que recuerdan el aguacero de ayer. El personal, desorientado, quita y pone chaquetas y rebecas en un vaiv¨¦n que hace observar la falta de uniformes.
Han desaparecido los ch¨¢ndals, que en a?os anteriores hac¨ªan pensar en una ciudad en perpetua marat¨®n. Tambi¨¦n las masculinas coletas parecen en retirada, aunque una hubo ante la caseta de Anagrama. Un paisanaje m¨¢s ecl¨¦ctico o m¨¢s normalito (como dir¨ªa la dependienta de una famosa librer¨ªa) hace el peregrinaje de siempre.
Por el paseo lateral al estanque de las barcas, bajo un claustro de casta?os de Indias, un joven de barba rala y andar ensimismado avanza con El sagrado Cor¨¢n abierto sobre sus palmas. Muchos otros, de menor sosiego y mayor apego al presente, preguntan por los Vers¨ªculos sat¨¢nicos, de Salman Rushdie, publicados en rueda por 18 editoriales y el apoyo de Cultura. El precio, menos solidario que la edici¨®n, hace retroceder a algunos ante el morbo. Nada de esto parece afectar a la misi¨®n Ahmadia del islam, que en una caseta pr¨®xima reparte y vende libros del Profeta y sus seguidores.
Cl¨¢sicos
Julio Llamazares, camisa floreada y t¨ªmida (?o esc¨¦ptica?) sonrisa, firma ejemplares de La lluvia amarilla y da charleta a una joven que parece interesarle m¨¢s que el protocolo. Jos¨¦ Esteban ve engrillada su alegre bonhom¨ªa acompa?ado de Antonio Hern¨¢ndez. Ricardo de la Cierva delgado y con aspecto de haber tomado las uvas de los rayos, firma a una se?ora 1939. Agon¨ªa y victoria. Comentan que tal agon¨ªa ha de durar lo que dure la feria.En todo acontecimiento hay cl¨¢sicos. Monumentos de la costumbre que de alguna forma hacen m¨¢s amable, m¨¢s familiar, la reiteraci¨®n: las enciclopedias y sus circunspectos vendedores dentro de su traje azul oscuro. La historia de Espa?a de Tu?¨®n de Lara, que medio estudiantado sue?a con comprarla de a?o en a?o. El Sopena, que es algo as¨ª como el vadem¨¦cum cultural. de la clase media. Y ese se?or en eterna duda ante la Encidopedia Brit¨¢nica, mientras acaricia la cabeza de su hijo, que est¨¢ para salir de la edad del pavo. La superoferta del Quijote. El anaquel de Aranzadi y su corro de opositores. Y esa chica que se aburre en el interior de un chiringuito oficial, ante cuyas exiguas ofertas nadie se detiene. Cl¨¢sicos como las pegatinas, m¨¢ximo inter¨¦s de los ni?os, y la gitana que se obstina en hacer su futuro con el tuyo.
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