Exxon pierde la batalla de Alaska
Dos meses despu¨¦s del siniestro petrol¨ªfero, las costas siguen azotadas por una marea letal
La marea negra que surgi¨® de las tripas del Exxon Valdez, el petrolero que el pasado 24 de marzo encall¨® en las costas de Alaska, se ha extendido silenciosa e imparablemente. Los intentos por controlar la mancha no han resultado efectivos, y las fr¨ªas aguas del golfo de Alaska ya no se caracterizan por su limpieza, sino por una masa oscura y viscosa que sigue siendo letal para las especies animales de la zona.
Exxon, que el pasado d¨ªa 18 celebr¨® su junta anual de accionistas, cerrar¨¢ el primer semestre con beneficios econ¨®micos, pero tambi¨¦n con una gran impopularidad. De las 730 millas de playa afectadas por el crudo s¨®lo se ha logrado limpiar cuatro. Todo parece indicar que Exxon, y por extensi¨®n Estados Unidos, est¨¢ perdiendo la batalla de Alaska.Dos meses despu¨¦s de que el petrolero capitaneado por Joseph Haze1wood encallara en la bah¨ªa del Pr¨ªncipe Guillermo, el derrame sigue cobr¨¢ndose v¨ªctimas. M¨¢s de 11.000 p¨¢jaros de 30 especies distintas, 700 nutrias marinas y 30 ¨¢guilas han fallecido hasta hora, seg¨²n el Departamento de Conservaci¨®n del Ambiente del Estado de Alaska. Los ecologistas y bi¨®logos que se hallan en la zona opinan que esa cifra deber¨ªa multiplicarse por tres, ya que, en su opini¨®n, bajo el fango negro provocado por la marea de crudo se ocultan los cad¨¢veres de otras muchas v¨ªctimas.
Los parques nacionales Katmai y Kenai FJords, hasta hace unos meses un lugar casi virgen, han resultado muy afectados por el petr¨®leo. Los bi¨®logos que se encuentran all¨ª han calificado la situaci¨®n como "una cat¨¢strofe ecol¨®gica irreparable", y comienzan a temer por la vida de los osos pardos, los incre¨ªbles grizzly que habitan la comarca. Desde hace semanas, estos animales, de gran belleza y tama?o, han estado comiendo salmones intoxicados por el petroleo, por lo que se teme por su vida si sufren alteraciones intestinales o envenenamientos. Los lobos grises, orcas, cangrejos, renos, cabras salvajes, focas y bisontes podr¨ªan correr la misma suerte.
Los pescadores, sin embargo, aseguran que el salm¨®n no ha sufrido intoxicaciones. El pasado viernes se abri¨® la veda, y las piezas no ofrec¨ªan se?ales de hallarse enfermas o envenadas. Max McCarty, un pescador de Cordova -un pueblecito situado junto a Valdez-, estaba entusiasmado. El viernes, su embarcaci¨®n, hasta ahora dedicada al transporte de personal de Exxon, logr¨® capturar 51.789 salmones -red y king salmon- y consigui¨® pasar los controles sanitarios que estos d¨ªas, obviamente, son mucho m¨¢s rigurosos. Sus salmones fueron enviados inmediatamente a Anchorage, Seattle y Tokio, donde sirvieron de soporte de excelentes platos de sushi.
La segunda invasi¨®n
La zona afectada por la mancha aceitosa del Exxon Valdez es una de las m¨¢s visitadas de esta gigantesca pen¨ªsula, cuyo tama?o equivale a la quinta parte de todo Estados Unidos. Las cercan¨ªas de Valdez se han sometido a un proceso de limpieza tan espectacular como in¨²til. Centenares de obreros con mangueras a presi¨®n que lanzan agua caliente con un detergente especial antigrasa tratan de limpiar las rocas de las playas, sin que hayan conseguido devolverles su color."Todo esta negro y viscoso, y el caos y la desorganizaci¨®n nos rodean por todas partes", declara uno de los empleados de Exxon que trabaja en las orillas de la isla de Kodiak. Este paraje, definido en los folletos publicitanos como "una Noruega sin gente", y que era hasta ahora el lugar que las ballenas del Pac¨ªfico sol¨ªan elegir para su apareamiento, parece ahora un pantanal.
Las ballenas y los turistas han sido sustituidos por las brigadas de limpieza; los abetos de las colinas aparecen mezclados con centenares de tiendas de campa?a y remolques, y centenares de tuber¨ªas y mangueras cubren los suelos. Una imagen similar, aunque en otras circunstancias, a la vivida en esta zona durante la pac¨ªfica pero masiva invasi¨®n provocada por la fiebre del oro. Exxon ha destinado a Alaska 7.400 empleados. No es de extra?ar que Lenny, unajoven de Valdez, califique la situaci¨®n con la palabra multitudinaria. Lenny se queja tambi¨¦n de la relaci¨®n entre los habitantes del pueblo y los empleados de Exxon. El ambiente, seg¨²n explic¨® a este diario, es "raro, muy raro".
Mark Kennedy, un oficial del Servicio de Guardacostas, el cuerpo que manda en las limpieza, est¨¢ admirado porque "hasta ahora no se han registrado peleas ni broncas de ning¨²n tipo", seg¨²n explic¨® a EL PAIS. Kennedy, opina que "los pescadores est¨¢n muy preocupados por lo que ha ocurrido".
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